La forma en que su voz profunda había descendido al hablarle, el aroma caro y masculino de su perfume, la manera en que su traje impecable se ajustaba a sus hombros anchos... Sacudió la cabeza bruscamente, como intentando expulsar esos pensamientos inapropiados. «Siempre me trata como basura―se recordó a sí misma―. Como si yo fuera inferior a él solo por no tener su dinero»―Este recordatorio alimentó nuevamente su indignación, proporcionándole un refugio más seguro que aquella extraña sensación que prefería no examinar. El taxi finalmente se detuvo ante la imponente entrada de la mansión Al-Fayed. Nina pagó con el dinero que Tony le había proporcionado y descendió, aferrando protectoramente su paquete. Caminó hacia la caseta de seguridad, donde un guardia uniformado la observó con expres

