15. Cuando Simón vio a Brad noté un brillo extraño en sus ojos que en ese momento resté importancia. Porque esa era mi normalidad perdida y que tanto extrañaba. Estar con Brad por poco rato que fuera o que no nos pudiéramos ver a solas me hacía la vida mejor, me resultaba más llevadero el dolor. Me fui acercando hacia él hasta que nos tuvimos frente a frente. Nos abrazamos como si no nos hubiéramos visto en meses. —¿Cómo estás? —me preguntó justo antes de soltarme. —Bien... Miré atrás. Simón me había seguido y estaba ahí. Retrocedí unos pasos hasta ponerme junto a él y le rodeé los hombros con mi brazo. —Brad, este pibe que vez acá es mi hermano Simón. —Qué onda —le dijo y lo saludó con una sonrisa. Simón le devolvió la sonrisa pero de nuevo sus ojos transmitían otra cosa. —Buena

