Un pasito

1363 Words
Lo del cumpleaños de Santiago es tan serio que Mike me ha dado dos semanas libres como si cumpliera el rey. Yo no estoy muy segura de que sea lo que él quiere, porque la intimidad le molesta o lo que sea que tiene y no me quiere decir, es sexo, no una propuesta de amor, pero me convenzo de ir. Y me sorprendo al llegar a Mainvillage y ser recibida por Santiago con un cartel que dice: Vine por Regina, alta, sexy y guapísima, ¿la han visto? Trato de no reírme, pero tiene la sonrisa de mocoso maldoso y me acerco a él, me da un beso corto en los labios y me abraza, me da un abrazo mega largo y me da las gracias. —Sé que tuviste que dejar varias cosas por venir, y lo agradezco. —Con gusto, son como unas vacaciones. —Sí. —A mí me recibía mi hermana. —Mi nueva amiga personal e íntimisima, Linnie, fuimos por unos mojitos y me contó todo tu itinerario. El chofer de Santiago nos saluda y lleva todas mis maletas. Santiago me pregunta si estoy segura de que no voy a mudarme. Le sigo hacia su auto, él me sigue contando cómo se ha apropiado de mi padre, de mis hermanas y básicamente me dice que soy una insípida. —¿Perdón? —Vas a disculparme, eres guapa, sabes mates, pero tu hermana mayor es comediante profesional y tu hermana gemela es divertidísima. —Yo soy divertida. —No es la vibra que das de inicio. —Mira... estoy ocupada intentando entender cómo me voy a ganar a tu familia. Tu mamá parece aceptarme, pero no quiero caerle mal, tienes tres hermanos menores y un padrastro muy serio. —Es como tú, se ven serios pero es un cagón de risa. —¿A qué se dedica? —Exportación y venta de autos. —Eh, qué bien. —Sí, tiene concesionarios y cosas, un equipo de carreras y producen cosas rápidas. —Wow, mi cuñado se dedica a eso. —Me contó la cuñis. —Me caes mal, ¿cómo socializas así? —Es un don —bromea y me toma de la mano. —¿Es un don huir en cualquier momento? —pregunto y Santiago asiente. —Lo siento, lo hice todo mal el otro día. —Lo sé, pero... creo que tenemos que quedar claros en que no somos una pareja, si te quieres ir, vete, pero... sé honesto. El celular de Santiago suena y él toma la llamada. —Hola mamá. —Tu hermana quiere salir al cine con sus amigas, yo estoy con lo de tu cumpleaños y organizando cosas y Alexis está sacando trabajo, quería saber si puedes ir a darle una ojeada... honestamente no me gustan estas amigas nuevas. —¿Y qué tengo que hacer? —Ir y estar en el mall por si algo pasa, y traerla a casa a la hora que es. —Vale, estoy con Regina. —Oh, déjala conmigo, tal vez... quiera ayudarme. —Mamá, acaba de bajar del avión. —Hola —saludo y Santiago niega con la cabeza. —Ves, que sí, ponla al teléfono. —Hola Laura —la saludo y Santiago rueda los ojos mientras nos ponemos a conversar. Mi abuela y mi mamá se odiaban, así que aprendí una cosa desde muy pequeña, la paz mundial se establece el día que eliges a un hombre para lo que sea, y puedes evitar discutir con su madre al máximo. Yo, la verdad, no pienso llevarme mal con Laura, la mujer que no sabe qué sabor de pastel preparar para su hijo. —Creo que me cambio y voy, así hablamos de unas cositas. —Perfecto, los espero. Vamos a casa de Santiago y tomo una ducha, me peino y me cambio por algo más sencillo, luego llamo a mi papá para prometerle que iré a comer con él antes de que la semana se me complique, y también le aviso a Gretta y Linnie que estoy en la ciudad. —¿Te gustó la sorpresa? —pregunta Linnie. —Me encanta que andes socializando con hombres... —Sí, sí, Santiago es maravilloso. —Sí, todo el mundo ama a Santiago —ironizo mientras me maquillo. —¿Qué se le regala a un hombre? —pregunto. —Has tenido novios antes —me recuerda Linnie. —Sí, pero no de este tipo de conoce a mi familia y fiesta de cumpleaños familiar. —¿Qué le darías a un hombre usualmente por su cumpleaños? —pregunta Gretta. —Sexo oral y si estoy de humor, otras partes también —comento solo para sacarla de quicio. —Vale, un reloj. —No, no, ni relojes ni zapatos —dice Linnie—. Condicionan en tiempo la relación y esos mismos zapatos usan para dejarte. —Wow... la gurú. —Entonces, ¿qué es apropiado, Linnie? —pregunta Gretta. —Los hombres siempre coleccionan mierdas o quieren cosas que no les permitían en la infancia, y de ahí todo es fácil. Santiago toca la puerta y anuncia que su hermana necesita salir como un animal en cautiverio, yo le aseguro que estoy terminando y me despido de mis hermanas. —Gracias por el tip, las amo. Tomo mi bolsa, mi celular y las tarjetas, salgo de la habitación y veo a Santiago respondiendo mensajes, me da una mirada y después me huele para anunciar que le parece el outfit y el olor. Media hora más tarde estamos frente a casa de sus padres. Su hermana está en la ventana esperando, Santiago me toma de la mano y dice en tono desentendido. —Le caes muy bien a mi mamá, pero... a Galilea no, así que si quieres llevar la fiesta en paz, deberías conquistarla a ella. —¿A tu hermana de doce años? —Trece. —Vale... Entramos en casa y vemos a Laura, en su mejor traje de mamá, con su delantal y a Galilea, la hermanita de Santiago. —Buenas tardes —saludo. —Hola Regina, bienvenida. —Gracias —saludo a Laura—. Traje estos chocolates, y unas galletitas para el café. —Regina, Galilea, Gali, Regina —es mordaz, me ve de pies a cabeza y su mamá cruza los brazos acompañada de una mirada de advertencia. —Hola, mucho gusto. —Hola —respondió con la mirada asesina. —Gala y yo nos vamos, si necesitan algo me llaman. La mamá de Santiago me ve a los ojos, muy seria en cuanto sus hijos se van y dice: —Olvidé que es alérgico al chocolate, y tengo un pastel, que no es el que mi hijo puede comerse, nadie va a hacerme un pastel de hoy para hoy en la noche y no sé hornear. —Yo sé hornear, ¿cómo qué le gustaría? —Su favorito es el pastel de leche condensada. —Okay, ¿tenemos los ingredientes o necesitamos ir a comprarlo? Revisamos todo, yo busco bien la receta y decido que podríamos ir por unos baldes y cosas para decorar, dejamos la mantequilla batiéndose, quizá se me fue la mano con la cantidad, pero cuando regresamos, está en casa Domenic, quien perfectamente podría ser el hombre de mi vida, me saludó como si fuéramos mejores amigos y me preguntó si estábamos a tiempo de hacer galletas de mantequilla. —No es tu cumpleaños, Domenic. —A mi hermano le encantan. —Sí, sí —reconoce Tom, el mayor y yo asiento. —Todo lo que le apetezca a Santiago... ahora, necesito que tengamos una conversación, ¿es cierto que su mayor deseo es un perro? —Sí, pero Santiago mató dos tortugas —le acusa su madre y todos nos quedamos en silencio. Yo había conseguido esa información a través de Tom, porque Claudia y Linnie tienen la misma teoría, el mejor regalo es lo que nunca se ha podido tener, pero a Tom le parecía inapropiado que comprara un perro, y le tuve que decir que no iba a limitarme a conseguir lo que él quería, porque era el regalo de Santiago.
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