Un día antes de la llegada de Adair, Perspectiva de Elowen
Estaba por salir cuando escuché que la encargada de recursos humanos nos mandó a llamar, miré el reloj y sabía que tenía tiempo de llegar a casa.
— Los llamaba para informarles que mañana vendrá el nuevo jefe. Quiero que todo en la empresa esté impecable y si hay alguna queja de alguno de ustedes, dense por despedidos.
Esa mujer realmente era un fastidio, se creía la dueña y señora de la empresa. Muchos no decían nada e incluso se encargaban de lamer sus zapatos pero yo no era así, terminé lanzando un bufido y fue cuando ella me miró.
— ¿Algún problema, Elowen? — sus pasos fueron los únicos que resonaron en la sala y se acercó a mí — ¿Acaso dije algo gracioso para que rieras?
— Por empezar aléjate de mí que invades mi espacio personal, Cassidy. Segundo, no me reí, lancé un bufido — comencé a mover mis manos en círculos y con elegancia — eso es cuando uno escucha algo irónico, te lo aclaro ya que al parecer tus cuatro neuronas no te lo dicen.
— Escucha, no me vayas a provocar si no quieres que te despida.
— El despido tiene que venir desde arriba — señalé en esa dirección — no de ti, recuerda que también eres una empleada más.
— No me provoques que no me quieres tener como enemiga, puedo hacer tu vida un infierno.
— ¿Acaso no lo estás haciendo ya? Te recuerdo que de todo el personal de limpieza es a mí a quien más la cargas con el trabajo, me dejas no solo los baños más grandes sino también los más asquerosos. Mientras que al resto de las empleadas las pones a limpiar las oficinas que son muy limpias en comparación con lo demás.
— Eso lo organiza la jefa de las empleadas y no yo, te lo recuerdo.
— Por favor, idiota no soy. Yo me voy de aquí que ya suficiente tiempo perdí contigo para seguir haciéndolo.
— No te puedes ir, aún no he terminado de hablar.
— Mi horario finalizó hace diez minutos, eso no me lo reconocen y sabes muy bien que tengo cosas que ir a hacer a casa.
Me fui de la empresa y tomé la bicicleta en la que me transportaba. Sabía de un atajo así que lo utilicé y llegué justo a tiempo, al entrar a la casa fue que lo miré.
— Date prisa que tengo hambre — él gruñó — quiero comer carne, ¡NO TE QUEDES AHÍ COMO IDIOTA!
Di un respingo y me fui a cocinar, empecé con todos los preparativos. Tenía que ser fuerte, tenía que soportar, no podía decir nada porque si no… ¡No! No pienses en eso.
— Hola amor — la voz de esa mujer me hizo hacer un gesto de amargura — ¿Y tú qué ves? ¡Ya te he dicho que cuándo esté aquí no me mires! Suficiente es tener que soportarte en la empresa con esa cara fea mientras haces el aseo. ¡Apresúrate con la cena que tengo hambre! Mientras tanto ve a traerme mis pantuflas y traes el aceite para darme masajes en mis pies.
— No puedo tocar tus pies y estar cocinando al mismo tiempo, es asqueroso.
— Amor, mira a tu hermana lo que me dijo.
Mi hermano no dijo nada y solamente me dejó ir una bofetada que me lanzó al suelo. Apreté mis puños y me clavé las uñas tan fuerte que terminé por sacarme sangre.
— A Cassidy no le hablas así, limpia esa sangre sucia de mi piso de mármol. Ve a cocinar y luego le das un masaje que debes considerar un honor hacer.
— Está bien — apreté mis dientes — solo dame un momento en lo que hago la carne.
— ¿Sabes? Se me ocurrió una idea mucho mejor — Cassidy sonrió con malicia — en lo que nosotros estamos cenando, tú te pones de rodillas debajo de la mesa y me das un masaje en los pies.
— Es una gran idea, amor — él la besó y luego me miró con desprecio — ahora dale las gracias a Cassidy por ser una mujer tan buena y comprensiva.
— Gracias Cassidy, por ser una mujer tan buena y comprensiva — lloré de la rabia y ellos rieron — ¿Me puedo retirar?
— Claro, vete de aquí que no queremos ver tu cara fea.
Me fui de ahí y empecé a cocinar lo más rápido que pude, sabía bien que lo que me esperaba no era fácil y que debía dejar todo limpio para mañana irme temprano a la empresa.
— Ya la cena está lista — anuncié mientras mi cabeza estaba baja — pueden pasar al comedor.
Fui a la recámara de mi hermano y de Cassidy entonces tomé las pantuflas junto con el aceite que utilizaba, me metí debajo de la mesa mientras ellos cenaban y le di el masaje que tanto deseaba.
— Es suficiente, ahora pon las pantuflas pero sé cuidadosa que me hice la pedicura y es carísima.
Aguanta Elowen, recuerda lo que está en juego. Un día todas estas humillaciones se van a terminar y podré ser feliz a su lado.
— ¡¿Qué esperas, Elowen?! — mi hermano gritó y dió un golpe en la mesa — no veo que le pongas las pantuflas a Cass.
La mesa era de cristal y se podía ver todo, tuve que poner las pantuflas a Cassidy con mucho cuidado y al final ellos rieron con malicia totalmente satisfechos por las humillaciones que me hacían pasar a diario.
— Bueno, limpia todo esto y luego te haces cargo del aseo de la casa. Quiero que todo esté brillando y si no me convence ya sabes lo que te espera.
Asentí mientras estaba debajo de la mesa y clavé mis uñas en mis piernas. No quería seguir soportando estás humillaciones pero debía hacerlo, todo por volver a ver a mi mamá.
— Por cierto, mañana los baños que te tocan son los de la planta baja. Los que están al fondo a la izquierda, quiero que queden reluciendo porque si no ya sabes lo que te espera.
Cassidy solamente era valiente cuando estaba con mi hermano porque sabía bien que él era del único que me dejaba mangonear. Cuando ellos se fueron tomé los platos en los que habían dejado comida entonces me senté a comer sus sobras, no me permitían comer otra cosa que no fuera esto y el problema era que a veces dejaban muy poquita comida así que me tocaba aguantar porque de paso se quedaban con el dinero que me pagaban en el trabajo y era imposible ocultar una parte ya que la vieja esa sabía bien lo que ganaba.
— ¡Amor! — Cassidy empezó a gritar al verme en el comedor — ¡Amor, ven aquí que es urgente!
Mi hermano llegó y miró a Cassidy algo preocupado pensando que le había pasado algo, entonces me señaló y me quedé un poco confundida.
— ¡Se sentó en nuestro comedor! ¡Haz algo!
Él caminó con tal autoridad que me quedé helada, tomó el plato del que estaba comiendo entonces me golpeó en mi cabeza con el mismo haciendo que la sangre se deslizara desde mi frente y viera los pedazos de cristal esparcidos por todos lados mientras estaban teñidos de rojo.
— ¡Tú no puedes ocupar el comedor! — él me tomó de los brazos entonces me lanzó al suelo — tu lugar es ese, comer como la perra bastarda que eres.
— ¿Por qué me haces esto, Sergio? Soy tu hermana menor, se supone que me tienes que proteger o al menos no lo hagas pero no me maltrates.
— ¡No me hables así! — él me dió una patada que me sacó el aire del estómago — el hecho de que seamos hijos de padre y madre no significa que te tenga que ver como mi hermana o quererte. Te odio con cada fibra de mi ser, me robaste el amor de mi papá por completo.
— Sergio, yo no te robé nada. Tú mismo lo alejaste con tus acciones, si estoy soportando todo esto es porque necesito saber dónde tienes a mi mamá, sabes bien que la quiero tener a mi lado.
— Te lo diré cuando se me dé la gana, esa vieja es una inútil como tú y para lo único que puedo decir que sirven es para estorbar.
— Es tu madre también, te lo recuerdo.
Sergio me dió una patada en las costillas y sentí que algo crujió pero por suerte el dolor no fue tan grave. Luego se fueron y yo me levanté con dificultad, fui a curar mis heridas porque no podía limpiar así.
Me di unas cuantas puntadas, luego curé mi labio, revisé mis costillas buscando alguna fractura pero todo estaba en orden. Fui a limpiar la casa porque si no me iba a ir peor, una vez que todo estaba en orden miré que eran las dos de la mañana así que me marché a mi cuarto que quedaba en el ático ya que según ellos esto era lo que me merecía y que incluso eran generosos al dejarme quedar con ellos.
Al día siguiente que me desperté fui a la empresa una vez que me maquillé los golpes, solo había dormido cuatro horas pero necesitaba dejar todo impecable para el junior que vendría a dirigir la empresa, era probable que se creyera tocado por el mismísimo Diosito, ya los conozco demasiado bien a los de su clase.
— Pero qué demonios — miré el baño que me tocaba — esto tiene que ser una jodida broma.
En el baño había un desastre completo, toallas sanitarias usadas pegadas en la pared, el papel desperdigado, el piso empapado de algo que no quiero saber y también los retretes sucios.
— ¡No te puedes quejar! — me arremangue las mangas y me puse doble guante — vamos, Elowen.
Limpié todo al punto que rechinaba de limpio, solo faltaba un poco de ambientador para que las personas sintieran agradable al entrar así que fui por él al carrito. Cuando regresé me quedé helada al ver que todo el piso estaba vomitado.
— Pero qué rayos — escuché a alguien arrojando su alma por el retrete — ¿Qué ha pasado aquí?
Una vez que él salió del baño me miró, estaba rabiosa y seguía maldiciendo mientras sostenía el frasco de aromatizante que iba a ser el broche de oro para terminar mi trabajo en este baño. Mis ojos lo vieron, pude sentir que estaban rojos de cólera y lo señalé de forma acusatoria.
— ¡¿Qué le pasa?! ¡¿Tiene idea lo que me costó limpiar este baño?! No puedo creerlo que un hombre con resaca venga a arruinar el trabajo que llevo de horas, ¡Vine a las seis de la mañana para encargarme a tiempo de todos los baños! ¡¿En qué estaba pensando?!
— Lo siento, sé que es mucho el desastre y espero que me puedas disculpar.
En el momento que miré que él iba a salir, mi mano lo detuvo con todas mis fuerzas. A pesar de todo no me mostraba amedrentada en absoluto.
— ¿Y cree que con un “lo siento” va a venir a remediar las cosas? No señor, las cosas no son así. En este preciso momento va a limpiar este desastre — tomé el trapeador que estaba en la esquina — aquí tiene, quiero que se de prisa a limpiar antes de que venga el nuevo jefe, ya imagino que es un junior malcriado que no tiene una puta idea de lo que es pasar necesidades. ¡Dese prisa y déjeme de ver como un idiota!
— Señorita, déjeme explicarle quién soy.
— ¡No me interesa quién sea! Limpié el baño si no quiere que le dé una zurra tan fuerte que la cruda se le va a ir al demonio.
Él se quitó el saco que usaba, se notaba caro. Se puso a limpiar y una vez que dejó todo a como lo encontró dejé que se fuera. Nos llamaron a todo el personal para presentarnos al nuevo jefe, no quería ir pero sabía bien que no podía zafarme.
— Les presento al nuevo jefe — Cassidy anunció con orgullo — él es, Adair Carter…