Necesito escribir esto antes de que explote... No puedo creer lo que casi sucede con Alex... ese momento en que nuestros labios casi se encuentran, cada fibra de mi ser vibraba con una intensidad que jamás había experimentado.
Pero claro, el universo tenía otros planes porque justo en ese instante…
—¡Luna! ¡Alex!
Me giré para encontrarme con Mia, mi mejor amiga desde siempre (y ahora me pregunto cómo nunca percibí su naturaleza lobuna, ¿Tan ciega estaba?)
—Hey, chicos —llegó con esa sonrisa conocedora que siempre usa cuando está tramando algo (después de tantos años, leo sus intenciones como un libro abierto)— ¿Interrumpo algo?
—No —Alex y yo respondimos al unísono, si existiera un premio a la mentira más transparente, acabábamos de ganarlo sin competencia.
Mia arqueó una ceja, su expresión gritando "claro, y yo nací ayer".
—Bueno... —dijo con ese tono que anticipa sus planes más audaces— Ya que estamos todos aquí, ¿Por qué no vamos a mi casa? Mis padres están fuera, y podríamos... ya saben... hablar.
Ese "hablar" cargaba tanto peso como cuando tu madre dice "necesitamos conversar". Miré a Alex, quien se limitó a encogerse de hombros, pero el movimiento de sus músculos bajo la camiseta envió ondas de calor por mi piel.
Su cabello rubio le caía desordenado sobre la frente, y me distraje con algo tan ridículo como contar las pestañas que le temblaban cuando me miraba.
—Vamos —dijo él, y su voz me recorrió la columna como una descarga.
El camino a casa de Mia fue una tortura deliciosa. Diez minutos que se sintieron eternos, cada paso amplificando mis sentidos hasta límites insoportables.
¿Cómo se supone que una debe mantener la compostura cuando cada respiración de él trae ese aroma a pino, humo y piel limpia? Cuando el calor que desprende se te queda pegado a la piel y el ritmo de su pulso parece querer marcar el tuyo.
Nos acomodamos en la sala de Mia, quedándonos en silencio.
—Bueno... —Mia rompió el silencio— ¿Cómo llevan todo esto? Ya saben, la transformación y todo lo que conlleva.
¿Esto? Como si despertar una mañana y descubrir que tus sentidos se han multiplicado por mil fuera algo simple de procesar.
Alex soltó una risa nerviosa que me vibró por dentro.
—Es intenso —dijo, y su mirada encontró la mía con una calidez que me derritió por dentro.
—Ni que lo digas —murmuré, mientras su olor me envolvía, despertando sensaciones que no sabía que tenía dormidas. Noté mis manos inquietas en las rodillas, él desvió la vista a mi boca y la piel se me encendió hasta las orejas.
—¿Saben? —intervino Mia con aire conspirador— Hay formas de manejar toda esa intensidad.
La miré con una mezcla de curiosidad y aprensión.
—¿De qué hablas? —pregunté, aunque una parte de mí ya anticipaba su respuesta.
Mia buscó en su mochila y extrajo un libro que puso en mis manos. Mi corazón dio un vuelco al leer el título: "Sexualidad y Control para Jóvenes Licántropos".
La existencia misma de ese libro me dejó sin palabras. ¿Realmente había un manual para esto? ¿Para esta tormenta de sensaciones y deseo que me atravesaba?
—Mia, ¿Qué es...? —pero ella me interrumpió antes de poder procesar el shock.
—Es natural, Luna —explicó con naturalidad— todos atravesamos esta fase, el libro ayuda, créeme.
Miré de reojo a Alex, que parecía tan impactado como yo... aunque sus ojos dorados brillaban con un interés que me hizo arder la piel. En la luz de la sala, su pelo rubio parecía aún más claro, y me sorprendí imaginando cómo olería si apoyara la nariz en su cuello (vergüenza absoluta).
—No sé si estoy preparada para esto —confesé, en un susurro.
Mia se sentó junto a mí, colocó su mano en mi hombro.
—No tienes que hacer nada para lo que no estés lista —aseguró— Pero es importante entender lo que nos está sucediendo. A todos nosotros.
Asentí débilmente y comencé a hojear el libro. Mi respiración se aceleró al leer los títulos de los capítulos:
"Controlando tus Impulsos Lobunos Durante la Luna Llena"
"Cuando las Hormonas y el Lobo se Encuentran: Guía de Supervivencia"
"Posiciones Seguras para Transformaciones Accidentales"
"El Apareamiento en la Manada: Lo Que Necesitas Saber"
"Señales de Cortejo Entre Hombres Lobo Adolescentes"
El calor subió por mi cuello hasta mis mejillas.
—Esto es... abrumador —apenas pude articular, uff, en serio, no imaginé que hubiera un libro sobre esto.
—Lo sé —respondió Mia con calma— Pero estamos juntos en esto, podemos hablarlo todo, apoyarnos mutuamente.
Miré a Alex (error fatal) porque sus ojos dorados brillaban con una intensidad que me robó el aliento; bajó la mirada a mis labios y tuve que tragar saliva.
—La verdad... Tengo algunas dudas —dijo, resultó que él, sin saber el motivo, había empezado su transformación tan solo unos meses antes, al cumplir los veinte, un poco tarde.
Y así comenzó la conversación más íntima y reveladora de mi vida.
Hablamos de todo:
Los cambios en nuestros cuerpos, más allá de la pubertad normal.
Los impulsos primitivos que nos atravesaban.
La influencia de la luna en nuestras emociones y deseos.
Los aromas y su significado (tuve que admitir, sonrojada, que podía percibir el deseo en el aire).
La intensificación de cada sensación.
Los instintos que nos guiaban.
—¿Es normal que quieras como... no sé... aullarle a la luna y besar a alguien al mismo tiempo? —pregunté muerta de vergüenza pero necesitaba saber.
Mia se empezó a reír como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo.
—¡Totalmente normal! —dijo mientras yo quería que me tragara la tierra— es que la parte lobo y la parte humana como que pelean a veces. Tu lobo quiere una cosa y tu lado humano otra... o a veces quieren lo mismo, pero de diferentes maneras.
—¿Y cómo hacemos eso? —preguntó Alex con una voz que... Dios mío. ¿Es normal que solo su voz me haga sentir como si tuviera fiebre?
Mia sonrió con ese “ya verán” que podría derretir témpanos.
—Bueno... —dijo toda misteriosa— hay ejercicios que ayudan. Respiración, meditación, y algunas cosas más... prácticas.
—¿Más prácticas? —repetí como tonta (aunque una parte de mí ya estaba imaginando todo tipo de "prácticas" con cierta persona que estaba demasiado cerca).
Sin previo aviso, Mia apagó las luces y encendió velas aromáticas. El aroma calmante se mezcló con feromonas en el aire, creando una atmósfera íntima.
—Siéntense en el suelo, formando un círculo —indicó con voz suave.
Alex y yo obedecimos, nuestras rodillas casi se tocaban.
—Ahora cierren los ojos y tómense de las manos —continuó Mia.
Respiré profundamente y extendí mis manos. Los dedos de Alex se entrelazaron con los míos, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.
—Respiren profundo —guió Mia— sientan la energía entre ustedes. La energía de la manada, de la luna.
Me dejé llevar por los aromas, por la presencia de Alex, por la energía que sentía.
—Ahora abran los ojos... lentamente —susurró Mia.
Al abrirlos, me encontré con los ojos dorados de Alex, brillantes a la luz de las velas; su pelo rubio captó un destello cálido y me quedé congelada. Sin pensar, me incliné hacia él. Él hizo lo mismo.
Nuestros labios estaban a un suspiro de distancia, su aliento mezclado con el mío.
Cuando...
Un fuerte aullido se escuchó en la noche.
Nos separamos de golpe, la magia del momento se hizo añicos.
—¿Qué fue eso? —pregunté, mi corazón latía con fuerza.
Mia se levantó de un salto.
—Eso —dijo con seriedad— es llamada de la manada, una convocatoria.
—¿Convocatoria para qué? —Alex se incorporó, ayudándome a levantarme; su tacto me dejó la piel encendida incluso en medio del susto.
—Para reunión —respondió Mia— cuando aúllan así, es porque habrá anuncio de la luna: reglas, límites, y lo que sigue para los nuevos.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, sintiendo una mezcla rara de adrenalina.
Mia se dirigió hacia la puerta.
—Vamos con la manada —dijo— nos toca escuchar y aprender.
Otro aullido se escuchó, esta vez, algo dentro de mí respondió; no era miedo, era impulso, pertenencia, deseo.
Y antes de poder procesarlo... Eché la cabeza hacia atrás y aullé en respuesta.