Capítulo Cuatro El calor me da una bofetada en la cara y la puerta de la sauna se cierra a mis espaldas. Pestañeo y lucho contra el intenso deseo de toser a causa del vapor. La mesa de póquer que tengo delante es igualita a la que vi en la foto. Los hombres sentados medio desnudos en torno a ella también parecen los mismos, al menos de entrada. Cuando los estudio con más detalle, veo unas cuantas caras nuevas, incluyendo la de un tipo poco atractivo que, como era de esperar, se encuentra no demasiado cómodo en su cuerpo delante de toda esa belleza masculina que le rodea. Hablando de belleza masculina, ahí está él. Calentorro McEspía con sus facciones esculpidas en su rostro y sus gafas de aviador y todo. En persona parece incluso más grande y merecedor de que alguien le de unos lametone

