Capítulo 1

1071 Palabras
Clare Salgo de clases y me dirijo rápidamente a casa para ver mi programa favorito, está en la parte más reveladora y no quiero perdérmelo. Estamos a 3 meses del baile de graduación y aún no tengo una pareja, es frustrante porque todas mis amigas ya tienen con quien ir y a mí todavía nadie me invita. La verdad, si no fuera porque me la pasaré toda la noche sola durante la fiesta, no me importaría ir sola. Terminé con mi novio Miguel a principio del año escolar porque quería llevar nuestra relación más allá acostándose conmigo, pero yo no me sentía preparada para hacerlo, así que en vez de entenderme me insultó y luego se refugió en los brazos de Rebeca. Lo quise muchísimo y cuando me di cuenta de que lo único que buscaba de mí era sexo, me dolió en el alma. Superarlo fue difícil porque frecuentamos mucho en el Voleibol, ambos pertenecemos al equipo y las prácticas suelen ser en la misma cancha. Sin embargo, con la ayuda de mis amigas pude superarlo por completo; desde entonces, no he tenido otra relación y tampoco me ha hecho falta, me siento tranquila. Llego a casa y me percato de que tenemos nuevos vecinos, hay un camión de mudanza y personas entrando y saliendo del lugar. Cuando estoy por continuar mi camino me detengo porque veo a mi madre conversando con una mujer joven y esta al fijarse en mí me hace señas para que me acerque. —Buenas tardes —saludo al llegar. —Hija, ella es Ana. —Hola, Ana, ¿qué tal? Soy Clare, un gusto. —Hola, Clare el gusto es todo mío. —Mami, mami. —Veo como se acerca a ella un pequeño muy hermoso de ojos azules, lo alza y nos dice: —Este es mi hijo Alan. —Pero, qué preciosura —me acerco a él y comienzo a hacerle muecas para hacerlo reír y él comienza a carcajearse y jugar conmigo. De pronto escucho voces masculinas al fondo, acompañadas de risas que se hacen cada vez más audibles. Cuando menos lo esperé, dos hombres se detuvieron justo frente a nosotras. —Ellos son mi esposo David y mi cuñado Lyam —señalo a cada uno según mencionó su nombre—. Chicos ellas son Sabrina y Clare, nuestras vecinas. Vinieron a darnos la bienvenida. Debo admitir que mis ojos no pararon de observar al chico de cabello castaño y ojos azules que tenía frente a mí, su cuerpo es bastante formidable para ser alguien de mi edad. Además de que pude notar que tiene varios tatuajes en sus brazos. En este momento siento como mi corazón late cada vez más fuerte y mis piernas comienzan a desfallecer. —Hola, un gusto soy Sabrina la madre de Clare. —mi madre me da un pequeño empujón para que salude. —Hola —hago un gesto de saludo con la mano—. Soy Clare. —Muchas gracias por tomarse la molestia de venir a presentarse. Estamos a su disposición cuando lo necesiten —comenta David. —Gracias lo tendré en cuenta —agrega mi madre. Lyam no gesticuló palabra alguna y yo tampoco volví a hacerlo. Él me intimidaba con su mirada mientras yo temblaba debajo de mi ropa por la incomodidad que estaba sintiendo en esos momentos. —Bueno, los dejamos para que terminen de acomodar sus cosas, si necesitan un favor, no duden en pedir ayuda. —Así lo haremos —se despide Ana. Nos despedimos y por fin pude soltar todo el aire que tenía retenido por la impresión que causó Lyam en mí. Agradezco que mi madre no se haya percatado de eso porque ella es muy estricta en cuanto a temas de relaciones amorosas. No quiere que tenga novio y en caso de que llegue a ocurrir, solo aceptará a alguien que sea un buen prospecto en todo sentido. No es que sea interesada o algo por el estilo, según ella solo quiere lo mejor para su hija. De hecho, mi relación con Miguel la mantuve oculta los meses que estuvimos juntos por el mismo tema. A pesar de tener 18 años mi madre dice que tiene el derecho de meterse en mi vida porque vivo bajo su mismo techo, así que me queda escabullirme sin que se dé cuenta. Aunque la verdad sigo sin experimentar todas las cosas que hacen mis amigas como ir a fiestas, beber, fumar o tener sexo. Realmente son cosas que no me llaman la atención todavía, las veces que salgo a escondidas es para ir al cine, al lago o para pasar el rato en casa de mis amigas. Soy una chica normal que vive en un pueblo pequeño de New Jersey. Vivo con mi madre y mi hermano de 12 años. Nuestros padres están separados, pero mi papá volvió a rehacer su vida con otra mujer; en cambio mi madre sigue soltera. Vivimos bien, no puedo quejarme, mi padre es un hombre de negocios que tiene su propia empresa y mi mamá se dedica al mundo de los bienes raíces y gana bien, así que mi hermano y yo hemos tenido una buena infancia en sentido económico. Después que termino de hablar con mi madre sobre las novedades de la escuela, me dirijo a mi habitación y una vez allí me gana la curiosidad. Me asomo por la ventana para observar a mis nuevos vecinos, quiero ver a Lyam desde lejos. Es el único hombre que ha causado esta impresión en mi cuerpo, tiene algo que me cautivó inmediatamente, no sé cuántos años tiene, pero de algo estoy segura, no creo que se fije en una cría como yo. De todas maneras no está de más mirar, así que me dedico a observarlo cargar cajas y reír con su hermano. Tiene una hermosa sonrisa, se ve tan relajado al lado de los suyos, nada que ver a cuando nos presentaron hace un momento. ¿Tan fea le habré parecido? Es decir, ellos venían jugueteando y apenas fijo su vista en mí su mirada se oscureció. De seguro no soy el tipo de chica que está acostumbrado a tener a su al redor, pero fea no soy. Y, en caso de que llegue a pensar eso de mí, lo mandaré a freír espárragos, porque una cosa es que sea muy guapo y otra que se crea lo mejor del mundo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR