CAPÍTULO 3. Acabábamos de terminar el último examen. –¡Eh, listilla! –escuché a mí espalda cuando iba por el pasillo. Me giré posiblemente con el cansancio que arrastraba ese día, después de los momentos tensos que habíamos pasado últimamente. El final de la carrera, ¡no me lo podía creer!, por fin había logrado llegar a la meta. En esos momentos recordaba aquel lejano día en que escuché algo que me dejo toda asombrada: –¿Y por qué no haces la carrera conmigo?, así las dos nos podríamos ayudar y sería más fácil. –¿Qué dices?, ¡estás loca!, yo a mí edad estudiar, ¡eso es imposible!, además seguro que no podré. –Pero ¿qué dices?, mira haces el acceso a la universidad para mayores de veinticinco años y luego ¡ya está!, las dos a clase como unas amigas felices, ¿qué te parece?, ¿a que e

