—Señor Ferretti que gusto verlo en casa de nuevo —Bastián bajo casi brincado las escaleras.
—Bastián, ¿cómo has estado?, espero que mejor – Franco estrello la suave mano que el hijo de su amigo le extendió
—He tenido semanas mejores, sin embargo no puedo quejarme, lo sucedido con mi madre no es algo que se pueda olvidar en pocas semanas —Bastián guío al amigo de su padre a la sala
—No puedo comprender lo que estás pasando, pero si te sirve de algo, estoy para lo que necesites —La sonrisa de Bastián por un momento le hizo dudar de todo, pero volvió rápidamente a sus cabales.
—Te lo agradezco, también quiero agradecerte el que salvaras a mi padre, cuando mi madre falleció, no sé qué habría hecho si los pierdo a los dos —Bastián se sentó y espero a que su invitado hiciera lo mismo.
—Pensé que odiabas a tu padre, por lo del otro día —Franco bebió un sorbo de vino que el chico le había servido.
—Lo lamento, realmente amo a mi padre, aunque no tengamos mucho tiempo para compartir entre nosotros, todo es más frió —Bastián observo detenidamente al hombre mayor
—Creo que hasta fui grosero contigo no tengo justificación lo lamento – Bastián volvió a disculparse
—No tienes porque es comprensible después de lo que sucedió, ahora si no te molesta quisiera ver a tu padre – Franco espero a que el chico le dijera donde estaba su padre
—Mi padre salió por la mañana, no dijo nada sobre donde podía estar, si no te molesta puedo hacerte compañía o mejor aún ¿me acompañas a montar? —Bastián espero ilusionado, salía a montar todos los días y siempre lo hacía técnicamente sólo, los guardaespaldas de su padre no contaban como compañía era muy molesto, no tenía ningún trato con ellos.
—¿Me estas invitando a montar? —Franco sonrió con esa sonrisa de dientes blancos retos y perfectos que Bastián casi olvido respirar
—Sí, te apetece hacerle compañía a un pobre chico abandonado —Bastián hizo un puchero que hizo ensanchar más la sonrisa en Franco
—Tú ganas vamos a las caballerizas y escoges el mejor ejemplar para mí, ¿te parece? —Bastián sonrió y tiro de mano de Franco para ir a toda prisa hacía las caballerizas.
Una vez ensillado los caballos y cada jinete sobre su montura, trotaron fuera del establo.
—Estoy encantado de acompañarte chiquillo— Bastián quiso molestarse por la manera en que lo llamo, pero disfruto más del toque de Franco sobre su cabeza mientras revolvía sus cabellos, mientras su caballo se removía inquieto bajo su cuerpo.
Bastián espoleo su caballo y salió a gran velocidad, mientras era seguido de Franco a petición de este sus guardaespaldas se habían quedado en casa y amaba la sensación de sentirse libre, dejar que el viento meciera sus cabellos y rozara la suave piel de su rostro, sonreía después de tanto tiempo por fin sonreía, quizá no estaría del todo completo, pero siempre encontraría una manera de que su vida fuese mejor cada día…
⧓⧓⧓⧓
—Cada día que pasa te vuelves mejor cabalgando —Franco bajo de su caballo mientras espero por Bastián, dos años después de montar por primera vez estaban de nuevo disfrutando de aquel momento que se había vuelto intimo entre ellos.
—Gracias a ti, cuando te invite la primera vez pensé que tendría que enseñarte y fue todo lo contrario, eres un gran maestro Franco en todo —Bastián desmonto y se reunión bajo la sombra del árbol donde Franco estaba ya sentado.
—Eres un buen alumno Bastián, no te quites mérito alguno —Franco espero a que el chico se sentara a su lado para destapar la botella de vino, Bastián estaba cumpliendo sus dieciochos años y su padre le había pedido que lo distrajera para llevar a cabo una fiesta sorpresa para su hijo, Franco acepto con gusto pasar tiempo con Bastián lo hacía sentir bien consigo mismo de una manera que encontraba peligrosa.
En dos años desde que se conocieran, le ayudo a perfeccionar su técnica para montar y también otras cosas que sabía a Bastián le servirían en el mundo en el que vivía, los negocios con Marcelo Mancini iban en aumento y sus ganancias iban incrementándose y pronto estaba seguro que alcanzaría su principal objetivo.
—¿Por qué brindamos? —Bastián recibió la copa de vino, una de las mejores cosechas de su padre
—¿Quizá por tu mayoría de edad? —Franco sonrió de manera ladina, esa que a Bastián volvía loco
—¿Crees que es motivo de celebración?, me hago un año más viejo —Bastián bromeo, para él era un alivio estar alcanzando la mayoría de edad, al lado de Franco era prácticamente un bebe.
—Siempre es motivo de celebración Bastián, cuando la gente te aprecia como yo a ti, cada cosa de tu vida será siempre un motivo —Bastián se sonrojo contra su voluntad, ¿Qué tenía Ferretti que le hacía sentirse inseguro y tímido a su alrededor? pero al mismo tiempo deseoso de probar a que sabían esos labios tan perfectos, esculpidos especialmente para besar y atormentar estaba seguro de eso.
—Me alagas demasiado, ser amigo de mi padre hace que pierdas objetividad —Franco movió la cabeza en negación
—No tiene nada que ver la amistad que tu padre y yo compartimos, lo nuestro es totalmente diferente, tú no eres mi socio— Franco dijo tomando un sorbo de su copa e invitando a Bastián a imitarlo
—Si no soy tu socio entonces entro en el paquete de tu circulo reducido de amistades? —Bastián pregunto esperanzado
—No, en realidad no formas tampoco parte de mis amistades — Franco sonrió al ver el rostro triste del chico
—Eres algo más que eso, algo más importante para mí que un socio o inclusive un amigo —Bastián levanto el rostro tan rápido que no se dio cuenta de la cercanía de Franco hasta que prácticamente sus labios quedaron pegados, un rose, un simple rose, que calentó sus mejillas y su cuerpo entero.
—¿Quieres saber que eres para mí? —Franco aspiro el olor embriagante natural de Bastián y entonces probó el sabor del vino en esos precioso labios casi virginales estaba seguro de ello.
Bastián no esperaba aquel acto pero tampoco se molestó en alejarlo todo lo contrario se aferró a esos labios que no se dio ni cuenta del momento en que subió sobre las piernas de Franco y se sentó sobre el mientras el beso se volvía apasionado, y su cuerpo se restregaba al mismo ritmo de sus besos mientras que sus respiraciones fueron agitadas y erráticas cuando se separaron y se dieron cuenta de la posición en la que se encontraban.
—Yo —Franco quiso disculparse pero los dedos de Bastián sobre sus labios lo cayó
—No digas nada, este es el mejor momento de mi vida, no lo arruines con un lo siento —Bastián poso su frente sobre la de Franco
—No iba a decir un lo siento —el mayor confeso y Bastián lo miro detenidamente
—¿Entonces?— Bastián se alejó un poco no lo suficiente sus respiraciones aún se mezclaban
—Te espero esta noche en los Bungalows...