14. Llegamos a la entrada de Boulogne y echamos un mirada general a la fila de comercios y restaurantes. Todos, o la mayoría eran diminutas casas de hogar convertidas en rentables negocios, como el Chubis que antes de ser un pequeño negocio de hamburguesas era el hogar de unos ancianos. Al menos eso era lo que se decía mi padre. Le escribí un mensaje a Brad: “Llevo a Simón al Chubis, nos reuniremos con Harry y Mario” Miramos la larga avenida con una barrera de césped que la dividía. Más al fondo se encontraba el gran nudo, o como yo solía llamarlo “el pulpo de la autopista” ese era el lugar que causaba y aún lo sigue haciendo muchos dolores de cabeza a mi padre y a los vecinos que vivían cerca. No me imaginaba viviendo en esos lados con los ruidos de los coches y accidentes, y patrulla

