Capítulo VI. Un día en Millenium

1255 Palabras
Cuando los gritos de Larissa resonaron por la casa, Marcus se apuró a correr hasta su recámara. Encendió la luz y se acercó a la cama. Ella despertó de forma abrupta, enderezada y con los ojos desorbitados, temblaba de miedo, hiper ventilaba y su corazón latía tan fuerte. Marc creyó que estaba sufriendo algún ataque, pero pasados unos minutos se fue tranquilizando, entonces supo que todo era efecto de una perturbadora pesadilla que la había horrorizado —Tranquila, todo está bien —dijo Marc con voz dulce Larissa con el rostro pálido y mojado por lágrimas se levantó de inmediato. Miró alrededor observando los rayos de sol que entraban por la ventana —Sí… —titubeó temblorosa, pero intentó mostrarse tranquila—. He tenido una pesadilla, pero estaré bien —dijo la chica y caminó hasta el baño, dentro tomó una ducha y después se vistió. Marcus había preparado el desayuno, Larissa se encontró con él. Ambos estaban vestidos para ir a la fundación, y mientras desayunaban estaban silenciosos —¿Te sientes bien? —Sí, no te preocupes, nada me hará cambiar de parecer —dijo Larissa Al terminar de desayunar, salieron de casa y fueron en el auto de Marc rumbo a la fundación. La fundación Milleninum estaba ubicada en el centro de Houston, en un edificio de doce pisos. La seguridad para el ingreso era impresionante. Revisaron credenciales, temperatura y con detectores de metales. Finalmente pudieron entrar. Marc acompañó a Larissa hasta el piso ocho, donde se ubicaba su área de trabajo. La dejó frente a la puerta de su oficina, y después se marchó, quedándose inquieto por la seguridad de la chica. Larissa dudó antes de entrar, mientras leía el letrero en la puerta «Equipo de estudio de Tránsito fotométrico», cuando se atrevió a cruzar la puerta encontró un espacioso lugar en color blanco, una mesa rectangular de trabajo, escritorios con computadoras y proyectores de pantalla. Un joven estaba sentado, dándole la espalda, pero al escuchar sus pasos se levantó de inmediato, confundido la saludó con timidez —Buenos días, doctora… —titubeó y bajó la mirada—. Lamento mucho la muerte de sus padres. Larissa asintió. —Gracias. —Creía que usted volvería hasta el siguiente mes —dijo el joven —¿Cuál es tu nombre? —Soy Evan Jones, soy su asistente… —dijo incrédulo de que no supiera su nombre —Ah, sí, lo sé —dijo Larissa, observándolo con detenimiento, era un joven alto y delgado, de piel negra, ojos oscuros y cabello rizado—. Decidí venir a trabajar y distraerme, pero, hazme un favor, tutéame, me haces sentir muy vieja con el formalismo. Evan alzó las cejas, confundido, pues la actitud de Larissa le resultaba demasiado agradable y desenfrenada, bastante diferente a la usual —Espero que no le moleste al doctor Marcus. —¡Marcus es un idiota! —exclamó Larissa impulsiva, provocando la risa de Evan —Que conste que no lo he dicho yo —dijo el chico liberándose de culpa —¿Seguro que piensas igual? Evan asintió divertido e intrigado, ante la nueva actitud de su jefa. —Evan estoy teniendo algunos problemas de memoria, estos días son complicados —dijo Larissa muy seria, y Evan se mostró comprensivo—. Puedes recordarme en que proyecto trabajábamos. —Claro —dijo el joven acercándose a la pantalla del ordenador y mostrándole—. Estamos trabajando en la recién descubierta galaxia de Nix, buscamos exoplanetas. Larissa asintió, aunque no lo recordaba. Miró a su alrededor, nada de ahí le era familiar, y hasta ahora, lo único que le daba un poco de confianza era ese muchacho. —Evan, cuéntame un poco sobre el último día que vine a trabajar, siento que se me escapa algún recuerdo importante de ese día. —Bueno… —dijo Evan pensativo—. El último día fue el jueves, pues usted… Quiero decir tú, me comentaste que saldrías temprano, porque irías a un evento con tus padres. Después de las cuatro de la tarde saliste de prisa, porque tus padres te esperaban. Larissa estaba intrigada —¿Y ocurrió algo más? ¿Algo extraño? —¿Cómo qué? —preguntó Evan dudoso —Cualquier cosa anormal que recuerdes, me ayudaría mucho. Evan se sentó en una silla e intentó recordar —Quizás te refieras a lo de San Luis —dijo Evan —Explícamelo —Larissa estaba ansiosa —El doctor Xhan vino a trabajar en nuestro laboratorio el lunes pasado, porque dos personas de su equipo enfermaron de fiebre tifoidea, así que comenzó a contarnos sobre su trabajo, y al día siguiente nos enteramos sobre San Luis. Larissa seguía confundida. —. Según Xhan detectaron una explosión energética y enviaron un equipo de Millenium a investigar. Pero, no encontraron nada, en cambio, trajeron consigo piedras de San Luis. Pero, cuando las trajeron el doctor Xhan no estaba, pues se enfermó de la fiebre, y tú y yo lo recibimos. —¿Por qué?, si nosotros no sabemos nada sobre ese tema. —Tú estabas muy interesada, incluso estuviste investigando, hasta utilizaste las medidas de seguridad pertinentes. Sin embargo, vinieron unos doctores y se llevaron el material, excepto la muestra que te quedaste. —¿Qué muestra? —preguntó Larissa incrédula —Te quedaste con restos de las piedras, el último día que viniste a trabajar te llevaste las muestras y dijiste que investigarías en tu casa. Me pediste que siguiera trabajando y te informara cualquier novedad. Larissa se quedó pasmada, ese no era su campo de investigación. «¿Por qué me llevé esas muestras?» pensó intrigada. Fueron interrumpidos por el doctor Ávila, quien se sorprendió de ver a Larissa ahí. Les pidió que lo acompañaran, hasta su oficina. El doctor Ávila se encargó de informales que la fundación Millenium no iba a continuar con el proyecto de tránsito fotométrico, por ese motivo iban a despedirlos. Sin embargo, el hombre le entregó a cada uno un cheque muy generoso, que impidió que alguno tuviera inconveniente en entender. A Larissa le daba igual, de todas maneras, ese lugar no significaba nada para ella. Cuando abandonaron la oficina, Larissa pidió a Evan que le diera su número telefónico y dirección —Podríamos estar en contacto, si necesito cualquier cosa, o tú necesitas, podríamos ayudarnos. —Sí. Necesitaré una carta de recomendación de tu parte —dijo Evan, pero fueron interrumpidos por Marcus quien lucía angustiado —¿Qué sucede? —dijo Marc mirando con desconfianza a Evan, quien parecía incómodo —Estoy anotando mi dirección para Larissa —dijo terminando, luego se despidió y se retiró Solos, Marcus se dirigió a Larissa —Lamento que haya terminado el proyecto, pero no te preocupes, hablé con Ávila y dentro de un mes te empleará en un nuevo proyecto. —No es necesario —dijo Larissa convincente, provocando la duda en Marc—. Ya no quiero trabajar aquí. —Pero, ¿Qué dices?, es un gran trabajo. —Para mí no. Ya debo irme. —Bien. Vamos a casa. Larissa estaba incómoda de irse junto a Marc, pero no tuvo opción y se asombró de que al salir nadie la revisara, como al ingresar —¿Acaso seguridad nos deja salir sin revisión? —A nosotros, los jefes, sí. Larissa se quedó callada, pero pensó en lo sencillo que debió resultarle sacar las muestras de San Luis aquel día, y la duda de por qué lo habría hecho la atormentó por el resto del camino.
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