Estaba plácidamente dormida cuando me desperté por los rayos del sol que atraviesan la ventana de mi habitación.
«Maldición, no cerré las persianas y quería seguir durmiendo». Me levanto molesta y pues la culpa la tengo yo misma por no haberlas cerrado cuando llegué.
Me giro para ver el reloj que está en mi mesa de noche para verificar la hora, son las 5:40 de la mañana, estos últimos días el sol sale más temprano, ha de ser por el cambio de estación que nos encontramos. Voy al baño para cepillarme los dientes y lavarme la cara, me quito el uniforme y me pongo ropa cómoda, voy aprovecha que tengo la mañana libre para limpiar el apartamento, pero con hambre no rinde el trabajo voy a desayunar primero.
Abro la alacena y saco unos panes de sandwich, abro la nevera y tengo jamón y queso, agarró lechuga y tomate, pogon hacer café mientras voy cortando los vegetales, tengo tanta hambre que me comería una vaca. Preparo 3 sandwich y sirvo una taza de café agregando leche, amo el café con leche, este no puede faltar todas las mañanas.
Prendo la televisión y busco que están dando de interesante, paso los canales sin encontrar nada que pueda llamar mi atención. Decido ir a la aplicación de YouTube y buscar una carpeta con música variada, encuentro una que se ve interesante tiene varios géneros musicales.
Mientras escucho música voy saboreando cada uno de mis sandwich y por un momento me quedo pensando en aquel profesor, no lo puedo sacar de mi mente es como si colocaron un chip que contiene su imagen y voz. Recuerdo esas últimas palabras que me dijo antes de salir del aula.
«—¡No esté nerviosa señorita, tampoco muerdo, aunque ganas no me faltan!»
Como hubiera deseado que me mordiera y poseer mi cuerpo sobre ese escritorio y entregarle por completo mi virginidad, que recorriera cada parte de mi cuerpo y me enseñara todo lo que sabe, yo encantada de ser su alumna y de aprender todo lo que me quiera enseñar, seria la mas obediente pero no sumisa en su totalidad.
Salgo de mis eróticos pensamientos cuando escucho el timbre sonar, me levanto y veo a través del ojo mágico de la puerta y es la señora Carmen la dueña del apartamento.
—¡Buen día!¿Cómo está señora Carmen? —trago el bocado de pan que estaba masticando—. Adelante, tome asiento.
Me sonríe de una manera tan cariñosa, es como una abuela para mi.
—Buen día cariño. —ingresa tomando asiento en la comodidad de mi pequeño sillón—. Seré breve, pasaba por para hacerte una propuesta.
—Entonces soy toda oídos. —esbozo una gran sonrisa, pero con la incertidumbre de saber que pueda ser.
Toma mis manos entre las suyas para mirarme directamente a los ojos.
—Sabes que te quiero como la nieta que nunca tuve, se que eres una joven responsable, luchadora y dedicada a todo lo que quieres. —sus ojos se cristalizan mientras habla—. La propuesta que quiero hacerte, es que tengo pensado vender los apartamentos y quisiera que tú adquieras este u otro de los que voy a vender. Lo pagarías en cuotas mensuales como si fuera un alquiler, si estás de acuerdo haríamos un documento en donde se estipulan las mensualidades y se firmarán giros por cada pago.
La escucho decir todo esto y se me cristalizan los ojos, no puedo contener las lágrimas que empiezan a brotar por mis mejillas. Deseaba tanto tener algo de mi propiedad y esta oportunidad que se me presenta no la puedo desaprovechar.
—Claro que sí, no se imagina lo feliz que me hace.
Ella suelta mis manos para estrecharme en un fuerte abrazo, luego seca mis estúpidas lágrimas, unas que salieron por la emoción. Quedamos en vernos el lunes con su abogado para la elaboración del contrato.
La invito a tomar un café pero me dice que se tiene que ir, debe hacer otras diligencias, la acompaño hasta la puerta y me despido con un gran abrazo sin dejar de decirle lo agradecida que me encuentro por esa maravillosa oportunidad.
Al cerrar la puerta empiezo a saltar como una loca y no dejo de dar gracias al cielo por haber cruzado en mi camino a personas tan especiales. Término mi desayuno que ya se enfrió pero eso no importa.
Lavo los platos que ensucie para preparar el desayuno y empiezo hacer la limpieza a fondo de la casa, mientras la ropa se lava en la lavadora voy limpiando el baño y así sigo con cada espacio de la casa. Mientras escucho música sigo haciendo mis labores.
Son las 10:00 de la mañana y ya estoy por terminar, solo me queda colgar las sábanas para que se sequen. preparo el almuerzo, últimamente me da mucha hambre, debe ser porque trabajo tanto que mi organismo asimila rápido lo que como.
Dejo cocinando una deliciosa carne molida para acompañar con pasta, voy al baño a darme una ducha para estar lista. A las 11:00 de la mañana tengo que estar en el trabajo, no tengo idea de que me va a decir la señora Mirna y eso es algo que me tiene con los nervios de punta.
Salgo del baño y me pongo mi uniforme, apagó la carne que ya está lista y subo la candela de la olla que tiene el agua para la pasta para que hierba en lo que pongo a freír las tajadas. En menos de 10 minutos estoy sirviendo mi almuerzo, a veces no me provoca comer es fastidioso cocinar para una sola persona.
En lo que degusto mi almuerzo pienso que será de la vida de mi tía y mi prima, no supe nada más de ellas desde que me fui de la casa hace 2 años. No se preocuparon en saber como estoy, solo les importa su bienestar personal. Lástima su pobre esposo que se rompía el lomo trabajando para que nada les hiciera falta.
Termino de comer y lavo los platos, apago el televisor que lo deje reproduciendo la música mientras hice la limpieza de mi apartamento.
«Que bien se escucha decir que es mío» Cierro la puerta y voy camino a mi trabajo, bajo por las escaleras porque aún no se si el ascensor funciona.
Cuando llego al final de la escalera me tropiezo con el ser que menos quería encontrarme…