Minutos después… Ambos salieron del baño envueltos en vapor y silencio. Uno que se había instalado entre ellos como un muro invisible pero evidente. Nina tomó una toalla esponjosa de algodón egipcio de la repisa de mármol. A pesar de la intimidad devastadora que acababan de compartir, y de que Salomón exploró todo su cuerpo con una intensidad que bordeaba lo salvaje, ahora ella sentía un pudor casi adolescente. Queria cubrirse, pero acordándose de su contrato en donde en la habitación debía estar desnuda, no lo hizo. Así que, tomando la toalla pensó: «Me siento rara estando desnuda frente a él, me quiero cubrir… pero no puedo. No vaya a ser que se enoje»―no se sentía especial con su cuerpo después de haber visto aquellas mujeres con las que estuvo el magnate antes. Por lo tanto, solo e

