Capìtulo 2

1243 Palabras
Cap 2 -Sara Wenblok, tienes una visita- la madre superiora quiso agregar un > pero se contuvo sabiendo que no iba a ser bien recibido y que además no era algo que estuviera bien hacer. En realidad, y aunque siempre lo ocultara, le tenía mucho cariño a aquella muchacha, ya que la había visto crecer, desde que aquella pareja la había dejado en el convento con lágrimas en los ojos pidiéndole que cuidaran de ella, la madre superiora la había criado, aunque de una forma muy fría de la que se arrepentía, para ser una novicia, ya que luego de que pasaran cinco años sin que nadie la viniera a buscar, había asumido que ella viviría allí de por vida. Pero cuando ese día un joven que rondaba los veintidós años de edad, había acudido a su oficina pidiendo ver a la joven, aparte de sorprenderse, le alegró que, al fin, esa niña tuviera alguien que se interesara por ella, y se llenó de esperanzas al ver que la niña por fin podría cumplir su sueño y conocer el mundo exterior y elegir por ella misma cuál sería su camino, ya que desde un principio sabia lo soñadora y traviesa que podía ser. Además de que la salvaría también a ella de volverse loca, ya que la muchachita no hacía más que meterse en problemas cada vez que podía. Pensaba en esto mientras la dirigía hacia su despacho, en donde había dejado a su visitante esperando, ya que parecía ser alguien importante. Bien podría ella a verle dicho a la joven que se encaminara sola hacia allí, ya que Sara conocía de memoria el camino de todas las veces que lo había transitado por su falta de buen comportamiento. Pero tenía curiosidad sobre el parentesco de la joven con aquel hombre, aunque se hacía una idea de quien era. Sara siguió a la madre superiora con sentimientos encontrado, ella quería saber quién era la persona que había ido a visitarla, pero a la vez la llenaba de miedo saber que, tal vez seria para decirle que se quedaría allí para siempre. Cuando llegó el momento de abrir la puerta le musito a la madre superiora -espere un momento por favor- entonces se paró, miró la puerta como si pudiese traspasarle con la mirada y ver quien estaba adentro para así poder tener la posibilidad de salir corriendo si no le parecía de fiar y luego tomo aire soltándolo lentamente - ahora si- dijo con miedo. La madre la miró y le sonrió por primera vez, trasmitiéndole confianza, a lo que ella le devolvió la sonrisa y entonces la puerta se abrió, dejando ver a un joven que inspiraba poder y riqueza. Cuando aquel joven se dio vuelta, se dio cuenta que era muy guapo, era el segundo hombre que veía en su vida, este le sonrió y le dedicó algunas palabras que le fueron demasiado conocidas -te atrape tramposilla, dije que siempre lo haría- a lo que Sara solo pudo sonreír y ver como su mundo se convertía en n***o produciendo un gran ruido y luego.... nada. David Wenblok, más conocido como el nuevo duque de Stranfol, estaba sentado en el despacho de su casa/mansión, cuando su mayordomo le avisó de la visita del administrador de su padre. Ese día era su cumpleaños número veintidós y hacía, cinco días que había llegado de Francia lugar donde se había criado desde los diez años, lejos de sus padres, quienes lo habían mandado a aquel lugar para protegerlo de su tío, que quería matar a sus padres y a ellos, su hermana Y él, para poder quedarse con el título y lo había logrado, había matado a el duque y a la duquesa, pero para su desgracia, estos, antes de morir habían dejado todo a nombre de sus hijos, a quienes no había sido capaz de localizar. Sin embargo, las personas que le cuidaban en Francia le habían dicho ya hace un año, que debía volver y ocupar el lugar que le pertenecía, pero no había tenido el valor hasta ese momento. Cuando hizo pasar al administrador este le hizo una reverencia y le dijo entregándole una carta -lo que debes hacer, se encuentra en esta carta-y luego volviendo a hacer una reverencia se retiró de la misma forma que había llegado. David abrió la carta con un poco de temor y comenzó a leer Jueves 1 de septiembre de 1798 Querido hijo: Si esta carta esta en tus manos, es porque nosotros ya no formamos parte del mundo de los vivos, y tu tío a logrado su cometido de acabar con nosotros y pero no con ustedes, también soy cociente que si estas leyendo esto es porque tomaste el lugar que te pertenecía y estas en casa. Quiero que sepas que jamás quisimos abandonarte, ni a ti ni a tu hermana, pero fue la única forma que encontramos de protegerlos. Ahora solo me queda pedirte que busques a tu hermana y que la lleves a vivir contigo, que siempre la protejas y la ames como nosotros lo hicimos con ustedes, ella se encuentra en el convento a fueras del pueblo de Oxford, como novicia, tiene su nombre real por lo que solo debes preguntar por ella. Cuida a la pequeña Sara y no dejes que tu tío les haga daño. Los amamos Tu padre y madre, los duques de Stranfol. Luego de leer la carta y asimilar su contenido se levantó del escritorio casi corriendo y buscó al mayordomo -Claud, prepara el carruaje, salimos lo más rápido posible hacia Oxford- Y así había hecho. Media hora después se encontraba camino a buscar a la pequeña Sara. Recordaba cada momento vívido con su pequeña hermanita. recordaba que su hermana era un pequeño "duende" que se le pegaba cada vez que el salía a jugar y que además era muy tramposa y traviesa, pero también recordaba los ojitos llenos de lágrimas que vio en sus ojos el día en que los separaron, fue el peor día de su vida. El camino se había vuelto cansador y demasiado largo por la desesperación y las ansias que llevaba de al fin encontrar a la mujer que seguramente se había convertido su hermano y rezaba en cada trayecto que la joven estuviera bien y que su crianza hubiera sido tan buena como la suya propia. Las puertas del convento le parecieron demasiado grandes, la entrada demasiado estricta y había tenido la suerte de haber llegado justo el día donde las jóvenes que allí vivían recibían visitas. Al entrar lo atendió la madre superiora, quien primero lo observo con desconfianza, y cuando pareció aprobarlo recién se dignó a escuchar a que venía. Al pronunciar el nombre de su hermana, la mujer mayor abrió los ojos de una manera desmesurada, dejando entrever sorpresa en sus facciones, para luego salir del despacho casi corriendo a buscarla, luego de unos minutos que se le hicieron eternos escucho a su espalda abrir la puerta y cuando se dio vuelta vio a una mujer hermosa que compartía la mayoría de sus rasgos pero que a la vez seguía siendo igual a su pequeña. Y recordando las palabras que le había dicho una vez, cuando jugaban en el jardín de su madre, le dijo -te atrapé tramposilla, dije que siempre lo haría- y entonces vio como a ella se le iluminaba el rostro y luego una rección que nunca esperó. Ella caía al piso desmayada.
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