Llegó a su apartamento justo en el momento en el que su teléfono empezó a sonar. Descolgó apresuradamente sin ver de quién se trataba. —¡Hola, cariño, ¿cómo estás?! Reconoció la voz de Sharon, su mejor amiga. —Ya te lo puedes imaginar... acabo de dejar a los niños. Su amiga suspiró al otro lado. —Eso nunca es fácil, ¿verdad? —Cada vez que tengo que despedirme de ellos se me forma un nudo en el pecho que... —Te entiendo perfectamente. Pero no te preocupes, sabes que con Rob estarán bien; aunque es un imbécil, se preocupa por ellos. —No es él quien me preocupa, ya lo sabes, se trata de ella. —Tienes razón —su amiga chasqueó la lengua—, esa tía es una auténtica bruja, no puedo creer que te haya dejado por ese esperpento de mujer, ¡es una insulsa! Eva se tiró despreocupada sobre el s

