Una dama de alta alcurnia no debe correr por los pasillos.
Una dama de alta alcurnia debe permanecer callada en conversaciones de hombres
Una dama de alta alcurnia debe conseguir como esposo a un caballero respetable
Una dama jamás debe asistir a bailes sin escolta
Una dama jamás debe hablar o reír en voz alta
Una joven no debe beber más de dos copas de vino
Ninguna dama debe utilizar guantes en la mesa
Una dama debe tener conocimientos artísticos
En las salutaciones o presentaciones, una dama debe realizar una reverencia
Una dama debe bailar con distinción y moverse con elegancia
Una dama debe tener estilo a la hora de vestir.
Todas aquellas reglas y muchas más eran las que una dama respetable, como lo era ella, escuchaban y aprendía desde su niñez.
El problema radicaba en que para el gusto de lady Joselyn eran demasiadas reglas y normas y no importaba que tan al pie de la letra cumplieras cada una de ellas, la sociedad siempre encontraría una forma de juzgarte.
Y lo peor de todo...
Si eras perfecta en cada una de ellas y cometías un mínimo error, no había forma alguna de escapar de la furia de los comentarios más despectivos de las malas lenguas laodicenses.
Y sin duda alguna lady Joselyn prefería sufrir de los constantes comentarios mal intencionado y ser conocida por ello, a ser perfeccionista y sufrir el golpe mortal del chismerío aristocrático de una sola vez.
En otras palabras... Amaba meterse en problemas.
Y por ello, en ese preciso momento su hermano le recordaba cual debía ser su comportamiento ante la sociedad y le aseguraba que si su comportamiento durante esa temporada no era el adecuado, seria obligada a contraer matrimonio con el primer caballero que pidiera su mano, si alguno tenia valor para hacerlo, y beneficiada de alguna manera las arcas y bolsillos de su hermano y padre.
Ellos no eran malos, no, solo temían que Joselyn de alguna manera terminara ensuciando su buen nombre o el de su familia, y no se podía culparlos, la joven parecía no tener compasión al decir lo que pensaba de los demás y la mayoría la respetaba por los títulos que portaban su padre y hermano.
A diferencia de ella su hermana melliza parecía agradarle a todo el mundo, sofisticada, obediente, educada, amable y respetuosa, no hacía más que agradar a la sociedad que no dejaban de compararlas.
Aquello había generado un rencor en el corazón de la joven, ya que no era solo la sociedad la que hacia comparación y distinción, sino que su familia a menudo le recordaba que su comportamiento debía ser igual al de su hermana.
No odiaba a su hermana, al contrario, pensaba que ella era la única que la entendía, adoraba pasar hablando de diversos temas con ella y especialmente amaba hacerla rabiar, cosa que lograba muy seguido.
Por otro lado se encontraba su nueva amiga Elizabeth, quien hacía poco tiempo que había regresado desde Escocia y de a poco tomaba lugar en la sociedad
Para ella y por su falta de destreza como perfecta dama en busca de un esposo era difícil conseguir amistades.
Las mujeres que se acercaban a ella, solo la criticaban y los hombres creían que su rebeldía también incluían las clases de relaciones que se debían mantener dentro del matrimonio e intentaban robar más que besos inocentes cuando se acercaban a ella.
Hastiada de pensar en ello le sonrió a su hermano inocente mente y prometiendo no volver a cometer un error como aquel salió disparada de la habitación mientras que él se quedaba suspirando irritado y sabiendo que las promesas de Joselyn eran en vano.
Al llegar a su habitación y recordando a Elizabeth, quien hacía unos pocos día que no la cruzaba en ninguna velada, se preparó decidida a averiguar qué era lo que le sucedía.
El carruaje recorrió las calles hasta llegar al lugar alejado donde se encontraba, la mansión del padre de Elizabeth, sonrió al ver lo grande que era y salió sin siquiera notar el carruaje que se encontraba parado unos metros adelante.
Malcon había llegado a la casa de Elizabeth con la intensión de iniciar un cortejo sencillo a ala única mujer que había llamado su atención, sin embrago el mayordomo había dado una negativa ante la presencia de ella y se había encaminado nuevamente hacia su carruaje, sin embargo quedo encantado con la visión que presentaba la bella dama que decencia del carruaje con una sonrisa y sin siquiera fijar su atención en otra cosa que no fuera la mansión y el aire fresco que corría en la alejado lugar donde se encontraban.
Joselyn dirigió su vista a los rosales que se encontraban en el camino hacia la puerta y cuando llego a ella toco sin recibir respuesta alguna extrañada se dio vuelta y se encontró con el desconocido rostro de un hombre muy atractivo.