Leonardo —¿Dónde está tu habitación? —cuestiono a Camille, enredando sus piernas en mi cintura y cargándola de los glúteos. —E-en el primer piso —gimotea, sintiendo mi erección contra su intimidad. La llevo hasta donde me indica y depositándola con mucho cuidado sobre su cama, me deshago de su camisón dejándola solo en unas sensuales bragas de encaje y, gracias a lo sexi que se ve, mi m*****o punza de excitación. Sin más palabras, ambos terminamos de desnudarnos y, tomando su pie, beso su empeine hasta llegar a sus largas piernas. Beso el interior de su muslo, subiendo lentamente por su pelvis y sin que lo espere, separo sus piernas, hundiendo mi rostro en su dulce calor. —¡¡N-no!! ¿Q-qué haces? —se queja. Sin embargo, cuando mi lengua juguetea con su clítoris, sus gemidos se intensi

