La Esclava Del Lobo Alfa

—Esclava. —La joven mujer alzó la mirada. —El señor espera por ti en el patio trasero. No tardes. —Como siempre la inocente chica sonrió con dulzura y obedeció la orden de la mujer ante ella. El lugar lleno de mujeres siendo desnudadas con violencia por hombres fuertes y desesperados era su hogar. Ella había llegado a ese continente hacía varios años y es todo lo que conocía. Ver a personas follando era natural para ella. No hablaba bien el idioma y que tuviera sordera parcial se lo hacía todo más difícil, ya que la trataban como si fuera una escoria debido a su incapacidad. —Aquí está. —El repentino agarre por su pelo la sorprendió, ella ni siquiera pudo preguntar nada. —Deme mil piezas de oro. —El desagradable hombre la tiró a los pies del alfa. —No es más que una escoria en este mundo, es débil y patética. —La miró con asco. —Es huérfana, pero cuenta con un excelente estado de salud. —Tobal Black, el respetado alfa miró a sus pies con menosprecio. Ella estaba sucia, llena de lágrimas y la confusión en su gesto es evidente que no sabe lo que estaba pasando. —¿Qué sucede? —Preguntó la joven desconcertada con lenguaje de señas. —¿Por qué mueve tanto sus manos? —El alfa miró al hombre con el ceño fruncido. —No debe preocuparse, alfa. —Tiró de Kalha para que dejara de mover sus manos. —Es sorda y muda también, eso no lo sé. —Se encogió de hombros. —Quizás es solo que desconoce el idioma, pero lo cierto es que es buena trabajando y además es pura. No dejé que nadie la tocara. —Agrandó la sonrisa por su pequeña victoria. —Solo está sucia y desarreglada, pero tiene buena salud como le dije. —Tobal volvió a mirar a la insignificante mujer y algo en él se sintió extraño. —Mil piezas de oro. —Susurró para él mismo sin quitarle la mirada de encima a la asustada joven. —Bien. —Haciendo un gesto de cabeza ordenó a su mano derecha y beta que pagara. —Muchas gracias, alfa. —El hombre asistió varias veces con una enorme sonrisa de felicidad en sus labios. —Verá que ella le salvará la vida a la luna y lo complacerá en la cama. —Tobal tomó del brazo a la esclava y como si fuera una simple rama seca tiró de ella y la puso en pie. —Es hora de irnos. —Ordenó con su voz profunda creando más pánico en la chica que no dejaba de preguntarse lo que estaba pasando, pero como siempre fue ignorada. —¿A dónde me lleva? —Logró preguntar al soltarse del fuerte y dominante agarre. —“Es mi hogar” —Señaló el burdel descolocándose más a Tobal. —¿Cómo puedes llamar a ese asqueroso lugar hogar? —Gruñó con amargura. —Desde ahora me perteneces. —La sujetó con fuerza de los brazos. —Tú le darás un riñón a mi luna y salvarás a mi familia. —Kalha leyó sus labios lo más rápido que podía y cada cosa que entendía la desestabilizaba y aterraba más. —Además, me vas a complacer siempre que quiera. Serás mi esclava s****l. —Tomándola esta vez de un brazo la arrastró prácticamente al carruaje. Kalha miró al hombre que se quedaba atrás con su reluciente sonrisa y su llanto intensificó. Ella recordó con dolor todo el infierno que había vivido desde que nació. ¿Por qué la eligió a ella entre todas las mujeres? ¿Por qué siempre debe ser ella quien sufre en el mundo? —¿Por qué debo darle mi riñón? —Le tendió el papel, ella siempre llevaba consigo una libreta y un lápiz, ambas cosas eran demasiado preciadas para ella, ya que le costó un mes de trabajo recibiendo solo una comida al día para poder pagarlos. Nadie se comunica con ella por ser una forastera y por su problema de audición y habla, así que lo poco que aprendió del idioma lo usa para comunicarse por medio de la escritura, solo así consiguió que se le hiciera un poco más de caso cuando quería ser escuchada. Tobal con asco agarró el papel y lo destrozó sin leerlo antes. Él solo la quería para dos propósitos y ninguno era el comunicarse con ella más allá de darle órdenes y follársela duro como no puede follarse a su luna debido a su enfermedad. Kalha miró los trozos de papeles en el suelo y las lágrimas desbordaron más sus ojos, eso fastidió a Tobal quien sin ningún tacto la tomó por la mejilla temblorosa y la obligó a mirarlo. Por primera vez, él fue consciente de esa singular mirada, sus ojos son como ningunos, ella lleva la luna en ambos ojos. —Lobita. —Dijo finalmente con una voz tan profunda que Kalha dejó de respirar al instante sin haberla podido escuchar. —No me hagas enojar, porque si lo haces te habré comprado solo para matarte. —Su voz no fue alta, fueron solo susurros que la estremecieron como si le estuvieran gritando al oído. Ella no pudo escuchar una sola palabra de lo que él dijo, pero comprendió cada frase que salió de esos delgados labios y se sintieron como dagas ardiendo siendo enterradas a lo largo de su delgado cuerpo. —Alfa, hemos llegado. —Kalha no tuvo tiempo de sentir dolor o tristeza, fue arrastrada fuera del carruaje y ver el lugar donde estaban le causó un pánico increíble. —¡Quieta! —Rugió Farid apretando su agarre. —No te haré daño. —La miró a los ojos y como todo aquel que la miraba quedó prendado a ella, pero rápidamente salió de ese hechizo natural. —Apestas y debes ducharte. —Sin más la aventó al lago. Kalha gritó con sorpresa, pero se hundió tan rápido que no fue escuchada. Ella no sabía nadar, por lo tanto, no podía salir a la superficie. Peleó por salir, trató de pedir ayuda, pero el agua se la tragaba cada vez más rápido y la superficie estaba cada vez más lejos. —Mierda. —Tobal sintió una furia incontenible al verla luchar por su patética vida. —Sácala. —Ordenó sin mucha urgencia. —Es desastrosa. —Escupió al saber que solo servía para ser usada y nada más, cualquiera que la viera por un segundo se daría cuenta. Kalha tosió hasta que su pecho ardió y vomitó agua hasta que su garganta no pudo más, sus singulares ojos se abrieron a tope reflejando el miedo que tuvo al casi morir ahogada. Ella de rodillas, mirando el suelo y recordando con miedo como casi muere asfixiada supo que no podía quedarse ahí. No es más que una loba de bajo rango, no tiene ni un poco de poder y su loba es tan pequeña que parece apenas una cachorra, pero era la única oportunidad de huir y la aprovechó. Los dos hombres miraron con desconcierto a la pequeña y delgada loba blanca correr despavorida en medio de la oscuridad, internándose en el bosque sin mirar atrás. —Alfa... —Yo iré. —Tobal dio solo un paso y con una rapidez desconcertante para cualquier lobo normal, tomó su forma lycan. Un imponente lobo n***o de pelaje sedoso y ojos rojos era la representación del mal y esa malignidad tenía un solo propósito, castigar a quien pretendió huir de él. No pasó demasiado tiempo cuando visualizó a la pequeña y desesperada loba. {Nunca podrás escapar de mí, lobita} Su amenazante voz resonó en la cabeza de Kalha y la estremeció por completo {Lo único que haces es provocarme y cuando se me provoca no hay quien me detenga} Aspiró el delicioso aroma que ella dejaba detrás. Kalha no se detuvo, ella estaba aferrada a su libertad, pero no importaba lo que hiciera o donde se escondiera, el lobo n***o siempre estaba tras de ella, la encontraba allá donde se ocultara y no comprendía el motivo. —Mmmm. —Se quejó volviendo a su forma humana tras ser embestida por el enorme lobo. —“Por favor” —Suplicó envuelta en el pánico, pero no fue escuchada. Los ojos rojos y brillantes de Dark, el lobo de Tobal destellaron al ver a su presa desnuda. El olor lo tenía en un espiral de sensaciones, cada parte de él se sentía atraído por la mujer en el piso y no se reprimió. —Me provocaste. —Tobal tomó el control al convertirse en humano. —Y ahora no podrás escapar. —De un movimiento quedó sobre ella, sintiendo como su cuerpo era quemado cuál braza ardiendo. Cada contacto con la delicada piel de Kalha lo hacía vibrar y consumirse, es como si doliera, pero aquella aflicción era como si le fuera necesaria para saciar algo dentro de él. —“¡Basta!” —Kalha intentó huir, ella llamó a su loba con desesperación para que la ayudara a huir, pero pareciera como si se hubiera rendido ante el hombre. Ver la confusión en sus extraños, pero hermosos ojos fueron como una dosis de afrodisiaco para Tobal quien sin pensarlo la besó, él devoró los pequeños labios de la mujer bajo su cuerpo y eso solo ocasionó una reacción en cadena. Cada roce, beso e intento de hundirse en ella lo desesperaba más y hacía de su voluntad algo insignificante, eso que ya no podía controlar. Quizás era el tiempo que no había podido estar con su luna, tal vez es porque la pequeña mujer bajo su cuerpo tenía un olor embriagador, pero la necesidad que sentía por poseerla era lo único que lo dominaba en ese instante.