Mientras caminaba por la larga avenida de la playa de las Canteras, solo me apetecía disfrutar de un largo día de sol y cervezas fresquitas en una de sus numerosas terrazas. Richy solía elegir la que ofrecía más vistas panorámicas de la playa, atestada por esta época por grupos de jóvenes divirtiéndose mientras practican vóley o tenis playa. A nadie le amarga un dulce, así que yo simplemente apoyaba la moción.
— ¡Es que de verdad Oly! ¿Te puedes creer que aún le estoy dando vueltas a lo que me contaste anoche?
— ¿A cuál de ellas? —me burlé con mi mirada irónica.
—Pues a esa de la sauna. ¡Es que de verdad! Ahora que lo pienso fríamente, ¿acaso no temes las consecuencias de ese tipo de contratiempos?
Le miré como quien escucha otra de las reprimendas típicas de madres. Por supuesto siempre hay otra cara de la moneda. Siempre hay consecuencias en las decisiones que tomamos. Incluso para alguien que no se preocupa por ellas.
—No me mires así... Sabes que no te critico. ¡Me encanta tu vida y tu forma de vivirla! pero, imagínatelo por un momento. Estando allí expuesta antes diez tíos que no tienen, y sabes que en muchas ocasiones ha pasado, nada de perder. Son ricos e indudablemente más poderosos que tú y yo juntos.
—Pero no pasó nada..., salí airosa de ese desafortunado encuentro —quise convencerle para que dejara la idea que quería imaginar.
—Pero nena, sé que no será la primera vez que te encuentres en alguna otra situación similar. ¿Y entonces, qué harás? Porque supongo que algo habrás aprendido de ello ¿no?
—Quizá... —sonreí a medias, a sabiendas que conociéndome como lo hacía, mis acciones no siempre me conducirían al final esperado, pero que aun así mis impulsos eran quienes seguían guiándome. Así que, para qué darle más vueltas.
—Pues nada, dejo el tema. Solo que a veces temo, y eso no me gusta reconocerlo, que alguna de tus aventuras podría acabar realmente mal...
—Bueno... ¿y ahora hablas como mi madre? —me enfadé un poco.
—Algo tengo de tu madre, y es que ambos te queremos Oly. Ninguna queremos que un mal día te encuentren como una de esas muñecas sin alma, arrojadas y rotas en una cuneta.
— ¡Ahí va eso! Está claro que te has levantado hoy en modo drama —le miré con intensidad y una sonrisa de cariño, pues sabía que su cara preocupación por mí era verdadera. No quería enfadarme con él en aquel maravilloso día. Simplemente lo dejaría pasar una vez más.
— ¡Venga, termínate esa birra para irnos al agua! este calor me está asando.
Vi cómo se esforzaba para no pensar más en su repentina preocupación y en no seguir dándome la vara.
— ¡Y esta noche, fiesta! —bailé animada mientras caminaba dirección al mar —. Porque sigue en pie nuestra ruta de pubs ¿verdad?
—Si claro, ya he hablado con el grupo para vernos allí sobre las doce.
"What?" quise disimular mi expresión de sorpresa ante aquella respuesta, pero creo que no pude del todo.
— ¿¡Qué grupo!? pensé que solo iríamos nosotros dos...
—Ah, ¿en serio no te había comentado que íbamos con un grupo de compañeros de la "Uni"?
—Pues no que yo recuerde...
¡Genial! pensé irónicamente. No es que no me gustara salir con más gente, pero no era mi plan perfecto. Eso me pasaba por dejar que Richy organizara algo.
— ¿Te molesta que vayan ellos? Parece que te haya caído como una jarra de agua fría.
— ¡No para nada! —disimulé drásticamente mientras mis pies tocaban el mar —Más gente más diversión, ¿no? —Y aunque no lo pensara de verdad, así debería ser —. Además, ¡no hay nada que me gustaría más que no salir de esta agua tan fresquita! —me burlé dándole un doble sentido a su frase final.
*****
Las doce y media y aún estamos esperando por ese grupito de colegas de Richi, ¡¿en serio?! sí había otra cosa que me cabreara más que la perspectiva de una noche sintiéndome apartada por un grupo de desconocidos, era que encima estos fueran impuntuales.
—Allí vienen, ya era hora... —aceptó Richy alegremente.
Vimos cómo una hilera de cuatro chicas y seis chicos se acercaban a las puertas del primer pub en el que habíamos quedado.
"Sentimos el retraso”, aclamaron con voz de disculpa. “No había manera de aparcar en esta zona".
—Les presento a mi "best friend" Olympia, acaba de llegar de recorrerse del norte de Europa.
Mientras Richy me presentaba acepté algunos halagos vanos y unas pocas miradas curiosas, como ya era costumbre para mí. Sobre todo, por las chicas del grupo que ya parecían haber formado su propia zona selecta. Por suerte para mí, yo nunca había sido de las que buscara encajar.
— ¡Al fin hemos podido conocerte! Ricardo, no ha hecho otra cosa que hablar de ti —confesó una de las chicas.
Yo, le sonreí satisfecha, sobre todo a ver la falta de familiaridad que demostraba nombrando a mi mejor amigo por su odiado nombre de pila.
—Aun seremos alguno más, dos exactamente. Ellos ya nos verán dentro. ¿Nos vamos ya?
"Of course!" acepté casi suplicando de ansias por bailar sin descanso, siendo la primera en adentrarse en el bullicioso local.
La música era todo un clásico del pop-dance, así que no dudé en ir directamente al centro de la pista olvidando al resto.
Y así, una canción tras otra.
—¿Oly!... ¿¡Olympia!? —mi nombre sonaba como un leve susurro sobre la canción que me obligaba a canturrear a voz de grito. Miré en su dirección por primera vez en el tiempo que hubiera pasado desde nuestra llegada y allí estaba Richy, caminando entre el gentío con cierta dificultad hasta llegar a mí.
— ¡AL FIN TE ENCUENTRO MI BELLA! —sonrió aliviado cogiendo mi mano — ¡TE HE TRAIDO ALGO DE BEBER, TIENES QUE ESTAR MUERTA DE SED CON TANTO BAILOTEO!
—¡OH GRACIAS! —grité igualmente en respuesta, era casi imposible hablar sin levantar la voz, aunque nos separaran unos pocos centímetros.
—MIRA, AHÍ LLEGAN LOS REZADOS, ESTOS SON... MARIO Y PETER, SU SOCIO.
Levanté la mirada de mi copa, alertada al instante, para mirar en la dirección que Richy me señalaba. Por desgracia, aquellos dos nombres seguían siendo familiares para mí y mi cara, estaba segura, no fue capaz de disimular el shock de ver juntos a los nombrados. Mario, mi ex desde mi último año de instituto, junto a mi rollo aéreo de tan solo unos días, Peter.
Miré instantáneamente asombrada a Richy con una pregunta en mayúscula en mis ojos. ¿¡HABLAS EN SERIO!? Él sonrió y giñó un ojo malinterpretando mi expresión.
— ¡VAYA! —contesté a voz de grito entre el ruido y la desesperación —. PUES VA A SER VERDAD ESO DE QUE EL MUNDO ES COMO UN PUÑETERO PAÑUELO.