Iban en el automóvil de regreso al pueblo, Dani iba pensativa. Al tenerlo así tan cerca de ella, su corazón latía con fuerza. El cielo enmarcaba un atardecer impactante. —Dani, ¿quiere que la vaya a dejar a su casa? Dani lo vio fijamente deseando besarlo. Cuanto más caballeroso, más deseaba cometer mil locuras en nombre del amor. —¿No le molesta que pasemos a su casa, primero? Anthony sonrió. —De hecho, quería pedírselo, pero no quería asustarla. Quizá podemos ver alguna película. Dani rió como él. —Sí, suena bien, pero tenía en mente algo diferente. Anthony se volvió a ella mordiéndose el carnoso labio inferior. El automóvil se detuvo en la fila del tráfico al salir de la ciudad. Adelante se veía el semáforo en rojo. —Soy todo oídos… Dani lo veía sintiendo como el deseo de tocar

