Capítulo 3

2057 Palabras
Me levanto abruptamente de la cama preocupada, dirijo inmediatamente mi mirada hacia el reloj que se encuentra en mi mesa de noche. — ¡Mierda!, es tarde — salgo lo más rápido que puedo de la cama —. ¡Carajo! — exclamo al sentir la superficie dura del piso a mi costado — Excelente Joha, esto solo te ocurre a ti — me regaño a mi misma Me quedo viendo un momento al techo, con ganas de seguir acostado sin ganas de ir al trabajo. Después recuerdo el imbécil de mi nuevo jefe y se me pasa, me inclino para llegar hacia la sábana con la que me enredé hace unos momentos. Después de una lucha interminable, por fin me libero de ella. Camino malhumorada hacia mi cuarto de baño, sin muchas ganas de tomar un baño realmente pero como soy una buena niña se que debo de tomar una. Refunfuño antes de entrar en la ducha, me quedo viendo los azulejos extrañando la suavidad de mi cama al instante. Me pongo debajo de la pileta tomando fuerza para abrir la llave del agua. — ¡Maldita sea! — grito al sentir la temperatura helada chocando con mi piel En serio que hoy no es mi día definitivamente, me alejo al instante esperando que su temperatura aumente un poco para tomar una verdadera ducha. Cosa que nunca pasa, por lo cada cierto tiempo solo tomo un jabón restregando mi cuerpo y entro de vez en cuando tratando de que mi cuerpo se adecué. — ¡Está maldita cosa acaso no piensa calentar!, a veces me preguntó porque pago si a veces ocurre esto... Salgo de la ducha tiempo después, aunque uno muy corto cabe destacar. No soportaba más estar ahí, además que voy tarde si seguía luchando allá adentro llegaría aún más tarde. Voy casi que trotando hacia mi cuarto, me visto con lo primero que veo; un blazer n***o con una camisa de vestir blanca, unos tacones y un pantalón de vestir. Estando lista la ropa, camino hacia el espejo. Decido retocarme con un poco de rubor, brillo de labios. Lo cual espero que disimule cuánto me desvele leyendo la noche anterior, tomo mis llaves aseguro todo y salgo hacia la calle dispuesta a tomar un taxi. Si tomo el metro, o un colectivo jamás llegaré. Así que eso hago, en el camino me voy imaginando el regaño que me dará ese imbécil pero optó por ignorar esos pensamientos. Me encuentro triste porque el señor Ben ya no estará alrededor, se que dijo que iría la mayor cantidad de veces posibles. Pero el era la razón por la que podía ignorar todo lo malo que pasó ahí, no es que le de mucha cabeza siendo sincera. Me deshago de mi tren de pensamientos negativos cuando siento que nos detenemos. — ¿Cuánto es señor? — le pregunto amable al conductor Se dispone a decirme el costo, por lo que le pago sin mucho problema para luego salir del auto. Camino con solo mis pertenencias personales encima, que consiste en una cartera; una que llene a las carreras. — Aquí vamos de nuevo.. Entro al edificio, a penas entro siento como se dirigen las miradas hacia mi. Pero decido ignorar como siempre lo he hecho, camino hacia el ascensor con calma. Veo la hora en el reloj de móvil notando que me sobra un par de minutos. Tal vez debería estar feliz por este hecho, pero es todo lo contrario. Después de todo corrí como loca por todas partes estando lista lo más rápido posible. Me siento algo incómoda cuando me muevo. — Esto no me puede estar pasando.. — me digo en el silencio del ascensor que aún no sube Cuando sus puertas están apunto de cerrarse, aparece una mano de no se dónde para detener de que siga avanzando. Sinceramente eso me importa muy poco, ya que solo puedo pensar en una sola cosa. — ¡¿Como Mierda se me pudo haber olvidado ponerme panties?! ¡¿Que carajo pasa por tu cabeza Johalis?! — estoy tan enfrascada regañandome que no me doy cuenta de quién entró Levanto la mirada extrañada al notar que alguien me observa, al hacer esto veo al nuevo imbécil. — ¡Esto es increíble!, cuando pensaba que no podía ir peor Por inercia dirijo mi mano de manera disimulado hacia mi entrepierna, agradezco haberme puesto un pantalón suave por lo que no me molestará mucho allá abajo. — Buen día señorita — su tono de voz a mis oídos suena desagradable — Buen día señor McKnight Saludo separando mi mirada de él esperando que el ascensor llegué a nuestro piso, es justo en este momento donde me molesta el hecho de que nuestras oficinas se encuentran en el mismo lugar. Espero impaciente, sumamente molesta por tener que estar encerrada en esta cabina de metal con este hombre. — ¿No cree que debería saludarme de una manera más educada? — pregunta de manera suspicaz — No cree que debería quedarse callado en lo que llegamos a nuestro destino — atacó en su contra — ¡Oye niña!, esa no es la mejor manera de dirigirte a mí — No soy ninguna niña sabes muy bien mi nombre, y me dirijo a ti como quiera Decido en lo que queda de este pequeño vieja ignorar la mirada molesta que me dirige, murmura algo que no alcanzo a escuchar solo me doy vuelta en mi posición dispuesta a ignorarlo en su totalidad. Suspiro complacida cuando se abren por mis está puertas, siento como si fueran la entrada al cielo. Al saber quién viene detrás de mi, de manera disimulada coloco mi cartera atrás. — No creo que vaya a ser tan atrevido de verme, pero uno nunca sabe.. — ¿Disculpe? — dice él Me volteo sin querer más está guerra campal entre nosotros, además es diferente porque ahora nos encontramos bajo la vista de esta cuerda de chismosos que parecen no tener más nada que hacer que estar pendiente de los demás. — ¿Si? — pregunto de manera neutral, dispuesta a llevar la fiesta en paz — Es que necesito su ayuda en algunas cosas, creí que como mi padre me dijo que cualquier duda me dirigiera a usted.. Tal ves otros no puedan notarlo, pero debido a la distancia que hay entre nosotros yo si logro distinguir la mirada avergonzada en su rostro. No hay que ser adivino para darse cuenta que esto se debe a que no le gusta pedir ayuda. — Ya que el señor Ben lo dijo no tengo problema, dejo mis cosas en mi oficina y luego me dirijo a la suya.. No espero su respuesta solo me encamino a mi oficina, al entrar en ella me siento más tranquila. Debido a mi nuevo descubrimiento, me sentía extraña es casi como si pudiera sentir que todos sabían que no llevo ropa interior. — ¿O tal vez si? — me doy un leve vistazo —, menos mal Me encuentro mas tranquila, gracias a Dios el pantalón que decidí usar no es un poco traslúcido. Eso me preocupaba demasiado, pero eso no indica que me sienta más tranquila con mis partes nobles sin protección. Como me conozco como lo hago, siempre estoy precavida. Abro el cajón de mi escritorio, casi completamente segura de que de seguro tendré algún cambio en ella. — Esto no puede ser posible, hoy de todos los días tenía que pasar todo esto — coloco mi frente en la superficie del escritorio exasperada No hay ninguno. Aquí es cuando recuerdo que hace unos días los lleve a mi casa para lavarlos, además que sentí innecesario el hecho de seguir teniendo esto aquí porque nunca me había visto en la necesidad de usarlo; bueno descontando esa vez. Depósito mis cosas en su lugar, estando más tranquila luego al saber que realmente no se nota que no llevo nada. Salgo de mi oficina encaminada hacia la oficina del señor Ben, dónde ahora reside su hijo. Como no es ya su oficina, optó por tocar. — Pasé — escucho levemente a través de la puerta Entro como así lo dice, camino directamente hacia la silla del escritorio no queriendo estar parada mucho tiempo ya que podría darse cuenta de mi pequeño problemita. No doy ningún vistazo alrededor porque me conozco este lugar como la palma de mi mano. — Muy bien señor, ¿Que es lo que no entiende? — digo cortés — Puedes porfavor dejar de llamarme señor, es exasperante — No puedo hacer eso señor — digo a propósito con una sonrisa Me ve con una mirada fulminante ya que marque aún más aún la última palabra, pero aún así mi sonrisa para nada natural se desvanece de mi rostro. — En serio que eres irritante — me dice con voz sería — Tu te lo buscaste — respondo de la misma manera, —. ¿Que es lo que no entiendes? — pregunto yendo directa al punto Suspira para luego explicarme qué es lo que quiere saber, con profesionalismo procedo a explicarle todo lo que no entiende. Asiente algunas veces, pero en otras me dirige una mirada confundida pero no duran mucho porque tiempo de pues asiente entendiendo lo que quiero decirle. — Captó muy rápido todo — asiento complacida por su rápido curso de acción Estando todo listo me encuentro dispuesta a levantarme para dirigirme a mi oficina, sin ningún deseo de querer permanecer mas tiempo en este lugar. — Espere señorita Johalis — su voz me detiene en seco Detengo mi movimiento para luego posicionar mi mirada de nuevo en él, a pesar de que ya no parecemos perros ni gatos. No me termina de convencer su presencia, captó algo rápido en su mirada pero así como llega desaparece. — Que extraño — pienso para mí Creo que eso es lo malo de ser tan observadora, no se me escapa como me ve en algunas ocasiones. Notó como no ve a los ojos, ve a algún lugar menos a mí esa acción me extraña pero decido no indagar después de todo no es como si fuéramos amigos. — Se que comenzamos con mal pie, por lo que quisiera presentarme nuevamente — estás nuevas palabras, me hacen verlo bajo una luz diferente —. Mucho gusto señorita, soy Keaton McKnight Estiró mi mano, entrando en contacto con la suya me presento de la misma manera. Es solo en ese momento que puedo ver nuevamente sus ojos, ahí es cuando notó que sus ojos mieles son más claros de lo que pensaba. Separó mi mano de él, y con asentimiento de cabeza me despido de Keaton McKnight. Salgo rápidamente de la oficina, camino lentamente hacia la mía. — Bueno, al parecer esta convivencia no será tan dura como esperaba Es lo último que digo antes de comenzar a trabajar, como ya tenía casi todo adelantado. Solo me encuentro agendando algunas cosas, citas y algunas cenas de negocios sin mucho problema. — Cuanto quisiera tener una vista panorámica de la ciudad como la oficina del señor Ben.. Se podría decir que eso es lo único que me desagrada, porque este trabajo es muy cómodo. Vivo remotamente cerca, en un buen lugar, con un buen sueldo y puesto cómodo. Se podría decir que la vida me ha tratado bien, pero todo es gracias a mi propio esfuerzo. A eso y a la buena fortuna que me ofreció Dios de estar aquí sentada ya que sin él no podría estar aquí feliz de mi empleo, estabilidad financiera; una que me ayuda a poder apoyar a mi familia. — Creo que ya es momento de irme — digo al ver la hora Me levanto de mi posición, cerrando todo dispuesta a salir de aquí. Tomo mis cosas, saliendo del lugar tomando mi rumbo rutinario hacia mi apartamento en el camino pensé encontrarme a Keaton pero no fue así. — Espero que se esté adaptando bien — es lo último que digo antes de entrar por fin a mi apartamento Dispuesta a recuperar las horas de sueño perdidas por tener que ir a trabajar, me retiro rápidamente mi ropa. Estando como Dios me trajo al mundo me acuesto en mi cama, al instante me duermo en los brazos de Morfeo; el Dios del sueño.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR