CAPÍTULO II
INVITACIÓN
20 años después…..
-¡Oh por dios!- gritaba una chica bajita, morena clara con curvas definidas y largo cabello n***o.
- Podrías dejar el alboroto Issa - demandó su amiga avergonzada, miraba a su alrededor con la esperanza de que ninguno de sus compañeros de clase notara la emoción exagerada de su mejor amiga.
-Vamos Fania es increíble recibiste una de las invitaciones al harén de los Deliens-
- Shss, puedes hablar más despacio- exigió clavando su mirada verde esmeralda sobre su amiga.
-Tranquila, tranquila- Issa Morozo, de la casa Morozo sabía mejor que nadie que cuando su amiga, Fania Sili, dedicaba esa mirada envuelta en seriedad había que hacer caso.
Fania Sili, no era otra que Estefanía Vasilief, la primogénita e hija única de la poderosa casa Vasilief. Aquella niña que fue escondida por su familia para alejarla del acecho de aquellos que buscaban fervientemente formar parte de esta familia.
La pequeña se convirtió en una hermosa mujer, alta, piel blanca, cabello ondulado color chocolate con destellos rojizos, piernas largas y bien torneadas debido a la infinidad de deportes que practicaba.
No era de personalidad introvertida, al contrario la alegría era algo que la caracterizaba, sin embargo, por ser quien era en realidad, mantenía su distancia con las personas, su grupo de amigos era demasiado reducido, tanto que solo lo conformaban dos personas, una de ellas Issa Morozo, su mejor amiga desde la preparatoria, le tomó algunos años poder confesarle quién era realmente; al principio tenía cierto temor; pero con el tiempo se dio cuenta de que confiarle su secreto fue la mejor decisión, la joven Morozo era una gran apoyo para ella en todos los aspectos, sobre todo cuando se trataba de mantener su identidad oculta.
Además a su lado se encontraba Daniel Corbet, el joven alto, rubio, de ojos color miel y muy buen mozo, tomó el lugar de su abuela, la mujer encargada del cuidado y educación de Estefanía, falleció once años atrás, desde entonces el joven Corbet era el responsable de la seguridad de Estefanía. Para ella era como un hermano, siempre lo presentó como tal ante los demás.
-Es una lástima que no puedas participar- los pucheros que soltaba Issa la hacían parecer un cachorro herido.
- Me sorprende que me enviaran una invitación a mí, me mantengo alejada de este tipo de cosas, ¿será que me descubrieron?- Estefanía siempre pensaba lo peor.
-Que tú no socialices no significa que los demás no te noten, por dios, ¿te has visto en un espejo, amiga?, estas que ardes-
- Mira quien lo dice- elogio a su amiga
- Los mejores perfumes vienen en frascos pequeños- presumió alegremente Issa.
- ¿Y quién es ese Romel Deliens?- preguntó de pronto Estefanía mirando extrañada la invitación. Además de que eran la única casa que estaba al nivel de la suya, la joven no conocía más detalles más allá de temas empresariales sobre esa familia, su madre siempre le enfatizó que no había nada importante que saber de ellos y lo mejor era alejarse.
Issa llevo sus manos a su boca en un gesto exagerado de sorpresa.
-Es indignante que no sepas quién es su alteza, el dios de corazón gélido, ángel oscuro de la belleza y masculinidad inigualable, Romel Deliens- expresó con ímpetu Issa.
- Lamento decepcionarte, por favor ilústrame- contestò con sarcasmo Estefanía.
-Los Deliens y los Vasilief son las familias más poderosas del mundo y tú mejor que nadie deberías saber, sobre ellos, ¿Qué has vivido en una cueva o algo así?-
- Podría decirse que si- respondió indiferente Estefanía a su amiga, prácticamente su vida había sido bajo el exilio.
-Lo siento- de inmediato pidió Issa.
-Sabes que no me lastima, tranquila, para ser sincera lo único que sé de ellos es sobre los negocios que tiene con mi familia, mi padre, me cuenta algunas cosas, claro que eso solo sucede cuando mamá no está cerca, y sabes que eso pasa muy pocas veces, al parecer mi madre no está al tanto de algunos negocios; pero mi padre siempre se refiere al señor Alexander, jamás mencionó a ese tal Romel- explicó
-Ven amiga esto es lo que tenemos que hablar en un lugar más cómodo- Issa tomó de la mano a su amiga y prácticamente la arrastró hasta una parte solitaria dentro del jardín del campus de la universidad.
Bajo la sombra de un majestuoso y viejo árbol, Estefanía escuchaba atenta el relato de su amiga.
-Siempre ha sido un secreto a voces, que los Deliens siguen formando harenes; claro que con lo poderosos que son saben cómo cubrir su rastro; pero aun así han dejado una que otra migaja sobre el camino.
-¿Eso significa que tienen varias esposas?- inquirió Estefanía
-No en realidad, según esas migajas que se les han caído por ahí, ahora lo hacen más como una actividad por mera diversión, que como una estructura formal-
-No entiendo tus metáforas Issa- señaló un poco exasperada Estefanía, había tenido muy poco contacto con las noticias de otras casas y por ende cualquier conocimiento acerca de las formas sociales de estas, le llegaba a parecer interesante.
- Ahora es más como una tradición de la familia, cada vez que uno de los hombres de la familia cumple la mayoría de edad, es tradición que forme una especie de harén; seleccionan unas diez chicas de distintas partes, que no sé relacionen directamente con las casas importantes, eso se podría tomar como una ofensa, aunque no han de faltar las locas lanzadas.-
-No te desvíes-
-Lo siento, bueno después de que te llega la invitación, las citan en un lugar remoto, según hacen otra selección y desechan a algunas- Estefanía frunció el ceño ante la palabra desechar, de solo imaginar que las trataran como si fueran un objeto sin valor, ya la hacía sentir ofendida.
- Después de eso, pasan un par de meses en ese lugar conviviendo con el hombre en cuestión, al terminarse el tiempo solo un par de chicas son elegidas para vivir como amante del interesado, por su puesto no viven en la misma casa como en los harenes del pasado; pero quedan a su servicio, bajo su responsabilidad, todo es super secreto, una vez que se acaba, borran cualquier rastro de las participantes y nunca nadie ha sabido quienes son las mujeres que pasaron a ser las amantes de los hombres Deliens.
-Eso es denigrante, ¿Cómo las mujeres pueden aceptar participar en aquello?- sentenció indignada Estefanía
-Supongo que por el romanticismo, amiga, todas entran con la esperanza de que suceda algún milagro y se conviertan en la esposa o simple diversión- respondió Issa encogiéndose de hombros.
-¿Y tú cómo sabes tanto?- quiso saber su amiga
-Mi prima Zoe participó en uno hace un par de años, la muy tonta pensó que se trataba de Romel, él es el primogénito de la familia, heredero de todo, mi dios griego, hombre de mis sueños.
-Si, si la belleza ándante, bla, bla- se burló Estefanía
-Oye es verdad, bueno, ella con el interés de convertirse en la próxima Señora Deliens fue; pero resultó que se trataba de Iktan Deliens, su primo, no de Romel, ya te imaginaras su decepción; pero al final decidió seguir, hasta que después de un mes el muy idiota la voto, creo que no la paso muy bien.
- ¿Y quién lo haría?, una mujer sensata no participaría en algo así- señaló Estefanía.
-De hecho te sorprendería saber la cantidad de mujeres que matarían por esa invitación amiga-
- Solo porque es Romel Deliens- respondió con desdén la joven Vacilief, ni siquiera lo conocía y ya le estaba cayendo mal el hombre.
- Por eso y porque todas esperaban esto desde hace años, por alguna razón Romel, no hizo su harén cuando cumplió la mayoría de edad y eso fue hace ya como tres años.
- ¿Por qué lo haría?- preguntó pensativa Estefanía, igual era consciente de que eso estaba mal, se respondió a sí misma.
- Algunas piensan que tiene a alguien y está enamorado; pero que importa la razón, es Romel Deliens, puede hacer lo que él quiera- dijo suspirando Issa.
Estefanía esbozó una leve sonrisa y movió la cabeza en señal de negación ante el embelesamiento de su amiga por ese tal Romel.
Con una sonrisa en sus rostros se dirigieron a sus clases, ajenas totalmente a lo que pasaba al otro lado del mundo, donde un joven extremadamente molesto arremetía contra otro.
-Me estás arrugando el traje Romel, podrías soltarme por favor- pedía con extrema calma el joven agredido.
- Debería dejarte sin dientes imbécil- señaló con mirada furiosa Romel Deliens.
Iktan ignoraba la furia de su primo, se mantenía concentrado arreglando su elegante traje color crema.
-Deje muy claro que no quería hacer el harén, ¿por qué mierdas no me hicieron caso?- inquirió con molestia Romel.
-Primo, primo, vas a tomar el mando de la empresa en unos meses, tenemos que celebrarlo y qué mejor manera que esta, eres un Deliens, tienes una reputación que cuidar, sin contar que tus fans lo aclamaban-
Iktan tenía demasiada malicia en su ser, a simple vista parecía un tontuelo inofensivo, más allá de parecer arrogante y ser algo presumido, no parecía poseer demasiada inteligencia; no obstante, cuando olfateaba la oportunidad de obtener algún beneficio, esa inteligencia de la que carecía, florecía.
¿Y qué oportunidad veía Iktan en que su primo formara su harén?, muy fácil quedaría bien parado ante su tío, Alexander Deliens, quien le pidió directamente que organizara el harén de su hijo, hasta le sugirió a las chicas que invitarán.
Para Iktan era un honor que su tío lo tomará en cuenta, normalmente lo ignoraba a más no poder; pero ahora tenía la oportunidad de probarle de que tan capaz era y de paso se divertiría con alguna chica, sabía de sobra que a Romel no le interesaba en lo más mínimo el harén, así que él podría ponerle atención a las damas por él.
Mientras tanto Romel sentía que le hervía la sangre, por años dejó en claro que no formaría parte de esa estúpida tradición, cuando cumplió la mayoría de edad logró zafarse, claro que le costó varias discusiones con su padre y fueron demasiado fuertes.
El endeble lazo de afecto que tenía con su padre por poco termina rompiéndose a causa de eso. Por un par de años se sintió victorioso, parecía que el tema de formar su harén había desaparecido; pero hoy había recibido la noticia de que este se llevaría a cabo y no era necesario su consentimiento, era una obligación con la que tendría que cumplir muy a su pesar.
Las invitaciones ya se habían entregado a cada una de las chicas, no se quería ni imaginar a qué mujeres había seleccionado su primo, a juzgar por sus gustos, no serían más que una parvada de interesadas, que solo buscaban su dinero.
Se dejó caer sobre la silla frente al enorme y moderno escritorio redondo de cristal colocado al centro de su oficina, se llevó las manos a sus sienes, parecía que en cualquier momento la cabeza le estallaría de frustración.
-Anímate, no tendrás que preocuparte por nada, todo está listo, yo personalmente me encargue de cada detalle-
Romel lo miró con horror, solo de pensar lo que el atarantado de su primo había organizado, la punzada en su cabeza se intensificaban.
-Oye además, mi tío me encargó que te dijera, que si participas de buena gana en esto, te permitirá, acabar con nuestra amada tradición-
Al instante captó la atención de Romel al decir aquello.
-Lo quiero por escrito- demandó Romel, su objetivo siempre fue eso, acabar con aquello, que en lugar de tradición, era más bien una maldición familiar.
-Tu siempre tan formal- señaló de mala gana Iktan - eso pídeselo a mi tío, yo solo te doy su recado- agregó antes de salir de la oficina de Romel.
-A veces para obtener lo que queremos tenemos que hacer sacrificios, si para acabar con esta maldita tradición familiar tengo que participar en ella lo haré, la cortaré de raíz, desde adentro- se aseguró a sí mismo; pero también juró una vez más por la memoria de su madre, que no habría más harenes en la familia Deliens.