Capítulo 3

2021 Palabras
Narra Melissa Vuelvo a casa y encuentra el departamento vacío. Tu mejor amiga, con la que te mudaste a la ciudad, se va y se enamora... y luego llegas a casa y tu casa está vacía. No puedes hablar con ella de nada y de todo, y te alegras por ella porque es muy feliz, pero eres egoísta y...sí. Quizás Walter tenga razón. Quizás realmente necesito terapia. Llego a casa después de la boda y tiro mi bolso al suelo sin contemplaciones. Las cosas han estado bastante desordenadas por aquí (la vida se vuelve caótica cuando eres la dama de honor) y eso, combinado con la decisión de Keyla, ha producido una verdadera anarquía en mi departamento. Las paredes están vacías de obras de arte y fotos que se llevó consigo, hay un anillo de polvo en el suelo donde solía tener su sillón favorito y el lugar está... bueno, en general demasiado tranquilo. Hago mi rutina habitual: voy a mi habitación, me pongo unos pantalones cómodos, me aseguro de tener el teléfono y un vaso de agua a mano y luego me desplomo en el sofá. No tengo ningún plan para el día y también me he tomado el día libre por si acaso lo necesito, aunque de todos modos me gustaría tener la distracción del trabajo. He estado trabajando como asistente en una firma de arquitectura y normalmente lo odio, pero ahora no tengo nada más que hacer. Enciendo la televisión y empiezo a cambiar de canal, a ver de todo. No me interesa, últimamente no me interesa nada. Cualquier otra semana, me habría acomodado en mi rincón del sofá mientras Keyla se acurrucaba en su sillón y habríamos visto nuestra serie favorita de investigación. No esta noche. Acordamos reunirnos y continuar haciéndolo de todos modos, pero esta noche ella está de luna de miel. Me conformo con estar sola, pero eso conlleva una extraña soledad. Es como ser la última persona en quedar en pie en una fiesta después de que todos los demás se hayan ido a casa o se hayan emparejado para salir con un extraño. Nunca he sido esa persona. Apago la televisión y tomo mi teléfono, reviso mis contactos y me doy cuenta de que en realidad no tengo amigos. Es una sensación horrible: dependía mucho de Keyla y ahora ella no está aquí y yo simplemente... Me recuerda a la primera vez que se juntó con mi padre. No hablamos durante una semana y aquellos días fueron la semana más solitaria de mi vida. Así que busco su número y le envío un mensaje de todos modos. ¡Espero que te estés divirtiendo! Le doy unos minutos para ver si me llama... y entonces recibo una notificación. Es una selfie de ella parada en la Riviera Francesa, con gafas de sol y una sonrisa feliz, con el brazo de mi padre alrededor de ella. Dejo el teléfono con un suspiro... y con una rápida respiración, lo levanto de nuevo para marcar el número de mi mamá. —Hola, cariño—dice cuando contesta—.Me preguntaba si me llamarías este fin de semana. Ella sabe lo de la boda y aún no está contenta con ella. Entiendo por qué: no tiene ninguna lealtad hacia mi padre y nos protege a mí y a Keyla. Traté de convencerla de que viniera a la boda para compensarme por mí y por Keyla pero dijo que estaba demasiado ocupada con el trabajo y declinó la invitación con cierta cortesía. Ahora, ella no suena comprensiva. Ella suena molesta. —¿Estás ocupada?—pregunto en voz baja. —Nunca estoy demasiado ocupada para mi única hija—dice, suavizando la voz— .Perdón si he sonado brusca, pero he estado muy ocupadaen el trabajo. —Lo sé —miento. Ojalá no sintiera que tiene que inventar excusas para no venir a Nueva York; está bien que sea difícil. Pero no digo esas palabras en voz alta—. Bueno, puedo dejarte ir si... —No, Melissa —dice, adoptando el modo de madre—. Háblame. ¿Cómo te fue? Suspiro y me paso los dedos por el pelo, sacudiendo la cabeza. —Ni una palabra de esto a papá, ¿de acuerdo? —Mis labios están sellados. —Fue... —resoplé—. Extraño. —Por supuesto que lo fue—dice—.Eso era de esperar. Sabías que sería así. —Pero no creo que eso me haya preparado del todo para lo extraño que fue—digo—.Creo que simplemente tenía una idea de cómo sería la boda de Keyla, y no fue así. No solo no pude celebrar con ella como quería, sino que no sé si algún día podré apoyar realmente su relación. —No tendrás que hacerlo por mucho tiempo—dice mi madre—.Tarde o temprano lo dejará y se cambiará a un modelo más nuevo. Eso me duele, y no puedo contenerme. —¡Mamá!—que se me escapa de los labios—.Ella no es una modelo, es una persona. Y, honestamente… sé que duele oírlo, pero realmente creo que él la ama. Mi madre suspira al otro lado de la línea y casi puedo sentir su renuencia a estar de acuerdo conmigo. —Lo sé— admite—. Es solo que es duro. Nos hizo mucho daño a las dos. Probablemente por eso es tan difícil hablar de esto: todos en mi vida tienen una opinión sobre lo que sucedió y están muy ansiosos por compartirla. —Lo sé —digo de nuevo, sintiéndome emocionalmente agotada—. Pero Keyla es feliz. Y no puedo culparla por eso—hay una pausa entre nosotras y puedo notar que mi madre está pensando en qué decir a continuación—. Me siento... perdida. No sé qué hacer ahora que ella se ha ido. —No se ha ido, cariño. Simplemente está fuera de la ciudad. —No es así —digo—. Me refiero al departamento. No me siento bien sin ella. —Bueno, ¿qué quieres hacer? —pregunta en un tono amable pero firme—. Podrías buscarte un nuevo compañero de habitación. —No lo sé —admito, sintiéndome un poco avergonzada—. Simplemente siento que no tengo ningún propósito ahora que ella no está aquí para pasar el rato o hablar con ella. Y sí, he considerado conseguir una nueva compañera de cuarto, pero nadie está a la altura. Ella es mi mejor amiga. —Está bien sentirse así— me tranquiliza mi madre—. Pero tú también tienes que encontrar algo que te haga feliz por tu cuenta. No puedes depender de Keyla para darle sentido a tu vida. —La arquitectura le da sentido a mi vida—me encojo de hombros, pero las palabras suenan estériles desde el principio. —¿Un chico, tal vez? —pregunta ella—. O una chica. No te juzgaría… —No soy gay, mamá —me río—. Es solo que... he estado ocupada con la escuela y creo... creo que siempre te veías más feliz sola de lo que hubieras estado si papá se hubiera quedado. No es fácil confiar en los hombres cuando el que se supone que debe estar ahí para ti...—¿Cómo puedo terminar mi frase? ¿Cuando se fue y apenas te vio cuando eras niña? ¿Cuándo regresó a tu vida y rápidamente se casó con tu mejor amiga? Mi madre empieza a decir algo más, pero se me revuelve el estómago y empieza a aumentar mi ansiedad. Esto me ha estado sucediendo de vez en cuando últimamente; mi sentido de quién soy y de lo que hago está totalmente descontrolado—.Creo que será mejor que me vaya, mamá—le digo—. Te dejaré volver a trabajar. —¿Estás segura? —pregunta—. Estoy preocupada por ti, Melissa. Cierro los ojos y me centro, tratando de que mi voz suene lo más feliz posible. —Sí–digo—. Buenas noches, mamá. Te quiero. —Buenas noches, yo también te amo. Cuelgo el teléfono y miro la pantalla mientras la televisión sigue encendida de fondo. Una parte de mí dice que tal vez debería pasar las próximas horas navegando por una aplicación de citas, tal vez encontrar a alguien que le dé sentido a mi vida, como dijo mi madre. Eso, por supuesto, parece absurdo, especialmente viniendo de la mujer que ha pasado la mayor parte de su vida convenciéndome de que el amor está muerto. Pero se me ocurre otra idea. Me levanto y me dirijo a mi bolso, buscando entre tubos de maquillaje, recibos viejos y monedas, hasta encontrar un pequeño trozo de papel. Allí está: el nombre de una mujer escrito con letra descuidada, con un número de teléfono debajo. Miro el nombre de la terapeuta, Andrea Nguyen, y me recuerdo a mí misma que ese era el plan de Walter. Vuelve a la fiesta y sé valiente... y planeas arreglar las cosas cuando regreses a casa. Vuelvo al sofá con la tarjeta de visita y me acuesto. Todavía no es demasiado tarde; sería bueno llamar, aunque sea para sacarme todo esto de encima. Pero yo no hago eso. En lugar de eso, doy la vuelta a la tarjeta y miro el texto n***o brillante grabado en el frente. Walter Johnson Productor y director creativo Hay un número debajo, probablemente por su trabajo... pero me encuentro marcándolo de todos modos y luego escribiendo un texto. —¿Estas despierto? Lo envío y de inmediato me doy una palmada en la frente, sacudiendo la cabeza. ¿En serio, Melissa? Todavía estoy mirando el teléfono con horror cuando recibo un mensaje de texto de respuesta. —¿Quién es? Melissa, te respondí el mensaje. ¿Este es tu número de trabajo o le das tu celular a todas las chicas borrachas en una fiesta? Aparecen tres puntitos en la pantalla. Contengo la respiración. —Es mi celular del trabajo. ¿Estás bien? ¿Estaría mal que le dijera que no? No sería mentira. Respiro profundamente y respondo el mensaje. —Sí, en realidad no. ¿Podemos hablar? Los puntos aparecen de nuevo y espero con el corazón acelerado. ¿Qué estoy haciendo? Apenas conozco a este tipo, pero hay algo en él que me hace sentir segura. Hay algo en la forma en que me mira… como si realmente le importara mi bienestar. Cuando parece que nadie más lo hace, eso significa mucho. —Claro. Llámame—con el corazón acelerado, presiono el botón de llamada y espero a que suene el teléfono. Cuando responde, su voz es cálida y relajante, como un bálsamo para mis nervios. Hasta donde sé, no fuma, pero tiene una voz gutural y grave que me provoca escalofríos y me dan ganas de acurrucarme en algún lugar cálido y acogedor—.Oye—dice—¿Qué pasa? —Me aburro— lo admito. Él resopla y luego suelta una carcajada. —¿Qué demonios, Stelen? —Acabo de llegar a mi departamento y se siente raro estar sola—le digo—.Lo siento... te dejaré ir... —No lo hagas —dice—. No pasa nada. ¿Solo quieres hablar con alguien? —Sí —digo—. Si te parece bien. —No soy terapeuta y recuerdo haberte dado ese número... pero seguro—dice con una sonrisa en la voz—¿Qué tienes en mente? —No lo sé —murmuro—¿Ves la serie de investigación ? Se ríe de nuevo y puedo oírlo sacudir la cabeza. —No lo sé—dice—. Pero te voy a poner en altavoz para que me cuentes todo. Empiezo a hablar... y mientras charlamos y reímos, empiezo a sentirme mejor. Al final de la llamada, me ha dado su número de móvil personal y el departamento ya no parece tan vacío. Es extraño y poco convencional, claro. Pero creo que este puede ser el comienzo de una hermosa amistad.
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