
Me folle al mejor amigo de mi padre. Eso me llevaría directamente al infierno sin duda, aunque al mismo tiempo fue como probar el cielo y llenarme de algodón de azúcar como una niña pequeña.
Debió ser cosa de una noche, un lio sin importancia, ambos lo olvidaríamos y seguiríamos con nuestras vidas, pero no fue así, apareció en la puerta de mi casa con una botella de vino y una mirada confundida. Su mundo y el mío se derrumbaron, porque aquella noche no había sido suficiente, ya no podíamos parar, ni queríamos hacerlo.
Y nada bueno podría salir de esto.

