Yo creo que nunca había ido a una cita, mucho menos una que dure todo el día.
Santiago tenía planes, y eso incluía levantarnos temprano, ir a desayunar mientras nos conocíamos, sin celulares, solo nosotros dos. Pero la verdad, todos los sábados tengo una llamada semanal con mis hermanas. Santiago respetó eso quedándose en silencio frente a mí mientras Linnie hablaba mal de Rod, y Gretta se quejaba de los planes para el jardín que tenía Ramón.
—Eso está precioso, rosas, sí, siempre sí.
—Estás escuchando, se me mueren.
—Que las cuide Ramón, pero eso está precioso.
—Cuéntanos de tu vida.
—Estoy... estoy en una cita.
—¿Uhhh, con quién? —pregunta Linnie.
—Oh, es el chico muy majo, Santiago se llama.
—No es un chico, es un hombre.
—Un semental si quieres añadir, pero me gusta que te guste Gretta.
—Ahh, es el hijo que papá siempre ha querido. Que tiemble Ramón.
—Su papá y yo somos amigos, bebemos juntos, jugamos golf.
—A mí me manda memes —responde Santiago y le miro impresionada. —Hay una química, es el papá que me hubiese gustado tener.
—Es mi papá, trata de no robártelo. —Digo mientras reviso su chat.—Le puso un mensaje que dice, "Hola hijo, ¿cómo van los negocios?"
—Estás teniendo una cita con papá —dice Gretta algo confundida y Linnie grita horrorizada antes de reírse de mí.
—Hermanitas, me costó mucho conseguir esta cita, así que tengo que finalizar la llamada. Bye, un beso, y no estás pidiendo mi opinión pero eres guapísima, puedes tener a cualquiera, deja que ese Rod sienta el ácido y el jardín de tu casa está precioso Gretta, amo a Ramón, pero si solo quieres tener césped, sé pobre de visión y solo ten césped —Gretta se ríe y yo les mando un beso antes de finalizar la llamada.
—Sobre qué más tienes opiniones? —pregunto y él se ríe.
—Creo que estos son los huevos más malos que he comido.
—Entonces tu cita está apestando.
—Sí —los dos reímos, porque el desayuno está feo, pero la siguiente actividad me encanta. Siempre ando en busca de alguna tiendita de antigüedades. Me voy a buscar algo para el apartamento con el dependiente y Santiago se queda socializando. Estoy en la parte trasera y puedo escucharle reír y murmurar cosas. Le veo a lo lejos y él me saluda con una sonrisa, preciosa. Se acerca a mí y pregunta si he encontrado algo que me llamara la atención.
—Sabes esto no es como una tienda normal, tienes que venir con tiempo.
—Vale, tenemos tiempo.
Me voy a la sección de los libros y encuentro uno que ya he leído pero si a Santiago le hace feliz gastar dinero yo la verdad me animo a participar en su felicidad. Luego vamos a comprar ropas para nuestra cita, y no hago preguntas sobre las medias que ha elegido Santiago para mí, con colores chillones súper mega largas ni los guantes chillones, pero me río, me río de verdad, y me encanta que Claudia le contara sobre mi obsesión por el patinaje profesional.
—Nunca había estado en una cita.
—Mentiras.
—Sí, pero no una de adolescente.
—No tuviste novio en el colegio.
—No había presupuesto ni espacio para esto —digo mientras doy vueltas. Santiago me toma de la mano y me lleva por la pista. Patino bastante decente.
—¿Hockey?
—Sí, hasta la universidad —respondió y me acercó a su pecho. —Ahora dime qué tengo que hacer.
—Santiago...
Santiago me sonríe y me acerca a su cuerpo, me da un beso en la mejilla y dice:
—Hay un montón de gente que se casa y se divorcia todos los años, se casan confundidos por el amor, y el deseo, y la verdad el sexo. Tú y yo tenemos la oportunidad de sacar la mejor oportunidad de esto. Mira a tu papá, es un hombre brillante en los negocios, pero no tanto en el amor.
—Tu mamá no está casada y feliz.
—Después de besar sapos y todo eso... en fin, creo en el amor y me encantaría que me pasara, pero confío en seleccionar bien a tu equipo y triunfar, y nosotros dos podemos triunfar inigualablemente.
—Estás diciendo que quieres qué exactamente... un matrimonio tipo de la realeza.
—Vale, si eso es lo que se te viene a la cabeza sí. Quiero un matrimonio a largo plazo, quiero no tener que preocuparme por infidelidades, mentiras, desamor.
Santiago es uno de esos hombres magnéticos que la verdad si yo fuese su esposa pasaría con los celos destruyendo mi sistema nervioso como si no hubiese un mañana, pero tiene razón cuando fue la la última vez que estuve enamorada, que me fue bien y que tuve todo lo que quise.
—Escríbelo bien.
—Santiago, que tu abogado se ponga en contacto con el mío, y traiga algo que nos beneficie a los dos.
—Vale.
—Y después discutiremos.
—Excelente.
—Perfecto... —respondo y me aparto.
—¿Qué estás haciendo?
—Ya tienes lo que quieres, estoy yéndome —respondo mientras me alejo. —Que no te esté prometiendo amor eterno, no quiere decir que no podamos ser amigos, necesitamos ser amigos. Ven, —dice mientras me persigue por la pista. —Regina —me llama.
—Mis amigos me llaman Rinnie.
—Me imagino que cuando tenías cinco años eras divina, una Rinnie preciosa, pero, para mí eres un mujerón que se llama Regina.
—Gracias. —Respondo divertida y doy vueltas. —Entonces nadie te llama Santi.
—No.
—Qué triste, no tienes diminutivo.
—Ni yo ni Domenic.
—¿Por qué Domenic?
—Mi mamá se deja llevar por las hormonas a la hora de poner nombres, no la dejes nunca contaminarte.
—Ya... gracias.
—Sí... es peligrosa, tuvimos un gato y le llamó Hemenégilda —me río y Santiago también.
Los siguientes dos días entendí perfectamente de dónde viene la idea loca de Santiago, que sí, está la herencia de por medio, que sí tiene un cerebro un poco menos romántico de lo que esperaría, pero hoy salimos a la actividad de Tom sin tener que ir solos y pensar demasiado. A la gente le gustamos, es como... apropiado, es fácil.
—Esa es la mamá de Tom, ¿Recuerdas a mi suegra? —pregunta Claudia mientras sonríe y saluda a la mujer. —Y esa mujer a su lado es su hermana, Laura y su marido... no recuerdo el nombre, pero son los papás de Santiago.
Santiago me toma de la cintura y me pregunta qué tal me va con los papás.
—No son mis fans.
—Es por las tetas, pero hoy las tienes bien cubiertas —responde y me da un beso en la mejilla.
—Hola, mamá, papá, Regina —nos presenta y le veo incrédula, antes de saludarles con mi mejor sonrisa y de la forma más educada que encuentro. —Esta es mi tía favorita.
—Soy tu única tía Santiago.
—Sí, pero si tuviese dos o tres más tú serías mi tía favorita —insiste y la llena de besos. La mujer se ríe. —Mi tía Paulina, la mamá de Nick, y ella es Regina.
—Mucho gusto Regina —respondo y saludo a la mujer. Ella me saluda con cierta ternura. —Te conocí para la boda.
—Sí...
—Las dos creíamos que estabas embarazada.
—No... no antes, no ahora —responde Claudia y Laura, la mamá de Santiago, la salva.
—Fue una recepción gloriosa, muy... dulce y tienen un matrimonio feliz, ¿qué más podrías pedirle a la vida?
—¿En qué trabajas Regina? —Yo veo a la suegra de mi amiga y entiendo completamente la indirecta pero el que quería que mi amiga dejara su carrera como diseñadora era su hijo... cosas que yo desaprobaba.
—Yo trabajo como economista, en un banco privado acá en Nueva York, pero espero casarme con alguien que apoye mis proyectos y no los minimice... —Claudia me da un codazo, y Santiago eleva las cejas.
—Creo que es una decisión personal.
—Lo es... lo es... es una decisión de ellos dos.
—Claudia siempre puede volver a trabajar cuando quiera, está trabajando en una relación, no todo el mundo hace tres cosas a la vez.
—Vale, yo quiero casarme, tener un perro, tal vez dos hijos —anuncia Santiago —Todo el mismo año.
—Un aplauso para ti —respondo y él se ríe.
—Tú crees que es una broma —comenta su padrastro. —Un día entró a la habitación y me dijo: "Voy a aprender alemán, como en serio" y llevaba un mes en clases de japonés.
—A los tres meses se enlistó en el ejército y tres años más tarde abrió dos compañías.
—La verdad a mí ya no me sorprende —responde su madre.
—A mí tampoco.
—¿Quieres algo de beber?
—No, estoy bien absorbiendo información. —respondo.
—Solo, necesitas ver esto.
—No necesito, estoy conversando con tu familia.
—¿Recuerdan la vez que se quitó solo los frenillos? —Comenta su tía solo para molestarlo, y Santiago les ve incrédulo.
—Son impresentables.
—Santiago se adelantó todo un mes, tenía prisa por nacer —comenta su madre y yo me río.
—Ehh, el agasajado.—celebra Santiago el fin de la atención.
—¿Qué están haciendo, contando cosas raras de ti? —Pregunta Tom y todos asienten, este sonríe y sé que la anécdota está buena cuando inicia riéndose:—Tuvo sexo por primera vez y le dio acné en la espalda del susto, y creyó que tenía sida o sífilis, terminaron pagándole un panel de ETS y se le quitó —Todos menos una persona, reímos a carcajadas.
—Estoy amando esto, porque Santiago se invita a casa de mi familia, se convierte en un hombre adorable, tiene un chat de w******p en el que mi papá y él se adoran —Comenta. —Sigan alimentando mi alma, por favor, no se corten, es más, ve por una botella de champán. Su madre se ríe, y da la copa de vino vacía y lo envía a traerle más.
—Ven, te acompaño.
—Estoy socializando con mi nueva hija —Responde irónica y yo me río.—Ven, Regina, hablemos más de Santiago.
—Uhh, me encanta. El vino de tu mamá, mi cielo, no se vaya a atragantar.
Hello... comenten.... ¿¿¿ayuda???