Capítulo 5: Santiago

1190 Palabras
Mi imperio. La rubia bajaba y subía en mi m*****o, movía bien los labios, hacía varias cosas bien, pero cuando se lo hacía, gritaba demasiado, así que prefería tenerla con la boca llena. —¿Te gusta así, cariño? —me pregunta, tiene los ojos llorosos y alrededor de la boca llena de saliva, no digo nada, solo asiento, empujo su cabeza y cierro los ojos cuando sus labios envuelven mi m*****o. —Señor, tenemos un problema —dice Ariel entrando a mi oficina, yo levanto la manos. —¿Qué paso ahora? —le pregunto, miro su cara, es de horror, y además me fijo que tiene la camisa llena de sangre, me levanto rápidamente y camino hacia él—. ¿Es tuya? —pregunto, él niega. —Es Rodrigo —dice, abro los ojos y salgo corriendo, pero me detengo cuando veo que mi mejor amigo, Rodrigo, esta tirado en el piso apenas respirando, cuando me ve, estira su mano. Me arrodillo frente a él. —¿Qué paso? —le pregunto, él intenta hablar, y gotas de sangre caen de sus labios. —Los diablos del este… —comienza, aprieto los puños. —¡Llamen al doctor! —grito, el agarre de Rodrigo en mi brazo me hace volver a mirarlo. —No…hace…falta…mi amigo —dice, siento ganas de llorar—. Venga mi muerte… —susurra. Su cabeza cae hacia el lado, inerte. En otro momentos sus palabras habrían sido dignas de una película dramática, pero no ahora, mientas veía a mi mejor amigo de la infancia, muerto sobre mis brazos, con la sangre todavía brotando de su herida en el pecho, sabía que este era el inicio de una guerra, y ahora se había vuelto muy personal. Me levanto del suelo, veo mis manos manchadas de sangre, no era primera vez que estaban así, yo había matado hombres con mis propias manos, pero esto era diferente, no se suponía que tendría la sangre de Rodrigo. —Acabamos de entrar a una guerra, esos diablos de mierda, se van a enterar quienes somos nosotros —digo furioso, los chicos que están alrededor asienten, veo en sus caras tristeza, uno de nosotros había muerto. —¿Qué quiere hacer, jefe? —me pregunta Matías, era mi segundo al mando después de Rodrigo, lo miro, él mira a Rodrigo, tiene su arma cruzada en el pecho, de forma que ante cualquier amenaza, él puede disparar de inmediato. —Reúne a todos, quiero ver a los que andaban con él —digo, él asiente. —José y Gabriel están abajo en enfermería —dice, yo asiento. —Iré —digo, agarro mi arma y me la echo en el pantalon—. Reúne a todos, en diez minutos los quiero a todos en mi oficina —digo. No espero su respuesta, ni tampoco que diga nada, Matías era un hombre de pocas palabras, siempre decía lo necesario y era muy sabio. Bajo las escaleras rapidamente en dirección a la enfermería, no pregunté porque razón Rodrigo no estaba ahí, sabía que él debió haber querido subir a despedirse, era así, le habían disparado muchas veces, era muy despistado, pero esta vez, el disparo acabo con su vida. —Buenos días señor —dice la chica que trabaja junto al médico de confianza que tenemos, más específicamente, mi hermano.  —¿Dónde están? —pregunto, ella me señala hacia los chicos, escucho sus gritos de dolor, camino hacia ellos. —¡Quédate tranquilo, Gabriel! —le grita mi hermano, ninguno de ellos se sorprende cuando abro la cortina, Gabriel esta respirando de forma agitada, mi hermano le está sacando unas balas que tiene en el brazo, José esta a su lado, mirando hacia el suelo, su brazo ya esta vendado, también su cabeza. —¿Qué paso? —pregunto. —Nos emboscaron, bajaron cuatro hombres con armas, traían las camisas que usan los diablos —dice Gabriel, se queja cuando mi hermano le entierra la pinza—. Por dios, Jonhy, me duele —dice, mi hermano rueda los ojos. —Más te va a doler si no te quedas tranquilo — —Rodrigo se bajo del auto, le dijimos que no lo hubiera, íbamos a irnos rápidamente, pero usted ya lo conoce, él quería dar cara… —dice, aprieta los labios cuando Jhony le saca la bala, estiro la mano y él la deposita, esta llena de sangre. —Algo que él haría, siempre fue un estúpido —digo moviendo la cabeza. —Le dije a los chicos que luego bajaran a Rodrigo, hay que avisarle a Lena —me dice Jhony levantándose de la silla, en su lugar, toma su lugar la chica, para vendar a Gabriel. —Hazlo con cuidado cariño —le dice guiñandole un ojo, pero ella ríe y le aprieta. —Lo haré lo mejor que pueda — Jhony y yo caminamos hacia la entrada de la enfermería. —No puedo creer lo estúpido que fue, ¿sabías que Lena está embarazada? —me pregunta, yo asiento. —Con más razón aún, creo que deberíamos ir a su casa, que lo sepa por nosotros, además decirle que por dinero no tiene que preocuparse —digo, él asiente. —Cuando termine con Rodrigo, nos vamos —dice, justo en ese momento, los chicos bajan con él, Jhony les dice que lo dejen sobre la primera camilla. —Jhony, quiero que saque esa bala y me la des, voy a grabar el puto nombre de ese diablo de mierda, voy a ir a por él y le voy a encajar la bala en la sien, prepárate hermano, porque nos han declarado la guerra y vamos a responder con todo — Él asiente y entra a ver a Rodrigo. Suspiro, habíamos estado muy bien este último tiempo, nadie se había atrevido a atacarnos y ese diablo se cree tan superior, no sabe con quién se ha metido.  Cuando llego a mi oficina, están todos ahí, a penas puedo pasar entre todos ellos. —Bien chicos, ya saben lo que paso, Rodrigo esta muerto por culpa de los diablos del este, nos han declarado la guerra y vamos a responder con todo, por la tarde les daré más información pero hoy no quiero que nadie salga de aquí, hoy ninguno se va a sus casas —digo, ellos asienten—. No sabemos si nos están vigilando, ustedes tienen familia y no creo que quieran que los sigan — —Claro que no, nos quedaremos —dicen asintiendo, yo también lo hago. —Más tarde, Jhony y yo iremos a ver a Lena, a darle la noticia, eso sería todo, cuando tenga más información para darles, los llamaré — Todos se van, excepto Matías, él se sienta en la silla frente a mí. —¿Que tienes? — —Los diablos se han aliado con los Italianos —dice, yo me echo hacia atrás soltando un suspiro. —¿Estás de broma? — —Lamentablemente no, creo que deberíamos aliarnos con alguien igual de poderoso —dice él. —¿Con quién? — —Con la Diosa —
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