**KEVIN** De repente, la puerta se abrió y mi empleado más leal, con el que he trabajado por años, entró. —Señor, disculpe la intromisión. —¿Qué pasa? —pregunté. —¿Son buenas o malas noticias? —Recuerda que hizo una cita con la señora Jenkins —me recordó. —¿Ella aceptó verme? —Sí, lo espera en su casa para la cena. —Perfecto. Escoge mi mejor traje y los accesorios más caros. Quiero deslumbrar al entrar en esa casa. Quiero ver cómo es esa familia. Sé que ahí está la raíz del mal que atormenta a mi mujer. —Entendido. ¿Llevará el anillo de su familia? —Claro. También elige uno de mis aretes de oro puro. —Entonces me retiro para tener todo listo. —Gracias. Desde niño llevo un arete y mantengo mi estilo de cabello samurái —media coleta superior y rapado inferior— desde hace ocho a

