Isabella
__ El feto está bien. - dijo el doctor y pese a no estar a gusto con la forma de referirse a mi hijo, saber que no era nada que lo dañó me compensaba. - Su corazón late con naturalidad. No hay sangrado, ni señales de que esté en peligro. Pero hay que realizar estudios para ver que originó el dolor. Si te puedes quedar un poco más de tiempo podemos hacerlo ahora mismo.
__ No - dudé. - Tengo trabajo y debo tener el expediente listo para las diez.
__ Haz todos los análisis necesarios. Tú trabajo puede hacerlo alguien más
Era justo lo que no quería. Pronto me iban a reemplazar y con mi hijo no podía quedarme sin trabajo.
__ Sé lo que pasa por tu mente, y no, conservas el trabajo. Esto también me compete. No sólo a tí. - aseguró con un poco de comprensión. - Conserva la calma y piensa solamente en que todo lo que ocurra contigo le hará daño al bebé.
__ Lo lamento. - sostuve mi abdomen sin moverme más de lo permitido en la camilla mientras me revisaban.
Dejé que el médico me revise poniendo en sus manos la vida de mi hijo, no imaginaba lo que sería perderlo y por ello no me opuse a nada de lo que el hombre de mediana edad me pidió. Mi jefe no me dejó sola en ningún momento, percatándose de mi dificultad al caminar siendo quien me colocó en la silla mientras estaba de pie detrás de mí. Pendiente de cada gesto y por ello cuidé de no hacerle ver que tenía náuseas aún.
__ Debe tener al menos una semana de reposo. En ocasiones puede ser una parte normal del proceso mientras que su cuerpo cambia para dar cabida a su bebé en crecimiento - explicó el doctor - Dolor del ligamento redondo, esto puede ser caracterizado por un dolor agudo y punzante al cambiar de posición, o también puede ser un dolor sordo y persistente. De cualquier forma, se puede evitar un daño mayor si tienes los cuidados necesarios.
__ Yo no creo...
__ Lo tendrá. - afirmó mi jefe sin permitir que exprese mi razón del porqué no puedo dejar mi trabajo. Temí por no conservar un buen ritmo de vida para mi hijo. No podía simplemente ignorar mi responsabilidad y achacarla a mi jefe. No quería que piensen tonterías de cómo sucedieron las cosas, en cambio, estaba segura que sería la "arribista" de la oficina.
Todo sería en vano. La lucha constante de no verme como una inútil, mantenida por alguien más porque no tiene una sola idea de como hacerlo por sí sola.
__ Señor, no quiero...
__ Compartimos un vínculo ahora. - me dijo el jefe. - Abstente de decirme usted, jefe o señor. Solo soy Aiden, no se vería bien que cuando el bebé nazca sigas diciéndome de esa forma. - aludió sin dejar de verme. - Ahora, quédate aquí. Debo ir por algo a la farmacia.
No me dejó siguiese hablando. Solo se dio la vuelta y se marchó lejos de mí en lo que no encontré más distracción que leer uno de los folletos de maternidad en la recepción. Ahí se hablaba de los cuidados que debían tener, base para alimentación e innumerables frases de motivación para saber que éramos afortunadas de tener a un hijo sumamente deseado creciendo en nuestro útero.
__ Deja de soñar. - me dijo alguien. Conoci esa voz. Era inconfundible para mí. - Me refiero a que lees sobre maternidad cuando sabes perfectamente que no puedes.
Solté el folleto para ver a Malya sonreírme desde su altura mientras seguía donde Aiden me pidió.
__ No te ofendas, amiga. Pero sabes que tengo razón. - se inclinó un poco. - No te hagas daño de este modo. Acepta que no tienes la más remota posibilidad de ser madre. - hurgó en su bolso con rapidez. - Mi tía es encargada de un orfanato, deberías prestar tus servicios ahí. Dar todo ese amor que no podrás a un hijo propio para alguien que sí lo necesite.
Sostenía un papel que supe de que era. Pues Aiden llevaba uno igual que contenía mi información más básica referente al embarazo.
__ ¿Estás embarazada? - pregunté con un nudo extraño en la garganta. No era dolor como la última vez. En ese instante era la primera vez que no sentí que estaba tan sola.
__ Cinco semanas. - me dijo sonriendo. - ¿Lo puedes creer? Un hijo de Dustin y yo, para sellar nuestro amor después de... - se detuvo mirándome con un toque de burla entre sus disculpas. - Lo siento. No quise incomodar. A como se dieron las cosas, no debería haberte dicho esto. Solo que la alegría por la maternidad es tanta que no puedo callarme.
__ No importa. - me logré sentar sin quejarme por el dolor de la magulladura en mi estómago. - ¿Te puedo pedir algo?
__ Lo que sea. - murmuró.
__ Deja de hablarme como si esta amistad hubiera sido importante para tí. - manifesté seria. - No disfraces tu gusto por tener lo que quise, luce eso, como tanto te gustó.
__ Isa, yo no... - se movió incómoda. - Si te molesta aún que sepas de cosas sobre mí relación con Dustin es porque aún no lo superas. Entiendo que lo ames, pero por esa amistad que quiero siga existiendo, aléjate. Resignate que me ama, que lo amo y nada puede separarnos.
Quise voltear la mirada. Decirle que no sentía celos de Dustin, ni envidiaba nada de lo que creía tener porque tenía a mi hijo y eso era suficiente para cubrirme de la más maravillosa felicidad del mundo.
__ Quiero que estés presente en la vida de mi hijo, pero alejada de Dustin. - nunca hice ese tipo de dramas. - Comprende que tú matrimonio estaba roto y el amor se dió...
__ ¿Nos vamos? - preguntó Aiden con una bolsa de medicamentos en las manos. Sus ojos no enfocaron nada que no fuera yo y en verdad, eso me hizo sentir especial de alguna forma. - ¿O aún estás adolorida? Puedo decirle a Miller que...
__ Estoy bien. - dejé que tomara mi mano. - Quiero ir a descansar.
Asintió levemente. Pasó su mano bajo mis piernas y una en mi espalda antes de elevarme, en tanto me sostuve de su cuello.
__ Señor D'angelo ¿que hace aquí? - cuestionó Malya luego de estar viéndonos en silencio. - ¿Conoce a Isabella?
Aiden parecía confundido. Me miró pidiendo una explicación pero ninguna palabra abandonó mi boca.
__ Soy Malya, ¿me recuerda? - se esperanzó.
__ Lo lamento, no lo hago. - se disculpó. - Soy muy malo para recordar rostros o cosas que no son relevantes.
__ Soy la prometida de...
__ Si me disculpa, tengo que llevarla a la casa. - ella apretó los dientes murmurando algo por lo bajo que no pude escuchar pero entendí que le molestaba no ser reconocida.
__ ¿Que te pasó? - preguntó en mi dirección esta vez.
__ Después se ponen al corriente. - respondió Aiden por mí. Quise reír por verlo en modo protector, no sabía que solo era su forma de advertir que odiaba alguien desconocido se acercara a quien le importaba.
Mi voz se apagó por todo el camino hasta llegar a la casa. Incluso ahí no me dejó caminar. Se veía como un ogro cuidando de un indefenso animal que no pertenecía a batallas salvajes.
__ ¿Esta casa cuenta con servicio de limpieza? - negué.
__ No quiero a desconocidos en mi casa
__ Tampoco a mí, pero en esta oportunidad debes tener al menos tres personas cerca. Balancear lo que comes, mantener la casa limpia y cuidar de ti las veinticuatro horas del día. - afirmó sin verme. - Me voy a encargar que un equipo así sea enviado para la mañana.
__ No. Claro que no. - intervine en un idea. - No quiero tener que pagar por cosas básicas, que puedo hacer por mí misma, como tampoco permitiré que lo haga usted.
__ Ya le dije....
__ No me voy a morir si continúo con mi vida normalmente. - aclaré.
__ Entonces, ven a mi casa. Ahí hay de todo. De lo único que te ocuparías es del bebé. - propuso decidido a no dejarme sola. - Isabella, entiendo tu renuencia, pero el bebé necesita cuidados que tú, llena de trabajo no podrás cumplir.
__ ¿Me vas a correr del trabajo? - negó
__ No, si aceptas que mis condiciones sean reales. Acepta eso y luego de tu reposo, continuas el trabajo en el bufete. - alegó. - Solo así.
No se veía con ganas de retroceder. Sabía que la resignación es lo único que me quedaba, pero era intenso esa sensación que calmaba mis miedos, creando otro de no querer perder eso.
__ Bien. - me resigné. - Lo haré.
__ El grupo de personas o mi casa. - solo negué.
__ La que elija. - me dispuse. Mi hijo era el centro de mi mundo y no iba a perderlo. Aiden tenía razón, solo él importaba.
__ Bien, hagamos las maletas. - no me sorprendió su elección aunque un escalofrío me recorrió. No quería ir a vivir con alguien más, pero eso era justo lo que estaba haciendo. Lo peor fue que no era con mi hermano o mi madre, era con el hombre que veía en la oficina todos los día, me embarazó con una sola vez que tuvimos relaciones, y ahora vería también en una casa que no era mía.
¿Algo más que podría pasarme?
De repente mi teléfono vibró. Cuando vi el nombre no lo podía creer. Tenía mucho de no saber de él, pero ahí estaba, llamando con insistencia.
__ Tenemos que hablar. - me dijo Dustin cuando contesté la llamada.
Solo observé a Aiden. Opté por mandarlo por un tubo, no quería verme envuelta en más dilemas. Ya tenía suficientes, aunque en sus mensajes insistentes se veía que no iba a dejarlo pasar tan fácil.