17.
Me vi en la posición de intervenir. Temía por el echo de que no estuviera dispuesto a ceder. Aunque hasta ese día, nunca se opuso a nada de lo que Simón quiso.
Me aclaré la garganta para hablar.
—Papá, quizá lo mejor es que Simón vaya al cole como todo el mundo. Eso es mejor que pasarse el día deambulando por casa todo aburrido. Además no estará solo, yo estaré para acompañarle en lo que pueda.
Simón se volvió hacia mí con una sonrisa de agradecimiento.
—Gracias, Martín.
Simón se volvió hacia nuestro padre.
—¿Lo ves? Está todo pensado.
En ese momento a mí me parecía todo menos algo pensado, o por lo menos bien pensado. Era la primera vez que sentía que yo no tenía el control de lo que me ocurría. No como antes, cuando mi padre y mamá se divorciaron. Había planificado mi futuro
