Así que encontré una camada de animales preciosos, rescatados porque me sentí mal y habían enviado una caja con historias tristísimas, elegí dos y los metí en una bolsa de regal y si el perro no le gusta a Santiago de verdad, que esto no va a funcionar.
—Domenic, ven a ayudarme con la masa de las galletas para tu hermano
Domenic viene emocionado y se pone a preparar la masa conmigo, le encanta todo el proceso, y me cuenta sobre su vida, su color favorito, su deporte favorito, el nombre de sus amigos de la escuela.
—¿Cuál es tu color favorito?
—Es el rosado, pero no le digas a Santiago, ¿vale? que se burla un poco de mí.
—Santiago es así. —Se queja Domenic —Seguro a él no lo castigaban.
—¿Tú crees?
—Sí, es el favorito de mi mamá, pero yo finjo que yo soy.
—¿Y Tom y Gali?
—Ellos son... otros hijos de mis papás—yo me río y su hermano mayor sigue con el teléfono, pero se le pinta una sonrisa.
Santiago y Gala regresan justo cuando saco los pasteles que horneé.
Santiago entra en su casa y me ve de pies a cabeza, me da en un beso en la mejilla y me acaricia la espalda.
—¿Tú cocinas?
—No cocino tanto como tú, pero horneo.
—¿Horneas? —repite. —Tipo un quequito o repostería.
—Lo que quieras.
—¿Es muy tarde para querer un cheesecake casero? —pregunta y me da un beso en la mejilla y otro en el cuello y sigue achuchándome—por favor, es mi cumpleaños. —confiesa y le miro incrédula.
Su mamá y sus hermanos se quejan desde la cocina, que nada le hace feliz a Santiago, que está ahí inventando un cheesecake cuando toda la vida pide pastel por su cumpleaños, su mamá está indignada y sus hermanos suenan divertidos, Santiago sigue rogando y yo le miro incrédula.
—Vale... un cheescake.
—¿En serio?
—Sí.
—Pero ayudas, Domenic por ejemplo quería hacerte unas galletas espectaculares, y las ha preparado ¿a que sí? —pregunto y el menor asiente.
—Mi hermaniti —dice y le llena de besos y se abrazan, su mamá les ve divertida y Santiago dice. —¿Qué me irán a regalar mi hermana y mi hermano?
—Nada. —responden los dos al unísono.
—Extraño porque su papá les dio para que le compraran algo a su hermano.
—Sí, pero ni que nos cayera bien.
—Santiago em cae mejor que tú, pero... bueno como no mando en su vida. me cae pero no le doy.
Santiago niega con la cabeza y llena de besos a Domenic.
—Mi único hermano y el favorito.
—¿Tú tienes hermanas Regina? —pregunta Domenic. —TE caen bien o mal?
—Sí, tengo una gemela idéntica y una hermana muy mayor como Santiago contigo.
—¿Cómo se llaman?
—Linnie y Gretta.
—¿Linnie se llama Linnie? —pregunta Santiago mientras pellizca el queque, le pego en los dedos y se ríe. —Linnie, Rinnie y Gretta.
—Caroline, Regina y Margareta.
—No... qué estafa. —Se queja Santiago.
—Sí, mi mamá estaba super high, cuando nos parió y mi papá le dice que sí a todo—me quejo y él se ríe.
—¿De dónde salen tan cínicas, si él es tan majo?
—Somos hijas de mi mamá... —respondo y me encojo de hombros.
—No em la has presentado.
—Se murió a mediados del año pasado. —respondo.
—¿De qué? — pregunta Galilea.
—Cáncer de mama.
—Mi abuela igual, es muy triste sabes porque uno pasa queriendo tener tetas toda la vida y luego vienen y te matan.
—¿Galilea es lo único que te entristeció de la situación? —pregunta su madre, algo decepcionada.
—Sí, y que se le cayera el pelo.
—Sí, estuvo feo eso—comenta Domenic y se acaricia el pelo —Laura rueda los ojos y eleva una plegaria por sus hijos.
Alexis entró a su casa y se sorprendió por los olores, caminó hacia la cocina y se encontró con Santiago y Domenic rompiendo huevos y a Galilea tomando café mientras Tom ayudaba a su madre a secar platos. Me vio revisando el horno y suspiró aliviado.
—Les tengo prohibido tocar el horno —me dice—. Pero veo que te están esclavizando.
—Uno que quiere galletas, el otro cheesecake. ¿Ustedes dos no se les antoja nada? —pregunto.
—¿Pie de limón? —sugiere Galilea.
Pasamos horas en la cocina hasta que está toda la mesa de postres preparada, para cantarle al cumpleañero, y los que estaban por traerme la sorpresa de Santiago le atinan, con todo y el cambio de dirección que he hecho y todo lo que les he incomodado. Le tomo de la mano y le saco al jardín, le entregan globos, rosas, y la caja con el regalo de cumpleaños.
Santiago se ríe muy divertido, creo que no pensaba que yo estaría enterada de nada, y mucho menos esperar un regalo.
—¿Cómo lo has sabido? —me acerco a su oído para responder.
—Tú te robas a mi hermana y yo le suspendo el sexo a tu primo —Santiago ríe y abre la caja y se asoman las caritas de un par de perritos, un schnauzer y un spaniel. Los dos le miran, y Santiago se queda sumamente serio viendo el interior de la caja.
—¿Los dos son para mí?
—Es para que elijas.
—¿Cómo vamos a regresar al otro?
—No sé... dejando que se lo lleven, tomando el que más te guste.
—No, yo quiero los dos —responde y los saca de la caja, llena a los perros de besos. Uno le ve como si fuese un dios y el otro le ve asustado—. Hola, Luna —saluda a la perra negra, y le da un beso a la otra—. Solecita.
—Aww, qué mono —dice Galilea
—Déjanos al otro.—pide su hermano menor.
—No, no, ustedes tres son mis mascotas, no puedo tener más —intento no reírme con el comentario de mi suegra, y me preocupo por Santiago, que está encariñado con su regalo. Le doy los papeles de la adopción porque no quiero después que me deje a alguno de los perros abandonados en mi vida. Él sonríe complacido y lleva los perros al interior de la casa. Su mamá le advierte que lo que limpien o rompan debe recogerlo.
—¿Por qué Santiago puede tener un perro y nosotros no?
—Santiago es mayor, vive en su casa, tiene una novia que opina que un perro es una buena idea —le explica su mamá.
—Lo tuyo es mío, hermano, toma a quien quieres cargar.
—No quiero encariñarme —dice Domenic y evita el contacto con el perro, yo le miro entristecida.
—Cariño, cuando tú seas mayor yo te regalo un perrito.
—Gracias, Rinnie. —le doy un abrazo y lo encuentro comestible, su hermano viene y me lo quita de encima.
—No porque no tengas un perro puedes robarme a tu novia.
—Qué culpa tengo de que ella quiera abrazarme.
—Sí, búscate tu propia novia —se queja Tom.
—Búscate novias que no sean mis amigas.
—Ahh... ya van a empezar.
—No se pueden pelear, recuerdan —comenta su hermano—. Ve a poner mi música, chiquis, y tú acompáñame a comprar comida hecha.
—Mi amor, yo voy a hacer la cena.
—Mamá, Regina ha invadido tu cocina con dulces.
—Santiago —me quejo.
—Y ha metido animales a la casa—Su madre se ríe
—Voy a echarle laxante a tus pedazos —Santiago se ríe y le pregunta a Domenic si cuida a Luna y Sol o si va con él.
—No voy a encariñarme —dice el pequeño y Laura aprovecha que no están sus hijos para mimar a los perros. Galilea y Alexis le ven con los brazos cruzados y cierta actitud.
—Vean, si tuviéramos un perro...
—Domenic sería tan feliz.
—Sí, pero yo tendría una nueva responsabilidad.
—¿Para qué está Tom, que haga algo? —comenta Galilea y su madre se ríe.
—¿Y tú no vas a ayudar?
—La verdad, es que no, muy lindos, pero demasiada responsabilidad.
—Te cuento una historia muy breve.
—Dispara.
—Cuando tenía más o menos tu edad, fingí ser alérgica a los gatos para que mis hermanas no se quedaran con uno y de mayor, se me ocurrió decirles la verdad... y no me lo perdonan.
—Alguien tiene que poner límites, Regina. Y a mí nadie me regaló un unicornio, no entiendo por qué ellos necesitan un perro.
—Mi amor, los unicornios no son reales —le dice su padre
—Pudiste haber fingido y pegarle el cuerno al caballo.
—Cuando esta se vaya, le damos un perro a Domi.
—Sí, mi amor —dice y le llena de besos al perro.
—Bésame a mí —se queja su marido y Laura sonríe, le llena de besos y su hija y yo aprovechamos para darles el espacio.
Galilea le da un sorbo a su café y yo me dispongo a decorar mi cheesecake precioso cuando ella dice:
—Entonces, ¿cuáles son tus intenciones, Regina? ¿Quieres a mi hermano o quieres la empresa de la otra familia de mi hermano?
—Mira, cuando seas mayor, vas a conocer hombres guapísimos, espectaculares en la cama, con muchísimo dinero y si eres afortunada estarán solteros. Yo, por desgracia, elegí salir con un divorciado que nunca firmó los documentos con su esposa, básicamente su esposa estaba divorciada de él, pero él no de ella, golpe bajísimo —digo y sigo decorando—. Pero tú, tú serás probablemente la primera esposa de un tipo mega afortunado, y la única, si juegas bien las cartas del amor. Serás la única mujer en la vida de alguien, porque tienes papás juntos y felices que se dan besos en el sofá. La realidad es que los hombres mienten. Y tienen sexo con todo lo que se mueve, y uno acaba pasando de página con cada uno de ellos y haciendo la lista de hombres en tu vida larga, fracasados en tu vida, y todos queremos lo del sofá, sabes. Tu papá y tu mamá es lo que hacen que Santiago se sienta competitivo y deseoso por encontrar a la mamá de sus futuros hijos, pero... bueno, no todo el mundo tiene eso, yo soy hija de papás divorciados y lo mejor que puedo hacer es tu hermano. Porque es un caballero, es alto, tiene una espalda súper sexy, se ríe de casi cualquier chiste, inventa lo que no existe con tal de salirse con la suya, y es... —me ahorré el "espectacular en la cama"—. Está bien, si tuviera que calificarle es un 7.75 de hombre, porque nunca hay que darles un diez, pero si me preguntas de aquí a unos diez años tal vez se vuelva un 9.25, es lo más que le voy a dar.
—¿Estás teniendo un brote psicótico o conversas con Gali? —pregunta Santiago y doy un salto y arruino lo que llevo de decoración.