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Enamorada del hombre equivocado

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Descripción

Enamorarse no es un pecado, pero se puede convertir en un infierno cuando te enamoras del hombre equivocado.

Emma Davis es una mujer exitosa que se prepara para ser ascendida en su trabajo, así que en su vida no hay espacio para nada que esté relacionado con el amor. Sin embargo, a su edificio llega Benjamín, su nuevo vecino, alguien que la hará despertar los sentimientos que retenía en su corazón.

¿Se vale enamorarse del nuevo vecino? La respuesta es sí, pero cuando Emma descubre que este hombre por el que ha empezado a sentir cosas, es el novio de su mejor amiga, Olivia Smith —la hija de su jefe— las cosas se complican un poco.

Un nuevo vecino, un dilema, un amor, un ascenso, una amistad, todo está en juego. La vida “normal” de Emma se vuelve un río revuelto.

¿Será que Emma dejará sus sentimientos a un lado para conservar una amistad? ¿Qué sucede si Benjamín también se enamora de Emma?

Hay dudas y un largo camino para conocer el desenlace de esta historia, así que te invito a leerla.

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Capítulo 1: No fue el mejor día
Narra Emma Miré el reloj y era demasiado tarde, odio ser impuntual y precisamente hoy que necesito llegar a tiempo al trabajo, me pasa esto. Pegaba una bandita en mi dedo para que mi uña no se termine de romper por completo, caminaba con cuidado porque no quiero tropezar una vez más, lo próximo que se puede romper es mi cuello. Detenerme en frente de mi closet cada mañana y entrar en ese dilema de ¿Qué me pongo hoy? Es el único dilema que quiero en mi vida. Pero a quien le miento, soy adulta y los problemas abundan; respiro y ya debo pagar el servicio de energía, estornudo y ya debo pagar el servicio de gas, es jodidamente difícil. Saqué un vestido de color blanco que me queda a la altura de las rodillas, es de falda semicircular y mangas holgadas a la altura de mis codos. Estilizar las prendas es un don, no solo es algo que hago en mi diario vivir, sino que también en mi trabajo. —¿Con esto me quedará mejor? Me tomé mi tiempo frente al espejo, a pesar de saber que ya estaba retrasada, pero tenía que optar por el mejor cinturón, algo que marque mi cintura y le dé el toque de color a mi atuendo. Hoy debo verme perfecta. —¿Qué más? ¿qué más? Ojeaba rápidamente mis accesorios, pero al ver que el tiempo me estaba respirando en la nuca, tomé las primeras argollar que vi y tomé el cepillo de cabello. Mientras sacaba mis tacones de color rojo y punta delgada, siento un ligero olor a quemado. —¡Carajo, el pan tostado! Corrí hacia la puerta de mi cuarto y sentí que se trabó un poco, pero al final pude abrirla para ir hasta la cocina y casi que, quemándome la punta de los dedos, saqué el pan quemado de la tostadora. Parece que hoy tendré que ayunar, que suerte. Mi día estaba iniciando de la forma más extraña, primero; no escuché la alarma, luego se me quebró una uña por tropezar en la ducha, luego se queman mis últimos dos panes tostados que comería para el desayuno… ¿Qué más puede faltar? Tomé mi cartera, mi móvil y corrí una vez más a la cocina por una manzana, le di un mordisco grande para que se quedara entre mis dientes y así tener las manos libres para poner el seguro de la puerta. Afuera, justo en el pasillo, había una cantidad de cosas, por el desorden que hay puedo pensar que alguien se mudará. He tenido meses tranquilos aquí, espero que el nuevo vecino se adapte bien a las normas del edificio. —Señorita, permiso —dice uno de los hombres que sigue subiendo cajas al piso. Casi que tuve que pegarme a la pared para que el sujeto pasara, ya no había más espacio por donde andar. ¿Por qué tienen tantas cosas? ¿Dónde pensarán meter todo eso los nuevos vecinos? Los apartamentos no son tan grandes como para guardar todo eso. Pegada a la pared llegué hasta el elevador y tuve que esperar un momento mientras que llegaba al piso número cuatro, pero para mí mala suerte, las puertas se abren y veo más personas con más cajas para descargar. —¿Es enserio? Miré mis tacones e hice un mal gesto, parece que tendré que ir por las escaleras. Me sujetaba con fuerza del pasamanos, tomaba aire cada que podía, no quería llegar a la planta inicial hiperventilada. Por mi lado seguían pasando más de esos hombres con cajas y máquinas de hacer ejercicios, muebles y todo tipo de cosas. —¿Aún hay más? Por Dios. Afuera había un camión repleto, un enorme camión que tapaba la entrada principal. —Hola —saludé a uno de los hombres que bajaba cosas del camión—. Lamento interrumpirlo, pero ¿pueden mover su camión? Es que mi auto está justo detrás y si se da cuenta, es imposible pa… El hombre no me escucha porque lleva sus auriculares puesto, solo me ve y me dice un “buenos días, señorita” para luego seguir su camino. Era extremadamente tarde y aun no conseguía salir de aquí, mi jefe me matará. Pensé en hablar con el administrador para que me ayudara un poco, pero el hombre también estaba ayudando al nuevo vecino con su mudanza. —Debes esperar un poco más —dice mientras lleva una caja en sus manos. No podía creer que el señor Roberto estuviera en esas, ¿acaso quien será la persona que se mudará? Volví a tratar de hablar con uno de los sujetos de la empresa de mudanzas y por fin alguien es amable y presta un poco de atención. —Hola, disculpe, su camión está… —Oh, sí, ya estamos por terminar. En un momento lo movemos. Asentí y le brindé una sonrisa, pero por dentro estaba muriendo de ansiedad. De igual manera me apresuré y volví a caminar hacia la salida, si debo esperar, lo haré en mi auto. Pero en el instante que pongo un pie afuera, siento que alguien aparece de repente y choca conmigo. Cuando sentí el olor del café y un ligero calor en mi piel supe lo que había pasado. Era una desgracia. —Oh, lo siento, señorita. No fue mi intensión. Cerré mis ojos y mordí mis labios sin querer ver mi vestido blanco. —Tiene que ser una broma —susurré enfocando el estampado que se esparcía en mi pecho—. ¿Por qué no te fijas por don…? Al levantar mi cabeza, me doy cuenta que es un hombre de traje de corte italiano, uno bastante elegante para ser demasiado torpe. —¿Estás bien? —pregunta sabiendo que no estoy bien. —Es obvio que no lo estoy, carajo. Estaba de mal humor, mi día no empezó bien y ahora pasa esto. Me incliné ligeramente hacia delante y tomé con cuidado la tela de mi vestido y traté de separarla de mi piel. —No sabes cuánto lo lamento, yo… Él parece preocupado y saca un pañuelo de su traje para limpiar mi pecho, pero di un paso atrás. —Espera, ¿Qué crees que haces? —Yo… solo quería… —Primero me tiras el café ¿y ahora quieres tocar mi pecho? ¿Qué pasa contigo? —No, no es lo que… Vi que empezaron a mover el camión, así que le arrebaté al hombre el pañuelo que tenía en las manos y salí del edificio, no me queda tiempo para entrar y cambiarme, que mierd*. Me puse en marcha y llegué con media hora de retraso a mi trabajo. —¿Dónde demonios estabas? ¿Sabes que hora es? La reunión empezó hace media hora, Emma. —Olivia, no creerás todo lo que pasó, casi que no llego. Desde que abrí los ojos, mi día ha sido una pesadilla. Ella mira mi vestido y sé que estaba por preguntar. —¿Qué le pasó a tu…? —No lo preguntes, por favor. Empecé a sacar las cosas de mi cartera mientras me fijaba que todo estuviera en orden. Entre esas cosas, vi el pañuelo de aquel hombre que me aventó su café. —Mi padre está molesto, dijo que esperaría solo unos minutos más, ¡date prisa! Olivia es mi mejor amiga, nos conocemos desde hace cuatro años, tiempo que llevo trabajando para esta compañía, que, por cierto, es de su padre. —Sí, ya lo tengo, ya lo tengo. Me dispuse a ir a la sala de juntas, pero ella me detiene. —Espera, ponte esto —dice quitándose su bléiser—. Esa mancha de café en tu vestido lo enfadará aún más. —¿Ya te dije que te amo? —No, me lo dices más tarde, ahora date prisa. Olivia ha sido una de las mejores personas que he conocido, llegué a París sin conocer nada, ni nadie, pero ella ha sido como un ángel para mí. Valoro que se preocupe y trate de ayudarme con su padre, sabe cuánto me he esforzado por esto. En realidad, estoy intentando ser ascendida al puesto de directora del departamento de diseño de moda. Toqué la puerta y aclaré mi garganta, cuando escuché el “adelante” cambié mi expresión por una sonrisa y empujé la enorme puerta de madera. —Buen día a todos, buen día, señor Smith. —Dirás, buenas noches, ¿sabes qué hora es? —Lo lamento, es que me retrasé porque… —Desde que existen las excusas, nadie queda mal. Vamos al grano, muéstranos tu propuesta, los caballeros llevan casi cuarenta minutos perdidos aquí. —Lo siento —dije mirando al resto de personas que está en la sala. Pasé por cada lugar dejando una carpeta con mi propuesta para la nueva colección. —Oh, tienes un fuerte olor a café —comenta la vicepresidenta. —Es una nueva loción. —Huele bien. Sonreí con disimulo y pasé a mostrar la presentación que había hecho. —Bien, aquí tengo mi… —No veo el concepto de nuestra marca por ningún lado —comenta el señor Smith—. Es bueno lo que veo, pero no veo a ZANDA por ningún lado. —Bueno, si me deja mostrarle lo que tengo, puedo… —No es necesario, mejor corrige lo que tienes y nos vemos la próxima semana. —Pero, señor Smith, yo… —Terminó la reunión —dice mi jefe. Todas las personas que estaban en la mesa de junta se levantan y salen de la sala. Sentí un nudo en mi pecho. —Emma, trabaja unos días más en la propuesta ¿sí? sé que puedes hacer algo mejor, eres de las mejores diseñadoras que tenemos. ¿Enserio? Qué le costaba decir eso en frente de los otros y no solo pisotear mi trabajo sin siquiera verlo, viejo miserable. —Está bien, señor. Empecé a recoger mis cosas, estaba con los ánimos por el suelo. —Pensándolo mejor, tómate esta semana. Trata de mejorar lo que te dije, si antes lo tienes, regresas a la empresa, pero haz tu mejor esfuerzo. —Sí, señor Smith. Sonreía, pero tenía la lagrimita al borde del ojo. Salí de la sala junta y vi a Olivia esperando por mí. —¿Cómo te fue? —Terrible, quiero que lo corrija. Su sonrisa se borra y trata de subirme el ánimo. —La propuesta de Anastasia la eliminaron, al menos tienes oportunidad. —Ya no quiero hacer nada, quisiera renunciar e irme. Estoy cansada, casi no dormí anoche terminando esto. —Estarás mejor, ya verás. Eres la mejor del equipo… Oye, si quieres, esta noche puedes acompañarme a una fiesta, iré con unos amigos que están de vacaciones en la ciudad. Así la pasas bien, te distraes, te inspiras… —¿Aún estás en la búsqueda del novio perfecto? —Sí, así que debo aprovechar cada oportunidad, quizás hoy sea la vencida. —Así será, Oli… Por cierto, gracias por la invitación, pero no, esta vez no. Lo que necesito es descansar, me espera mucho trabajo. —Está bien, pero si te arrepientes, estaremos en el club de siempre. —Está bien. Me regresé a mi apartamento, no valía la pena quedarme en la oficina, pero como mi día no podía ser peor, tuve que volver a usar las escaleras porque el nuevo vecino tenía los elevadores aún ocupados con sus cosas. Mis tobillos gritaban, pero seguí y seguí subiendo esos escalones al punto que uno de mis tacones se dobló un poco haciendo que el tacón se dañe por completo. —¿Enserio?

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