DAKOTA
Tiré de la cadena y me limpié la boca, levantándome del piso del cubículo. Me soné con papel higiénico, me limpié la boca otra vez y salí.
Cuando me miré en el espejo, estaba pálida. Me sentía mal del estómago y ya había vomitado al menos cuatro veces esa mañana. Pensé que era algo que había comido, pero nadie más que había comido conmigo estaba enfermo.
Solo yo.
Quizá era por los nervios con ese maldito proyecto, la presentación que apareció de la nada en la peor semana de mi vida.
Quizá era porque ninguno de nosotros había podido juntar suficiente dinero para la operación que Rachel necesitaba, y sin eso, ella empeoraba en vez de mejorar. Tenía terror de que al final la perdiéramos por completo.
Tom y Lydia estaban en la casa con los niños esta semana, cuidándolos para que y
