bc

Dante

book_age18+
47.4K
SEGUIR
373.3K
LEER
multimillonario
sexo
CEO
doctor
bxg
tierra realista
crimen
sassy
love at the first sight
passionate
like
intro-logo
Descripción

Desde que lo conoció, aquel italiano no hacía nada más que aparecer en todos lados, no sabía si era por obra y gracia del destino o es que él, la seguía a todas partes con intención de volverla loca.

Desde que él la conoció, quedo fascinado con aquella preciosa doctora, ante su rechazo se había propuesto hacer que cayera en su cama como todas las mujeres que se cruzaban en su camino, pero ella no cedería, ella era completamente distinta y aquello, termino por fascinarle por completo haciendo que el terminara cayendo en las redes del amor.

chap-preview
Vista previa gratis
Capítulo 1
Caminaba por el aparcamiento del hospital, los turnos de 48 horas me dejaban realmente agotada, esos y todos los turnos de más de doce horas, lo bueno de ello es que tenía unos días libre. Amaba ser médico, pero sinceramente, no tengo una gran calidad de sueño, quizás debí ser abogada como mi padre me había insistido, me detuve delante de mi coche mirándolo unos instantes, ¿sería prudente conducir con todo este sueño?, sinceramente no, si lo hiciera terminaría siendo una paciente más, lo mejor sería llamar a un taxi. Rebuscaba en mi bolso en busca de mi móvil, alguien tocó mi hombro asustándome, me di la vuelta encontrándome con dos hombres altos y fornidos, uno era rubio y el otro moreno, iban vestidos de traje n***o, tenían puestas unas gafas de sol, algo desconcertante siendo las 3 de la madrugada. – ¿Es médico?–preguntó el moreno en un tono frío que me causo un ligero estremecimiento, lo miré un tanto dubitativa, pero finalmente asentí– Tiene que acompañarnos– – ¿Hay algún herido?–asentí ignorando la mala sensación que ellos me estaban provocando – Si–fue lo único que dijo el rubio, iba a hacer más preguntas cuando un todoterreno n***o apareció deteniéndose a nuestro lado– Suba–me ordenó con hostilidad haciendo que mi piel se erizara e instintivamente diera un paso hacia atrás – Oye… No voy a subir, si tenéis un herido–me quedé callada de forma abrupta, sacó un arma apuntándome con ella, la miraba impactada, sentí como mi cuerpo se paralizaba del miedo. – No lo repetiré otra vez, suba–asentí sintiendo mis ojos humedecerse, me acerqué al coche, las piernas me temblaban, antes de subir miré hacia el hospital, para mi mala suerte no había nadie fuera al que pudiera gritar, pero sinceramente, aunque lo hiciese estábamos muy lejos y ellos me pegarían un tiro antes. Miraba por la ventana intentaba memorizar el camino, por si en algún momento podía salir corriendo o llamar a la policía, antes de que el coche girase entrando en el aparcamiento de un edificio enorme, pude ver muchos árboles, eso en pleno Nueva York, solo significaba una cosa, Central Park. Entramos en el ascensor, dieron al botón del piso número 30, se trataba de  la última planta, a medidas que íbamos subiendo, mis nervios aumentaban y muchas preguntas me rondaban la cabeza, al llegar salimos, vi que solo había una puerta, al entrar en aquel pent-house, quedé maravillada ante las vistas que los grandes ventanales ofrecían, una parte daba al parque y otra de la ciudad. – Habéis tardado–dijo una voz con cierto tono hostil, giré la cabeza en esa dirección, había un hombre bastante alto, calvo, corpulento, iba vestido igual que los otros dos. – Costo un poco, pero ya está–hablo uno a mi espalda, el hombre calvo asintió, clavo sus ojos en mí causando que todo mi cuerpo se erizara, su mirada era gélida, poco amistosa, me daba la sensación de que como se me ocurriese hacer algo estúpido, no dudaría en matarme. Hizo una seña para que le siguiéramos, mis piernas se negaban a responder así que me empujaron con poca delicadeza hacia delante, en silencio caminamos por un pasillo un tanto largo, aunque quizás se debía a que estaba asustada, sentía mis piernas temblar a cada paso que daba, no sabía que o a quien iba a encontrarme. Nos detuvimos delante de unas puertas correderas de madera, al abrirlas recorrí con la mirada toda la estancia, se trataba de un despacho, tenía una decoración bastante lujosa como todo lo que había visto hasta el momento, las paredes están pintadas en n***o, menos una que tenía el ladrillo a la vista, el escritorio le daba la espalda a un gran ventanal por el cual se veía la ciudad. – Jefe, el médico ya está aquí–dijo uno de ellos, la silla se giró de inmediato. Por un segundo, jure sentir que mi respiración se cortaba, era un chico joven, quizás de mi edad, bastante atractivo, parecía un modelo de revista, su cabello era rubio oscuro, piel ligeramente bronceada, lo que más me cautivo, fueron sus ojos, eran de un azul cielo muy bonitos y penetrantes, los cuales me recorrían de arriba abajo con curiosidad. – Siento las formas en las que ha sido traída, pero necesito que me atienda–un escalofrío me recorrió al escuchar su voz, era grave, profunda, se me hizo realmente sensual, sobre todo, con ese acento italiano – S… Si necesita asistencia médica–me quedé callada un momento, estaba tartamudeando como una estúpida, respiré hondo controlándome– ¿Por qué no está en el hospital?–pregunté mordiendo mi labio inferior sin dejar de mirarlo – Porque ahí, hacen muchas preguntas–dijo con simpleza, dejó el vaso en la mesa mientras se ponía de pie– Sobre todo si la herida es de una bala–comenzó a desabotonar su camisa negra, a cada botón que se iba quitando mis mejillas iba calentándose cada vez más, desvié la mirada avergonzada– Si no me mira, no sabrá lo que debe hacer–escuché su risa, suspire volviendo a mirarlo, y quedé atónita, no por la venda en su brazo izquierdo la cual estaba manchada de sangre, sino por su abdomen. Estaba tan bien trabajado, parecía una maldita tableta de chocolate, a la cual querría darle un mordisco, sacudió la cabeza ligeramente alejando esos pensamientos lujuriosos, no era momento para babear, me acerqué a él con cautela no podía olvidar que aquellos tres hombres, portaban armas Saqué un pañuelo de mi bolsillo, lo ate alrededor de su brazo aplicándole un torniquete, con cuidado quite la venda podía, por primera vez en años, me sentía nerviosa al tener que realizar algo así, no era por aquello hombres y sus armas, era por su penetrante mirada. – ¿Han extraído la bala?–pregunté sin despegar los ojos de la herida – Por eso estás aquí, cariño–levanté la mirada encontrándome con sus ojos, me veían con diversión – N… No me diga “cariño”– – ¿Por qué?, ¿Te pone nerviosa?–cuestionó con cierto tono coqueto junto a una sonrisa de medio lado – Quizás deba dejar la bala ahí dentro–escuché una especie de clic, miré hacia la puerta viendo a esos tres apuntarme, trague saliva asustada, de forma instintiva me escondí detrás de mí paciente sin nombre – Bajad las armas–ordeno, ellos dudaron un momento, pero hicieron caso– Fuera–en silencio salieron y cerraron la puerta, no sin antes mandarme una mirada escalofriante– Ya puedes soltarme doctora–rápidamente me separé de él como si quemara, no me había dado cuenta en que momento lo había abrazado – Me llamo Lea, no doctora– – Dante–dijo con una sonrisa, quiso levantar el brazo, pero soltó un quejido – Bien, Dante, necesito unas pinzas, guantes, agua oxigenada, alcohol, vendas y algo de whiskey– – ¿Whiskey?– – Es para ti, para el dolor–lo miré con diversión, mirada que me devolvió – Ahí está todo–me señaló la mesa, asentí quitándome el abrigo, dejándolo sobre un sillón – ¿Me sirves el whiskey?–preguntó sentándose, le miré con una ceja alzada, a lo que él señaló su brazo herido, rodé los ojos, pero me acerqué al mini bar que estaba abierto, cogí un vaso llenándolo casi hasta arriba. – Aquí tienes–se lo entregué, lo cogió con una sonrisa la cual me dieron ganas de borrarle a golpes, respiré hondo intentando calmar mi vena asesina Esparcí el alcohol encima de las pinzas y sobre mis manos desinfectando todo, me acerqué a Dante el cual seguía todos mis movimientos con la mirada, me senté a su lado quitando con cuidado la venda no sin antes aplicarle un torniquete para detener la hemorragia – ¿Preparado?–pregunté a lo que él asintió, bebió el contenido del vaso casi de un trago. Llevé la pinza hacia la herida comenzando a buscar la bala, su rostro se contrajo de dolor, mantenía la vista fija en un lugar de la pared, finalmente, la encontré y la extraje sacándole un gemido de dolor. Quite el torniquete limpie la herida, volví a vendarlo con cuidado, en una libreta escribí el nombre de algunos analgésicos para el dolor. – Buen trabajo, doctora–dijo levantándose, cogió su camisa volviendo a colocársela – Lo tomaré como un “Gracias”–me levanté dejando las cosas encima de la mesa, le escuché reír por lo bajo, me acerqué al mini bar sirviéndome un vaso, me lo bebí casi de un trago, la necesitaba con urgencia, esta noche estaba resultando muy rara. – No sabía que los médicos bebían– – Te sorprendería la cantidad de ellos que lo hacen–dije volteando a mirarlo– Bien Dante, son las 4:30 de la madrugada, llévame a mi casa– – ¿Tan rápido quieres irte?–el tono de su voz era sugerente  – He sacado la bala, te he vendado, si no tienes a otro herido en algún lugar de esta casa, ¿Qué más haría yo aquí?–dejé el vaso en el mueble, fui hacia el sillón agarrando mis cosas – Bueno…–se acercó a mí, sus manos rodearon mi cintura causando que mi cuerpo se estremeciera ligeramente, acercó su rostro al mío quedando a escasos centímetros– Podemos jugar un poco– – ¿Al parchís?, ¿las damas?, ¿el ajedrez?–pregunté haciéndome la despistada, él se alejó mirándome confuso borrando su sonrisa – A algo más entretenido– – ¿Póker?– – Prefiero el Stripe póker–volvió a sonreír de forma coqueta – Patético…–dije sonriendo ante su cara de desconcierto – ¿Yo?– – Sí, bueno más bien tú forma de intentar ligar– – Créeme que si lo hubiera intentado, ahora mismo estaríamos de camino a mi cama–colocó una sonrisa arrogante a lo que rodé los ojos – Por dios… Narciso baja que sube Dante–dije con sarcasmo, di unos pasos hacia la puerta, pero me sujeto del brazo haciendo que lo mirase – ¿Te molesta que no lo intente?– – Para nada, de hecho, te lo agradezco porque no me interesa en lo más mínimo, un hombre como tú– – ¿Un hombre como yo?– – Por encima puedo ver que eres un mujeriego, que seguramente usa a las mujeres como si de un pañuelo se tratasen–me solté de su agarre, pero volvió a cogerme esta vez pegando nuestros cuerpos – Tú, ¿no sabes quién soy?–preguntó con arrogancia a lo que sonreí negando – La verdad no, pero sí sé lo que eres– – ¿Y qué soy?– – Eres un arrogante que creció entre algodones, un mimado al que nunca en su vida le han dicho que no, eres un idiota que cree que con chasquear los dedos tendrás a todas las mujeres a tus pies, pero te diré algo–coloqué mis manos en su pecho alejándolo de mí– No me acostaré contigo, me importa muy poco quien seas, y como esta conversación ya acabo, me voy a mi casa–sus ojos brillaron con furia, pero no me importo, di media vuelta abriendo por fin la puerta y marchándome sin que importara absolutamente nada.   

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
54.0K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.7K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.7K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook