POV ELIZABETH
El café en mis manos estaba tibio, pero no podía sentir su calor. Mi mente estaba demasiado ocupada, demasiado alerta, demasiado atrapada en el nudo de paranoia que se formaba en mi pecho. Desde que encontré esa nota en mi auto, el miedo se había convertido en una sombra persistente. Sentía que alguien me observaba a cada momento, incluso si no veía nada extraño.
Mis guardaespaldas estaban atentos, pero nada parecía fuera de lo normal. Excepto por la sensación de que algo terrible estaba por suceder.
—Señorita Blackwell, ¿seguimos con el itinerario? —preguntó Matthew, uno de mis escoltas.
—Sí —respondí automáticamente, pero la incertidumbre me carcomía por dentro.
Decidí pasar por un café antes de regresar a la oficina, intentando encontrar algo de normalidad en mi rutin
