Adele pasó de ser la mujer de un buen hombre a ser la rehén de un asesino que solo deseaba poseerla en cuestión de horas. Ryan, desde las sombras, planificó todo con estrategias, contaba con las personas necesarias para llevarlo a cabo, no permitía margen de errores en ningún procedimiento y quien se equivocara fácilmente era asesinado. No le temblaba el pulso para cortar cabezas, era frío como un iceberg.
Ella debía someterse a cada cosa que él le pidiera sin derecho a reclamar. Cuando él ordenaba algo nadie podía negarse por muy arriesgado que fuese. Con Ryan aprendió que negarse era morir, en simples palabras.
Aún recuerda el momento en que llegó a ese sitio, parecía todo sacado de una película de terror de esas en las que no puedes escapar del monstruo que te persigue hasta atraparte y dejarte sin salida. Justo así se sintió Adele al ver pasar la vida ante sus ojos cuando fue raptada en medio de la fiesta de antesala al lanzamiento oficial de la nueva línea de lencería de Victoria's Secret, tras una fuerte balacera iniciada por los hombres de Ryan.
Todos los artistas del momento se encontraban en aquella fiesta, empresarios, inversionistas... En fin, una cantidad impresionante de personas atestaban el recinto donde se celebraba la antesala del lanzamiento de Boudoir, la nueva línea de lencería exclusiva de Victoria's Secret. Adele era la invitada de honor por ser imagen de la reconocida marca de ropa íntima. Acudió con un par de amigas ya que Brandon no pudo viajar con ella en esa ocasión. Entre bailes y tragos, nadie se dio cuenta que en el lugar los hombres de Ryan esperaban la orden para atacar. Una sola palabra de Ryan y ellos De pronto, todo se oscureció y un fuerte disparo se escuchó, los asistentes se echaron al suelo, entre gritos y llantos, la gente corría para no ser alcanzados por las balas pero más de uno cayó sin poder evitarlo, tiñendo el suelo del gran salón de sangre tan roja como el carmesí.
Para el momento en que se se percataron de que Adele ya no estaba en la fiesta era muy tarde.
Ryan, entre arañazos y golpes que Adele le propinaba en defensa propia, se vio obligado a dormirla. No quería ni podía matarla, ella era su más preciada adquisición. Llevaba semanas planeando su captura y no podía dejarla ir tan fácilmente. Se contuvo al ver la lencería que vestía bajo su vestido n***o, de haber sido por él la hacía suya allí en el vehículo, sin importarle que les vieran o escucharan. Cuando ella despertó, estaba acostada en un sofá y él la observaba con total descaro, ojos lascivos y un vaso de whisky en la mano derecha, mientras con la izquierda se tocaba el m*****o. Imaginarla desnuda le ponía mal y no esperaba el momento de hacerla su mujer.
Ella miró a su alrededor, no reconocía el lugar. Se sentía extraña, él se dio cuenta de ello y le cuestionó al respecto. Adele no pronunció ninguna palabra, no quería decir nada que le hiciera enfurecer. Su plan era salir viva de allí, por tanto, lo más sensato era no hacerle enojar. Él comenzó a acercarse a ella con lentitud, sus ojos grises llameaban de deseo, la respiración de Adele se agitó y los latidos se aceleraron, sus ojos se llenaron de lágrimas. Con mucho esfuerzo logró preguntarle: What do you want of me? (¿Qué quieres de mí?), él solo esbozó una sonrisa y acarició su mejilla con sus dedos fríos, ella se estremeció.
—You have no idea how much I have planned for the both of you (No tienes idea de todo lo que he planeado para los dos). —respondió mientras se subía sobre ella en el sofá, Adele estaba aterrada, creía que él abusaría de ella pero Ryan, aunque fuese el peor de los criminales, no deseaba para nada lastimarla—. I'm not going to hurt you, beautiful, don't be afraid. (No te pienso hacer daño, hermosa, no tengas miedo).
En cuestión de minutos, él ya la había desnudado en el torso. Sus pechos estaban al descubierto y soltó sus manos del amarre que le había hecho. Ella estaba consciente y no se opuso en ningún momento, miraba a Ryan esperando por el siguiente movimiento. Una estocada que desató el mar de orgasmos que dejó exhaustos a ambos. Entre gemidos y jadeos, Ryan probó de su elixir al cernir su lengua dentro de ella, haciéndola gritar de placer, la embistió fuerte, sin piedad ni compasión de nadie. Le subió las piernas a sus hombros, dándole un panorama más exquisito, la embestía con ganas, con deseo. Esa mujer tan hermosa estaba en sus brazos. No podía creer que, después de tanto planearlo, al fin había logrado su objetivo.
Ryan la hizo su mujer aquella primera madrugada de marzo. Apenas comenzaba la primavera y en honor, la llamó su mujer primaveral. Ella era fuego, color y vida, mientras él era el vivo reflejo de los sueños frustrados y traumas que no le dejaron avanzar con su vida de una manera normal. Los dos eran polos opuestos, no había nada que compartieran, ni siquiera el gusto por el café frío o el olor a canela.
Adele era excesivamente hermosa a los ojos de cualquier hombre, pero no fue eso lo que cautivó a Brandon aquella vez en la universidad. Ella era extraordinaria en todo sentido, su carisma, su forma de hablar, era culta al expresarse y eso le fascinó. Sin duda, alguna, era solo una fachada. Cuando se trataba de la intimidad, ella se transformaba. No era ni la sombra de aquella chica educada y sonriente, sus gemidos eran melodías para quien la poseyera.
Al despertar, estaban los dos desnudos en el sofá, él recostó su cabeza sobre los pechos de ella y se durmió con las caricias que Adele le daba en el cabello. Ella abrió los ojos, reaccionando a lo ocurrido, no podía creerlo. Pero sus pensamientos de negatividad fueron reemplazados rápidamente por los de lujuria cuando recordó cada uno de sus movimientos. Aquel hombre no solo era atractivo, también seductor y lujurioso. Ryan sabía muy bien como darle placer a una mujer, eso no se podía debatir con nadie.
—¿Hace mucho rato que estás despierta? —Le preguntó con un español muy fluido, ella sonrió mirando hacia el techo del apartamento y cuando sintió la mirada de Ryan sobre ella, decidió mirarle y este sonrió—. Apuesto a que no te podrás levantar del sofá en todo el día.
—Eso no me importa, es rico estar aquí. —comentó mientras desviaba su mirada hacia la hermosa vista exterior. Él no se había levantado aún así que aprovechó para hacerle una muy importante pregunta—. ¿Por qué, entre tanta gente, me escogiste a mí? —cuestionó, él la miraba en silencio y con una sonrisa sincera.
—Porque me gustaste desde que te vi la primera vez. —Sin decir nada más, se levantó y se retiró. No pretendía dar explicaciones, al menos no en ese momento, primero se daría una ducha y bajaría a comprar desayuno. Entre tanto, Adele se quedó en silencio, procesando la respuesta de Ryan en su cerebro. Para ella solo había una primera vez y fue la noche anterior, ¿a qué se refería? Ya lo descubriría más adelante. Mientras tanto, jugarían a los amantes.