Larissa se sentó en la banca al lado de Henry, su rostro serio le hacía sentir incómoda. Miró al suelo y sintió que se le desdibujaba entre lágrimas, Henry puso una mano en su hombro
—Lamento mucho lo ocurrido con tus padres —Larissa lo miró con los ojos desbordantes
—No entiendo lo que está pasando…
—Lo imagino, pero debes ser fuerte.
—No lo entiendes, escúchame —dijo Larissa limpiando las lágrimas y sosteniéndose con fuerza de la banca—. Yo desperté una mañana y de pronto mi vida era otra, mis padres murieron, Margaret está viva y tú y yo terminamos, ¿Cómo puedes entenderme? ¡Mi vida está arruinada! Y ni siquiera puedo recordarlo.
Henry estaba inquieto y confundido, Larissa sollozaba cubriendo su rostro con sus manos
—Larissa, no entiendo lo que dices, quizás… No es fácil lo que estás viviendo, pero esto va a pasar, mejorarás…
—¿Por qué me dejaste? —dijo con reproche—. Juraste que me amabas, pero me abandonaste.
Henry curveó las cejas en señal de desaprobación, luego negó con un gesto cínico
—No, Larissa, ¿Es una broma?, tú terminaste nuestra relación.
Larissa estaba impactada, cuando pudo recomponerse suplicó que le explicara
—No lo hare. Estás torturándome y no es justo para mí.
—Si lo recordara, no te haría pasar por algo así, por favor.
Henry tomó aire, aunque no quería comenzó a contarle los hechos
—Te fuiste a trabajar a Millenium, fue repentino, tu vida cambio, porque percibías un mejor sueldo y estabas rodeada de toda esa gente rica y prestigiosa. Luego dejamos de vernos porque tu trabajo era exhausto, y dos meses después terminaste conmigo. Quedamos bien. Pero, yo no esperaba que de inmediato tuvieras una nueva relación…
—Henry, yo… —Larissa no pudo hablar porque la interrumpió
—No soy tonto, Larissa, de inmediato te volviste novia de ese hombre. Supongo que él era todo lo que yo no; rico, maduro, y elegante. Me rompiste el corazón y he estado reparándolo por todo este tiempo —Henry se levantó dispuesto a irse
—No… No es así, escúchame, el último recuerdo que tengo de nosotros es que volvíamos del viaje de México. Después llegué a casa, era tarde, fui a dormir y desperté en este infierno.
Henry parecía incrédulo
—No, Larissa, yo no recuerdo eso.
—Jamás te hubiera dejado, Henry, por nadie. Yo te amo, pasé cinco años a tu lado y solo sé que te amo —Larissa lloraba y Henry sintió que sus piernas flaqueaban, sus ojos también se nublaban por el llanto contenido, aún la amaba, ella se acercó lo suficiente para que su perfume de vainilla lo envolviera, sus bellos ojos verdes lo hipnotizaron, estuvieron tan cerca de rozar sus labios, hasta que Marcus apareció
—¿Interrumpo?
Henry negó y se alejó
—Debo irme.
—Espera —dijo Lara tomando su mano—. Mi hermana Margaret, ¿Tú la recuerdas?, ella murió.
Henry frunció el ceño impactado
—¿Murió? ¿Cuándo murió?
—Quiero decir… desde niña murió, tú lo recuerdas, ¿Verdad?
Henry la miraba dudoso y fijó sus ojos en Marcus
—Henry, Larissa está sufriendo de un periodo amnésico, te pido que no tomes en serio sus palabras.
Larissa lanzó una mirada furiosa a Marc, y Henry soltó su mano, estaba helado ante esa afirmación
—Tu hermana no está muerta, la conocí cuando los visitaba en verano. Lamento que estés pasando por esto, Larissa, pero por favor, no vuelvas a buscarme —dijo y sus ojos la observaron resentidos. Luego dio la vuelta y se alejó.
Marcus tomó el brazo de Lara invitándola a avanzar y ella se negó. Luego se fueron. Todo el camino fue silencioso, ni siquiera se miraron.
Al entrar a casa Larissa se encerró en su habitación, lloraba frustrada y enojada por lo acontecido. Cuando tocaron a su puerta dudó en abrir y ante la insistencia dejó que Marcus entrara a la habitación. Llevaba un vaso con agua y la medicina recetada por el médico.
—No voy a tomarla —dijo la chica sentándose sobre la cama
—Por favor, Larissa, debes tomarla, mejorarás.
—¿Y si no mejoro? Quizás no mejore, quizás empeore.
—No digas eso —Marcus dejó sobre una mesa el vaso de cristal y el frasco de pastillas y se sentó a su lado. Acarició su cabello con suavidad, mientras la miraba compasivo
—¿Por qué aún no recuerdo nada de la vida que me cuentas? ¿Por qué me siento tan extraña en este lugar?, Cómo si estuviera equivocada —Larissa sintió su cuerpo estremecerse de frío
—Debes descansar, después visitaremos al doctor Richardson, es un buen especialista, estoy seguro de que con él mejorarás.
—No. Por favor, no me trates como una loca —Lara limpió una lágrima antes de que corriera por su rostro—. Tengo una idea mejor, mañana iré al trabajo, quizás pueda recordar algo.
Marcus se mostró dudoso
—Lara, no sé si sea algo bueno, no estás en condiciones para volver, además recuerda que te concedieron un mes de descanso. Creo que lo mejor es que no asistas por ahora.
—No. Quiero ir. Eso haré, mañana iré contigo a la fundación Millenium y no lo discutiré más. De todas maneras, ante cualquier situación tú estarás muy cerca de mí.
Marcus intentó hacerla desistir, pero al ver aquella seguridad en su rostro se dio cuenta de que sus esfuerzos eran inútiles
—Está bien, mañana iremos a Millenium —dijo y se acercó a su rostro, Larissa se inquietó cuando fijaron sus miradas, creyó que la besaría, sintió temor y su cuerpo tembló, pero el hombre besó su frente con dulzura, luego se retiró de la habitación dándole las buenas noches
«Quizás estoy siendo injusta con él. A lo mejor de verdad estoy enferma y estoy lastimando su corazón, quizás pronto recupere mis recuerdos» pensó cuando se recostó sobre la cama y siguió meditando hasta quedarse dormida.
Más tarde Larissa despertó por un incesante golpeteo en la ventana. Adormilada se levantó y caminó hasta el cristal, cuando abrió la persiana no encontró al causante de aquel ruido, miró muy bien, estaba en el segundo piso y no había nada que causara aquel sonido que ya había cesado, ni una rama de árbol o gota de agua. Estaba por devolverse a la cama, cuando miró en el cielo unas luces blancas que lastimaron su visión impidiendo que las observara. Eran luces cegadoras que de inmediato desaparecieron, aunque Larissa creyó que podría ser un avión, no vio, ni escuchó nada alrededor. Frustrada intentó volver a la cama, y esta vez el sonido de unos golpes secos fuera de la habitación llamaron su atención. Parecía que alguien golpeaba el suelo de madera varias veces.
Larissa abrió la puerta y caminó ansiosa, iba descalza y bajó las escaleras con rapidez. Pero, la escena que encontró la petrificó en un instante. En medio de la sala estaba una mujer arrodillada, al lado de un hombre tendido en el suelo. La mujer cuyo cabello despeinado cubría su rostro, llevaba un cuchillo plateado con el que golpeaba una, y otra vez el suelo. Larissa se acercó temerosa y con cuidado, pero pareciera que la mujer no la notaba. Del hombre solo veía sus piernas y zapatos
—Hola … —titubeó temerosa al acercarse, pero no obtuvo respuesta, la mujer seguía empuñando el cuchillo al suelo con la mano derecha. En un intento por detenerla, Larissa tomó su brazo izquierdo. La mujer se detuvo y Larissa vio al hombre, su corazón se heló de terror, tenía el rostro cortado y bañado en sangre. La mujer llevó el cuchillo que chorreaba de sangre a su boca y con la punta de su lengua saboreó el líquido. Larissa la tomó de los cabellos descubriendo su rostro para mirarla bien, entonces, observó aquellos ojos totalmente grises, eran terroríficos, lo peor fue darse cuenta de que esa mujer era ella misma.