Capítulo 2

2834 Palabras
Maria Eduarda — ¿Por qué no respondiste cuando te llamé en el buscapersonas? ¿Y por qué estás corriendo de esa manera como si hubieras visto un fantasma? — pregunta Cristina irritada. — ¿Responde, chica? ¿Por qué tienes esa cara pálida? — su voz se altera mostrando que no está ni un poco preocupada por mi estado. Suspiro y abro la boca para responder, pero alguien habla antes que yo. — Porque esta empleada suya estaba en la habitación donde yo estaba teniendo un momento romántico con mi novio, nos estaba mirando a escondidas y encima me agredió sin ninguna explicación. — exclama Tamara irritada. Me giro y encuentro sus ojos furiosos. — ¿Ella qué? — mi supervisora casi grita. Niego con la cabeza. — No fue mi intención, pero sí hubo una explicación porque ella estaba con mi prometido! — digo defendiéndome de las acusaciones. — ¿Tu prometido? — dice Tamara riendo. — ¡Mi novio jamás saldría con una chica de tu nivel! — me mira de arriba abajo con desprecio. — Deja de hacerte la desentendida Tamara, sabes muy bien que Dennis y yo estamos juntos hace más de un año y tú has sido su amante todo este tiempo. Ella me mira con incredulidad. — ¡Estás loca! — grita. — Él está conmigo hace un año chica, ni debe conocerte y otra cosa, ni siquiera deberías estar dentro de esa habitación, aunque creo que te gustó lo que viste ya que te quedaste para ver todo nuestro espectáculo, pero nada justificaba que nos agredieras a los dos y ¿sabes qué? Voy a demandar a este lugar. — dice Tamara y la miro sin creerlo. — ¡Yo debería demandarlos a ustedes dos! — digo furiosa. — No fuiste tú la agredida, sino yo. — muestra su rostro donde es visible la marca rojiza de mi mano, ni siquiera me había dado cuenta de que la había golpeado tan fuerte. — Voy a llamar a la policía ahora mismo. Siento que la sangre se me va del cuerpo con sus palabras. — Señorita, no necesita hacer tanto. — interviene inmediatamente mi supervisora. — ¿No necesito? — Tamara se ríe. — ¿Tienes idea de que tu empleada me agredió? ¿De qué tengo el rostro marcado y este hotel es responsable por eso, justamente por contratar empleados no capacitados como ella? — pregunta Tamara furiosa. — ¿Aún quieres llamar a la policía después de traicionarme de esa manera Tamara? ¿Qué clase de amiga eras? ¡Pensé que ustedes se odiaban! Él era mi prometido. — grito dejando salir toda la rabia. Ella hace una sonrisa cínica y dice: — Lo siento, pero realmente estás equivocada y me confundes con otra persona chica, mi novio jamás tendría una prometida como tú, una simple empleada de limpieza. — se ríe descaradamente de mí. — Ser empleada de limpieza es un trabajo digno como cualquier otro, ya tú eres solo una serpiente traicionera que con certeza solo busca un marido rico para dar el golpe, por eso estás con Dennis en este hotel, pero ¿sabes qué? Dos personas de mala calaña como ustedes se merecen, porque no valen nada. — digo furiosa. Ella me mira con odio. — ¿Sabes qué, Eduarda, — me mira con ira dejando de lado la pose de que no me conoce. — Tú no supiste mantener a tu prometido y fue bueno que escucharas todo aquello, así te das cuenta de que jamás serás mujer para Dennis ni para ningún otro hombre porque no sabes satisfacerlo, ni cuerpo lleno de curvas tienes, mírate, hija de un pobre, ¿realmente crees que un hombre como Dennis se interesaría por ti? — se ríe a carcajadas. — ¡Nunca... chica, jamás! Ahora voy a llamar a la policía y ponerte tras las rejas por agresión física, ya que ni siquiera sabes comportarte en tu lugar de trabajo. — exclama Tamara indignada. — Señorita, ¡por favor! Vamos a resolver esto internamente, le pido que, por favor, no llame a la policía. — dice mi supervisora poniéndose delante de mí para intentar calmar a Tamara. — Ustedes contratan pésimos empleados, ahora van a enfrentar las consecuencias. — Señorita, a partir de este momento ella deja de ser empleada de este hotel. — dice mi encargada y siento mi corazón detenerse en seco. — Señora Cristina... — intento hablar con ella, pero soy abruptamente interrumpida. — Causaste el mayor trastorno, Maria Eduarda, el hotel no debe pagar por tu falta de profesionalismo, empaca tus cosas ahora mismo y sal de aquí. — dice de forma ruda dejando clara su decisión. — Por favor, necesito este empleo. — digo con mis ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué no pensé en eso antes de discutir? — pienso sintiéndome pésima. — Ja ja ja... ¿ahora sí necesitas el empleo, Madu? — pregunta Tamara enfatizando mi apodo con ironía. — Tendrías que haberlo pensado antes, ahora que este problema se ha resuelto, voy a volver a mi habitación, ya que mi novio me espera. Espero que cuando consigas el próximo empleo, tengas más sabiduría para mantenerlo y no seas tan descontrolada. — dice riéndose de mí. Cierro mis manos en puños intentando controlar mi deseo de agarrarla del cabello, pero no puedo ya que mi encargada me mira llena de ira. — Señorita, enviaremos a su habitación una cena especial como disculpa por el evento ocurrido en nuestro hotel. — dice Cristina. — Así espero que al menos en eso este hotel sea bueno. — Tamara se encoge de hombros y se va. — Ahora tú, Maria Eduarda, ve a buscar tus cosas y sal de aquí lo más rápido posible, no quiero verte más. — dice Cristina ahora volviendo a mirarme. — Señora Cristina, por favor, necesito mucho este trabajo, mi madre tiene muchas cuentas que pagar y... — ella me interrumpe abruptamente de nuevo. — Tendrías que haberlo pensado antes, después de lo que hiciste, ni siquiera tu amiga Hilary puede ayudarte, ahora vete. Veo en los ojos de mi encargada que no hay más remedio, aún pienso en decir algo, pero cuando abro la boca, ella dice: — No me importan tus lamentos, vete ya, ya que este hotel recibe personas muy bien consideradas y desde el primer momento en que llegaste aquí, ya sabía que no estabas a la altura ni para limpiar el piso que pisan estos clientes, ahora ve al vestuario a cambiarte y puedes dejar el uniforme allí mismo. — exclama. Me siento aún más humillada, percibo que no sirve de nada explicarme, ella nunca gustó de mí. Sin decir más nada, me doy la vuelta para ir al vestuario, hago lo que ella mandó. Cuando el gerente del hotel vino a hablar conmigo, ni siquiera quiso escucharme, solo dijo que mi actitud fue inadmisible para la empresa, y la cena que se servirá a la Señorita Tamara y Dennis se descontará de mi salario, dejándome aún más destrozada. En el momento en que puse los pies fuera del hotel, el tiempo fue tomado por una fuerte lluvia que caía con intensidad, pero la lluvia no era tan fuerte como el dolor que sentía por haber sido tan humillada. Caminé por las calles de Filadelfia bajo la tormenta, vivo aquí desde que era solo una niña, cuando mis padres salieron de Brasil yo tenía ocho años, recuerdo a mi padre diciendo que aquí viviríamos bien, que seríamos felices, algo que nunca fuimos en Brasil, ya que desde que tengo uso de razón, veía muchas peleas de mis padres, aquí las cosas solo empeoraron, una vez escuché a mi madre decirle a una vecina que mi padre solo nos trajo aquí porque había droga en las bolsas, y con nosotras dos sería más fácil para él despistar a los policías y así fue y hasta hoy estamos aquí, pero mi padre sigue siendo el mismo hombre, trabajando con cosas ilegales y nunca me dio una palabra de cariño, bueno excepto cuando dije que me casaría con Dennis, sus ojos brillaron, ya que la familia de Dennis tiene dinero, es decir, es bueno para él, sin embargo, poco me importó el dinero de Dennis, muy por el contrario, lo amaba, bueno, todavía lo amo, porque no creo que podamos acabar con el amor por una persona de la noche a la mañana, pero aquí estoy caminando, sola, mientras él está allá acostándose con ella y comiendo la cena que yo pagué. Hoy perdí a mi amiga, mi novio y mi empleo. Me pregunto a mí misma qué más podría perder. — pienso llorando mientras camino bajo la lluvia torrencial. — ¡Madu! — escucho que me llaman. No miro hacia atrás y continúo caminando. — ¡Madu! — escucho la voz más cerca. Me doy la vuelta y encuentro a mi amiga Hilary corriendo hacia mí sujetando un paraguas, abro los ojos sin poder creer que está aquí. — ¿Qué haces aquí? — pregunta poniendo el paraguas sobre nosotras. — Ellos tenían un romance, Lary. — la llamo por su apodo. Mi amiga me mira con compasión y me abraza fuerte, me desmorono en sus brazos. — Tranquila amiga, vamos a mi casa, podemos hablar mejor allí. Asiento con la cabeza. Entro en su coche sin decir nada, después de unos minutos llegamos a su residencia. Mi amiga toma una de sus ropas para que pueda darme una ducha ya que me empapé con toda esta lluvia, después de salir del baño, me dirijo a la sala donde encuentro a mi amiga esperándome con un trozo de pastel de chocolate y un té para nosotras. — Bueno, ahora podemos hablar, Madu. Suspiro y asiento con la cabeza. — Está bien. — me siento. — Ya me enteré por el gerente lo que pasó y los nombres de los infelices que están en esa habitación. — dice con pesar. — Intenté hablar con el gerente para que pudieras seguir allí, pero... — No va a aceptar porque agredí a un cliente. — digo y ella asiente con la cabeza mientras frunce los labios. — Escuché todo amiga, todo... Empiezo a contarle todo lo que sucedió, en los más mínimos detalles de una vez y Hilary me miraba incrédula mientras le contaba lo ocurrido, cuando terminé ya no tenía más lágrimas para llorar. — Madu, no te pongas así por esos dos desgraciados, te mereces mucho más amiga. — No escuchaste todo lo que... yo escuché Lary, ellos me destrozaron. — digo tartamudeando mientras lloro. Ella inspira profundamente y suelta una bocanada de aire. — No se ha acabado nada, todavía estás aquí, amiga, no importa lo que dijeron, mírate, una morena hermosa de cabellos rizados, mirada intensa y sonrisa encantadora, no te preocupes por lo que esos dos inútiles dijeron, piensa que esto acaba de ser un gran alivio para tu vida. Asiento con la cabeza estando de acuerdo con ella. — Sé que es un alivio amiga, pero duele tanto. — digo llevándome la mano al pecho mientras intento controlar mi llanto. — ¿Sabes lo que necesitas? — pregunta ella. — ¿Qué? — pregunto. Ella abre una gran sonrisa. — ¿Recuerdas la discoteca que está cerca del hotel? Parece que el dueño la vendió y está bajo nueva dirección, escuché que es bastante elegante y de alto nivel, un cliente vip del hotel me dio dos entradas para ir allí hoy, quería invitarte pero ya imaginaba que no querrías ir por culpa del idiota de Dennis, pero ahora vas a ir. Vamos a disfrutar toda la noche en una discoteca de ricos en plena Filadelfia. Niego con la cabeza. — Amiga, no necesito una discoteca, y menos de personas con las que ni siquiera sabré cómo comportarme. Ella pone los ojos en blanco. — Madu, no solo lo necesitas, sino que lo mereces. Te dedicaste un año y medio a una relación totalmente sin futuro. Ahora estás aquí, sola, llorando por alguien que ni te merece. Vamos a esa discoteca, no te estoy diciendo que vayas a buscar un hombre, amiga, sino para que salgas, disfrutes, te permitas vivir un nuevo comienzo, te lo mereces, Madu. Te esfuerzas tanto, trabajando más de doce horas en ese hotel para ayudar a tu madre con las cuentas de la casa, incluso teniendo solo veinte años, amiga. — dice con pesar al final de la frase. — No sé, sin mencionar que estoy desempleada, sabes que las bebidas en esos lugares son caras, ¿cómo lo voy a pagar? — pregunto. Ella inspira profundamente. — Amiga, tengo algunos ahorros y... — Jamás aceptaría gastar tus ahorros. — Madu, deja de decir eso, sabes que puedo pagar por las dos. — dice con expresión seria. Niego con la cabeza. — Lary, trabajas mucho como recepcionista de ese hotel para ayudar a tu madre y por lo que estás diciendo esa discoteca debe costar al menos un riñón para tomar algo, entonces las dos sería un gasto muy grande. — ¡Maria Eduarda Santos! Vas conmigo y no acepto un no por respuesta — dice enfadada. Inspiro profundamente sabiendo que no servirá de nada discutir con ella. — Está bien Lary, iremos. Pero ni siquiera sé si tengo ropa para ir a un lugar así. Su sonrisa se amplía. — No te preocupes, tengo algunas prendas en mi armario. Ella me lleva al cuarto y cuando empieza a sacar la ropa del armario, me sorprendo. — Lary, ¿dónde conseguiste estos vestidos tan lindos? — pregunto pasando la mano por el hermoso tejido de satén. Ella sonríe. — En el bazar de Doña Sara, me costaron treinta dólares los dos. Me quedo con la boca abierta. — Vaya, fueron muy baratos, pero no sabía que ella vendía este tipo de ropa. Ella asiente con la cabeza. — Suerte la nuestra, ¿verdad? Ahora vamos amiga, a arreglarnos para disfrutar de esta hermosa noche. Sonrío sin mostrar los dientes porque no estoy nada animada para ir a ese lugar, antes de empezar a arreglarme mando un mensaje a mi madre, le digo que voy a dormir en casa de Hilary hoy, ella dice que pedirá a nuestra señora que venga a cuidarme, y me siento culpable por perder mi trabajo y no poder ayudar más a mi mamá, pero pronto expulso esos pensamientos y trato de enfocarme solo en esta noche. Lary se encarga de arreglarme, mi amiga no me dejó mirar en el espejo después de ponerme el vestido, dijo que me mostraría lo hermosa que soy, después de una hora sin poder mirarme en el espejo, mi amiga dice: — Ahora puedes mirarte en el espejo y ya te aviso que estás maravillosa. Pongo los ojos en blanco. — Siempre dices eso, Lary. — Porque es la verdad amiga. Doy una sonrisa amarilla y me acerco al espejo en la pared, cuando veo mi reflejo en él, abro la boca en el mismo momento sin creer lo que mi amiga hizo. Mis rizos castaños caen en cascada modulando todo mi rostro, mis ojos castaños se ven más profundos y marcados con el maquillaje que ella hizo y el vestido es un slim fit n***o con brillo, muy elegante, su modelo contornea y valora mis curvas en los lugares correctos, curvas que ni siquiera sabía que tenía. Incluso cuando me muevo la prenda se mueve graciosamente valorando el modesto escote que añade un encanto sin revelar mucho. La producción es clásica y contemporánea, es una verdadera mezcla de sofisticación y fascinación para un hermoso ambiente nocturno y refinado a donde vamos. Ella acertó en cada detalle, los accesorios que estoy usando son minimalistas, pero impactantes, como un hermoso par de aretes colgantes que captan toda la luz a mi alrededor cuando me muevo y una pulsera fina y plateada adornando mi muñeca. Estoy paralizada cuando mi amiga aparece detrás de mí. — ¿Cómo lograste hacer esto, Lary? — pregunto con mis ojos llenos de lágrimas volviéndome hacia ella. Ella abre una enorme sonrisa y dice: — Solo saqué a relucir a la mujer hermosa, encantadora y empoderada que hay dentro de ti, Madu. Una mujer fuerte y bonita que solo estaba escondida detrás de tanta tristeza. Una lágrima cae, pero ella corre a limpiarla. — No, no Madu. No te arreglaste así para llorar, vamos chica, que hoy vamos a bailar hasta el amanecer. — También sacude el trasero dentro de su hermoso vestido. Río intentando controlar el llanto que quiere escapar por mi garganta. — Está bien amiga, tengo la certeza de que esta noche será un nuevo comienzo para mí. — digo incluso sin demostrar firmeza. Ella asiente positivamente. — Seguro, una nueva María Eduarda nacerá hoy, ¡y esa mujer no habrá quien la detenga en Filadelfia! En ese momento realmente sentí que me convertiría en otra persona, pero no imaginé que sería tanto. Continuará...
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR