Terminé de escribir la última crítica, y me recosté en mi silla. Dejé salir el aire reprimido y pasé una mano por mi cabello. Estaba totalmente exhausto, luego de tener que leer más de veinte artículos en todo el día; y a eso sumándole que tuve que aguantarme a Samuel jodiéndome con sus indirectas para cansarnos.
Rodé los ojos y me levanté del asiento. Yo no me iba a casar, y mucho menos con él. Pero no podía llegar y decirle “Hola Sam, ¿por qué no aceptas que no quiero pasar toda mi vida contigo?", sería muy hijo de puta, además de que mi familia y la de él se me vendrían encima.
Salí de la oficina y miré la hora; seis y media de la tarde, un viernes.
—Uhm —tarareé.
Pasé frente al escritorio de Kate, y vi que se había quedado dormida.
Perezosa
Me acerqué sin hacer mucho ruido y me puse detrás de ella. Su rostro estaba recostado encima de algunos documentos, y cuando grité su nombre; aquellos salieron volando.
Su cabeza se levantó rápidamente, y pronto un fuerte dolor apareció en mi nariz.
—Oh mierda —musité.
Ella volteó rápidamente, y pronto su cara tomó un tono más claro que de costumbre.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas y algunas gotas de sangre cayeron al suelo. Me había comenzado a sangrar la nariz.
—Trae el botiquín —dije — ¡Rápido!
Su cuerpo se perdió de mi vista y toqué el puente de aquella. El día no podía ser más estresante y ahora estaba sangrando, genial.
Revisé mi teléfono y marqué el número de Jacob, para que viniese a recogerme. Podía llamar a Sam, pero era obvio que no lo haría.
Reí como estúpido, y luego de unos segundos su voz hizo aparición, erizando los bellos de mi nuca.
— ¡¿Qué pasa, Oliver?! —gritó. Su euforia era notoria.
— ¿Dónde estás? —cuestioné. Era muy temprano y el ya andaba en discotecas.
—En una fiesta —respondió. Simple, sencillo.
Kate llegó y me hizo sentarme en su silla, no era muy cómoda, pero necesitaba que me curara esa mierda.
—Necesito que vengas por mí. —hablé nuevamente por mi celular.
La línea quedó un tiempo en silenció hasta que por fin se oyó su voz —Esta bien, —Jacob aceptó. —En unos minutos llego.
Colgué y dejé que mi secretaria terminara de curarme.
— ¡Ten cuidado! —chillé cuando tocó una parte sensible de mi nariz. — ¡Me duele, puta!
— ¡Señor! —su voz salió furiosa — ¡No me diga puta! ¡Respete!
Se alejó y pateó mi tobillo, haciéndome gemir de dolor.
— ¡Renuncio! —continuó y se fue.
— ¡Igual te iba a despedir! —Exclamé.
Acaricié mi tobillo, y terminé de hacer las curaciones que me faltaban. Cuando logré estabilizarme de pie, Jacob apareció en mi visión y cojeé hacia él.
El recién nombrado me miró y una ronca carcajada salió de sus labios. Imbécil.
— ¿Qué sucedió? —mordió su labio inferior tratando de aguantar la risotada.
Lo miré mal y contesté: —Kate.
— ¿Ella hizo todo esto?
—Si.
Jacob pasó a mi oficina y tomó mi maletín, para luego, subir los dos al ascensor. No nos acercamos, y era preferible.
Al salir, fui a tomar el objeto y nuestras manos se rozaron. Miré hacia abajo, y un anillo adornaba su dedo anular.
Bien
Nickolas ya le había dado su anillo de compromiso. Jacob lo tenía puesto. Se iban a casar. Iban a formar una familia. Jacob se olvidaría de mí.
Negué levemente con mi cabeza y me subí de copiloto al auto de Thomas. Su cuerpo llenó el asiento de mi lado, y el calor comenzó a llenar mi cuerpo, cuando quitó el abrigo de sus hombros.
—Dios ayúdame —susurré.
Me removí incómodo en mi lugar y estaba malditamente seguro de que Jacob lo notó; ya que, las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba.
— ¿A dónde quieres ir? —su ronca voz llenó el auto, y cerré los ojos.
Por favor... Además, no estaba en condiciones de follar.
—A mi departamento.
—Pero Sam no está —murmuró. Sus grandes ojos esmeralda me miraron y no pude hacer más que encogerme de hombros.
Podía jurar que él estaba tratando de provocarme, pero no iba a caer. La tenía su prometido.
Aunque, me había dado cuenta de que mis decisiones — hablando de Jacob—, no eran las más razonables. Trayendo al caso, que con el siempre que yo decía no, luego de un momento me retractaba y seguía con nuestra extraña “relación".
Asintió, prendió el auto, y comenzó a manejar por las calles, mientras yo pensaba en todos los años que llevábamos de amistad, y obviamente en cómo me lo había follado.
La erección que tenía era difícil de ocultar, así que no me importó tratar de taparla.
Unos minutos pasaron y me di cuenta de que Jacob no estaba manejando hacia mi departamento.
— ¿Qué haces? —pregunté sentándome en una posición correcta.
—Espera.
—Mierda Jacob, quiero ir a dormir.
—Cállate, enano de mierda —gruñó.
Lo miré un poco— muy desconcertado.
—Hijo de puta, —escupí —Maldito, estúpido.
—Si, si, si —sonrió —Ahorita no dirás eso.
—Mamarracho —seguí.
—Para —me cortó.
— ¡Retráctate! —yo no era un jodido enano.
—Me retracto, ahora cállate —miró unos segundos mi rostro esperando algo. Así que asentí —Bien.
Paramos al lado de una avenida no muy transitada y el castaño quitó su cinturón de seguridad rápidamente.
—Quiero una clase, Oliver —habló de repente.
Mi boca formó una “o” y pregunté: — ¿En serio? ¿Aquí?
—En el asiento de atrás.
Miré mis pantalones y aún tenía la erección, apreté el bulto con mi mano y mi respiración se entrecortó. Elevé mi vista y pude ver a Jacob mirar todos mis actos.
Era hora
Me pasé para el asiento trasero, y el oji— verde me siguió.
—Hazme primero una mamada. —hablé.
Jacob aceptó en cuestión de segundos, y pronto lo tuve de rodillas — no muy cómodo— delante mío.
Su cuerpo estaba en una posición no muy buena, pero que no le molestaba en absoluto.
Abrí la cremallera de mis pantalones, y los bajé.
Thomas comenzó a tocar mi pene por encima de la tela de los bóxer, y puse mis manos detrás de mi cabeza.
Apretó y gemí.
—Levántate un poco —demandó y lo hice.
Mi ropa interior, y mis pantalones se encontraban en mis tobillos, y sentí un poco de dolor por el jodido golpe de Kate.
—Bien —musitó con su vista fija en mi polla. —Comencemos.
Sus dos manos la tomaron y comenzaron a acariciar.
Dejé que hiciera lo que quisiera conmigo, estaba muy estresado y un poco de sexo oral era lo que necesitaba.
Jadeé en voz baja cuando su boca sustituyó sus manos, y gemí cuando lo tomó casi todo en su boca.
—Oh mierda —cerré los ojos, dejándome llevar por las sensaciones. —Si— sigue, corazón.
Chupó un poco fuerte y me removí en el asiento. Podía escuchar algunos autos afuera mientras pasaban por nuestro lado, pero no le tomé importancia.
—Para, ya. —lo alejé lo más rápido posible, al comenzar a sentir algunos espasmos atravesar mi cuerpo.
Él se levantó y se sentó a mi lado, mientras yo trataba de respirar un poco más regular.
El comenzó a sacar su camisa, pero lo paré, quería hacerlo yo.
Por cada botón que iba quitando, un beso era depositado en la piel que era expuesta.
Su torso no era el mejor, y podía decirse que había perdido todo el trabajo; por el que había luchado durante dos años en el gimnasio, pero no importaba. Eso no lo hacía menos apetitoso, para mí.
Pasé mi lengua por su tatuaje de mariposa y gimió.
Bajé mi mirada a sus pantalones y rápidamente los desabroché, bajándolos con todo y ropa interior.
Las ventanas del auto estaban empañadas, al igual que la pantalla de mi teléfono que se encontraba en el asiento del frente.
— ¿Tienes condones? —no podían faltar. Confiaba en que Jacob no tenía ninguna enfermedad, pero era mejor prevenir que lamentar.
—En mi bolsillo. —dijo.
Busqué en su pantalón y saqué lo que tanto había esperado encontrar.
Lo abrí con mis dientes, y lo deslicé por mi polla.
Pensé unos segundos cual sería la posición que le enseñaría a Jacob, y por el poco espacio que teníamos decidí por una fácil.
—Hoy haremos una que se llama "la profunda".
— ¿Qué hago?
—Recuéstate y lleva tus rodillas hacia tu pecho.
El hizo lo que dije y me acomodé en medio de sus piernas, las tomé por los muslos y cuando iba a penetrarlo, se alejó un poco.
—Lubrícame —musitó.
—Pero si ya lo estas, —su cabeza se movió negativamente varias veces y rodé los ojos —Demonios, estas más abierto que parque de atracciones con promoción dos por uno, y sales con esto.
— ¡Oliver! —golpeó mi ante— brazo y comencé a reírme.
—Tranquilo —lo calmé —El condón trae el lubricante necesario.
Miró mi rostro unos segundos, y pude ver cómo pasó su mirada por cada parte de él, luego, asintió.
Me acomodé nuevamente y comencé a empalarme lentamente.
Suspiró y empecé un vaivén, que se sentía sumamente bien.
Tomé su pene y comencé a masturbarlo, mientras yo continuaba con las embestidas lentas. Con sus manos tomó mi rostro y me besó por vez primera. Sus labios se sentían dulces y gustoso seguí su beso.
Me alejé y planté un beso en su frente, para luego tomar sus muslos nuevamente, y empezar las penetraciones mucho más profundas.
Gimió cuanto toqué con mi polla su punto P, así que seguí follándolo más profundo, para darle el placer que él deseaba.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas, y mis gemidos subieron de tono. Cualquier persona que pasara delante del auto podría oírnos, pero no vernos.
Las luces del coche estaban apagadas, además de que ya era de noche. Eso era fantástico.
—Oliver, —chilló —Me voy a venir. ¡Oh mierda!
Mi cuerpo comenzó a llenarse de espasmos leves.
—Vente para mí, bebé —pedí.
Tomó su polla, y comenzó a bombear al mismo tiempo que yo lo penetraba.
Un ronco gruñido salió de sus labios, y su corrida manchó su abdomen.
Dejó caer su cabeza hacía atrás y respiró profundamente.
Una sonrisa escapó de sus labios, y luego de tres embestidas más. Me dejé llevar por otro de los gloriosos orgasmos que me daba aquel hombre.
Me dejé caer encima de él, sintiendo como sus brazos se envolvían en mi cuerpo y traté de regular mi respiración.
Unos minutos pasaron, en realidad no sabía cuántos, pero cuando pude sentirme totalmente estable, me levanté de su cuerpo, salí de él y me quité el condón.
—Vístete, que debe ser muy tarde.
Asintió y comenzó a ponerse sus calzoncillos. Miré todo el auto, pensando en donde debería dejar el condón usado, encontrándome con...nada.
Así, que hice lo más fácil que pude y bajé la ventana del auto. Tiré el objeto al pasto que había cerca de nosotros y alguien se aclaró la garganta a mi lado.
Giré lentamente mi mirada hacia do de había venido el sonido, dejándome ver a un policía.
Joder
Le sonreí y cuestioné sin saber que más decir: — ¿Qué lo trae por aquí, señor oficial?
El hombre levantó una ceja y con una voz demasiado gruesa, habló: —Escándalo en vía pública. Por favor, baje del auto.
Levanté mis manos en rendición y volví adentro donde Thomas ya se encontraba vestido. Su rostro estaba rojo y le sonreí en disculpa.
—Creo que vamos a ir unas horas a la estación de policía.
Me puse mis prendas en un tiempo récord, y abrimos la puerta para salir.
El oficial abrió sus ojos un poco, al darse cuenta de que no estaba con una mujer.
Se acercó a nosotros y se cruzó de brazos.
—Llamaron por supuestamente unos adolescentes en un auto, teniendo relaciones sexuales. Eso podría llamarse escándalo público. —informó.
—Lo sentimos mucho, oficial —se disculpó Jacob.
El negó y prosiguió: —Dos hombres mayores de edad como ustedes, haciendo estas escenas, no deja mucho que pensar. —pausó unos segundos —Ahora, suban a mi patrulla. Vamos a la estación.
— ¿Y el auto? —no podíamos dejarlo ahí. Lo robarían.
—Tranquilo, una grúa viene en camino.
Asentí derrotado y junto al rizado, subimos a la patrulla.