Phillip Farré – Phil
—¿Asi señor? —dijo Dalia Brown, mi sumisa desde hace 4 meses.
—Si, así. —Tomé su cadera con mis manos y la ayudé a hacer el movimiento mucho más intenso. Ella gritaba presa del placer y podía sentir que estaba llegando a su límite, pero en cambio yo no.
—Eso fue intenso. —dijo levantándose de mi cuerpo.
No tenía permitido tocarme si no se lo pedía. Por lo que se sentó de nuevo en la cama con la cabeza hacia abajo. Pude ver muchos gestos y la decepción en sus ojos cuando observó el preservativo sin nada.
Me senté para luego ponerme de pie e ir a quitarme a mi amigo protector.
—¿Podemos seguir? —No estaba seguro si se trataba de una pregunta o de un ofrecimiento, pero de igual manera la ignoré.
—No, con esto el contrato queda terminado. —no me giré a verla solo seguí mi camino hasta el baño.
—No puedes hacerme esto. —dijo ella saliendo de su rol como sumisa y caminó detrás de mí para tocarme la espalda.
—Conoces muy bien las reglas. —mi placer antes que el de ellas.
Suena egoísta y si, lo era, pero cuando todo esto inicio era para mi deleite y placer. No el de las personas que debían dármelo.
—Dame otra oportunidad. —negué.
—El mundo se rige por reglas ortodoxas, incoherentes, hasta extrañas, pero no dejan de ser reglas. Cuando firmaste sabias muy bien las consecuencias. —sus fosas nasales se movían al ritmo de su agitada respiración.
Me preparé para el berrinche en 3, 2, 1.
—Eres un maldito raro y un narcisista.
—Algo debo de tener bueno, para que te ligaras a un contrato como ese, solo para acostarte conmigo. Te recuerdo que fuiste tú quien lo quiso. —La verdad era que, ya me tenía un poco cansado la chica. Nuevo defecto desbloqueado, me aburro rápido de una mujer.
—¿Sabes que? Mejor me voy. —No dije nada solo seguí mi camino al baño—. ¿No dirás nada?
—Gracias por el tiempo que me complaciste. —Concluí para luego cerrar la puerta del baño.
Escuché que murmuraba cosas para sí misma. Yo no escatimé el tiempo que me quedé debajo de la regadera.
Sin embargo, no pude evitar reírme al pensar de donde saqué mi disparatada idea de hacer todo esto para utilizarlo para mi placer. Eli G. La autora de las mejores eróticas que he leído.
Vamos a rebobinar un poco para entender cómo llegamos hasta ese momento.
Leer en mis tiempos libres era algo que me gustaba mucho desde que era muy joven, casi un niño.
La pubertad me golpeó muy diferente que a otros. Normalmente, los niños pasados ligeramente de peso se hacían delgados y altos al llegar a la pubertad. En mi caso siempre fui el más alto de mi salón, pero era un niño con obesidad o como solían decirme, “Ahí viene liberen a Willy”.
Mis días eran mayormente solitarios por lo que la lectura era mi manera de pasar el rato.
Al cumplir los catorce años mi madre comenzó a leer las novelas románticas en los periódicos y revistas.
Ella siempre decía que las mejores historias las escriben escritores novatos y con deseo. Los escritores famosos dejan de escribir con calidad una vez que su nombre se vuelve una marca. No todos, pero si la mayoría.
Así fue como creciendo me inclinaba por buscar entre los autores independientes historias y vaya que fui entendiendo a qué se refería mi madre.
Me volví un joven muy romántico, enamorado de la idea del amor.
Un catorce de febrero, compré muchos chocolate en forma de corazón para regalar a las chicas en mi último año de preparatoria. Una de ellas era la más linda de toda la escuela.
Al tener un gesto como ese, me invitó a ir a una fiesta en su casa, para esa misma noche de viernes. Nunca me habían invitado a algo por lo que me puse muy contento y acepté.
El día terminó y yo tenía flores en mis manos para ella y para su madre. Al tocar el timbre de su casa recibí mi primera decepción. El chico que más me molestaba estaba en el lugar y eso me bastó para saber cómo sería el resto de la noche. No me equivoqué, fue la oportunidad perfecta para tomarme como su payaso. Cuando estaba por irme de su fiesta, ella me pidió hablar en privado, tomó mi mano y me llevó hasta su habitación.
—¿Has besado a alguien Phillip? —negué sintiendo como la llena de su dedo índice se deslizaba por mi labio inferior—. Lo que significa que no sabes lo que es que te toquen así. —dijo bajando su mano lentamente hasta mi entrepierna. Me estaba haciendo miles de ideas en la cabeza y mi erección no tardó en aparecer.
» ¿Te gustaría que yo sea la primera? —moví mi cabeza afirmativamente con mucha efusividad al sentir su mano acariciar mi polla por encima de la tela de mi pantalón.
Ella sacó mi polla de mi pantalón. Cerré mis ojos ante lo que ella estaba haciendo que olvide todo alrededor. Sus manos me estimulaban hasta que se detuvo y se alejó de mí. Al abrir los ojos tenía los ojos de todos encima de mí.
La risa de todos, los teléfonos grabando lo que estaba pasando, las palabras desagradables son un recordatorio de cómo, desde ese día, me propuse no volver a ser el payasito, ni el objeto de burla de nadie.
Mis fotos y videos fueron borrados gracias a la intervención de mi madre, pero anímicamente estaba por lo suelos. Debo de admitir que en más de una ocasión la palabra su!c!dio pasó por mi cabeza. Vivía noches sin poder dormir entre pesadillas.
Sin embargo, después de una conversación con mi padre entendí que, el pasado no se puede cambiar, que debemos enfrentarlo para que no afecte nuestro futuro. El no dejarme caer o aprisionar por algo que no valía la pena. Ellos se burlaban de mi físico y eso era algo que se podía cambiar.
Comencé a trabajar en mi físico y a interesarme en la medicina, especialmente en ser cirujano.
Al llegar a la universidad seguía siendo muy aislado, pero con dos o tres amistades. Las chicas me miraban, pues, ya no era la ballena Willy.
Utilizaba camisas talla extra grande no por gordo, si no para que mis músculos pasaran desapercibidos.
Durante mi segundo año de universidad, decidí que ya era tiempo de estar con una mujer y me di la oportunidad de experimentar. Sin embargo, no dejaba de ser un acto pleno y únicamente físico. No podía crear una conexión con mis parejas sexuales.
Una de ellas se convirtió en mi novia, la mujer con la que más compartía gustos, no solo intimidad, también era amante de los libros como yo.
—Oye, esta chica escribe muy bien. —dijo y me mostró un libro con una portada digna de leer.
—¿Eli G.?
—Es erótica, muy buena, tienes que leerla. —dijo Kayla, mi novia.
Y tenía razón, como crítico literario podía decir que esa fue una de las mejores novelas que leí de parte de nuevos escritores de mi generación.
Mi relación con Kayla no duró mucho, al darme cuenta que no era su única pareja s****l. Desde ese momento, decidí terminar mi carrera en los Estados Unidos. Por un tiempo mi mayor compañía fueron los extraordinarios libros de Eli G. con la que me gustaba interactuar en redes.
Me parecía extraña la facilidad de poder interactuar con alguien a quien no conocía. Ya que nunca hacía firmas de libros y tampoco publicaba una foto suya, solo de imágenes caricaturizadas de ella o sus personajes. Mi historia pareció gustarle mucho, porque a los meses publicó un libro que hablaba sobre un hombre dominante al que después de tantas decepciones se puso en primer lugar el tipo era un completo patán. Hasta que llegó la indicada que lo hizo experimentar algo sin igual, amor.
Esperaba experimentar algo como eso algún día. Mientras tanto, era ese patán.
—Ah. —dije regresando a la realidad. Al momento en que mi mano terminó de complacerme.
Salí del baño y afortunadamente Dalia ya no estaba. Miré la hora y me di cuenta de que ya era tiempo de mi turno en el hospital.
Tenía turno nocturno por lo que era un poco más tranquilo.
A las dos de la mañana mi teléfono vibró en mi bolsillo, exactamente cuándo leía un expediente para realizar una cirugía.
—Hijo, te llamo porque Manuel Galeano me ha pedido un favor. —arqué mi ceja intentando recordar de quién se trataba. Hace mucho tiempo que no viajaba a visitar a mis padres.
—Hola, hijo. ¿Cómo estás? ¿No te estoy despertando? Son las dos de la mañana,
—Si, lo siento. Solo que es un favor algo urgente.
—Tu dirás, ¿en que puedo ayudarte?
—Hay una joven… —mi padre comenzó a explicarme la situación de una mujer que necesitaba ayuda, a quien debía cuidar por un tiempo hasta que se acomodé en la ciudad.
También debía conseguir su puesto como pasante en el hospital que ya había hablado con el director y una sarta de cosas.
—Ni se te ocurra acercarte a esa mujer con tus extrañas intenciones.
—¿Por qué no?
—Porque es una joven muy peculiar, va con el corazón roto y no me gustaría que la involucres en tus juegos y termines de destruir su espíritu.
—Eso no pasará, padre.
—De acuerdo, te enviaré toda su información por correo. —Nos despedimos y seguí revisando el expediente médico, cuando la campana se dejó escuchar en mi teléfono de nuevo.
No tardé ni un segundo en abrir el archivo con su información y ahí apareció lo que necesitaba.
—Sandra Kepler. —susurré, su carita era inocente, pero debía ser un pequeño demonio mal humorado por ese cabello rojo fuego. Una nueva campana, se dejó escuchar en mi teléfono.
-Buenos días, siento no haber podido contestarte. He estado muy ocupada con el proceso creativo de un nuevo libro. Me alegra mucho que ya lo tengas en tus manos. Muchas gracias por el amor que le das a mis libros y a mí.
Sonreí leyendo el mensaje, era increíble como unas ligeras palabras podían transmitir tanta alegría. Una alegría que jamás había sentido por nadie, solo por ella, mi platónica y desconocida Eli G. La única que sabía lo que era realmente.
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Mil disculpas por haberme desaparecido la semana anterior, en estos momentos me encuentro finalizando algunos detalles del libro de Máximo, nuestro mafioso que saldrá en físico con dos capítulos extra más y ligeros cambios en la historia. Gracias por estar en esta nueva aventura conmigo.
Como lo dije anteriormente, Las actualizaciones serán Lunes, Miércoles y el Viernes que será de doble capitulo.
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