Eris detuvo los pasos al ver a Merci en la entrada con la manta cubriendo su cuerpo. Mi compañera le dio una sonrisa y la saludo con la mano.
—Solo contéstale los mensajes, hazle saber que estas bien. Y me da gusto ver que si lo estas. —No mentía, en verdad me daba gusto que no se encontrara tendida en cualquier lugar de la ciudad. — ah otra cosa, es la primera vez que lo veo, Merci me dijo que aquí vivía.
Pase a su lado, sin darle una última mirada. Mi hermana tenía todo el amor de mi madre, tenía sus pensamientos sus deseo, sus preocupaciones, sus anhelos mientras que yo solo tenía sus insultos, sus errores y todo lo peor de ella. Eris tenía la suplicas de ese hombre y su corazón, al parecer. Yo solo tenía el sueño de que el chico Wilson me quisiera un poco, tan solo un poco de su amor me bastaría.
—¡Dalia! —Llamo antes de que me alejara. — ¿Has venido solo por eso?
—No te odio Eris, solo me decepcionas que es peor. —Grite sin detenerme.
Escuche como lo llamaba tonto, como él le decía que la amaba. Una pequeña sonrisa se asomó en mis labios, la vida le da de comer al que lo tiene todo mientras que otros mendigan por un pedazo de trigo.
Me despedí de Merci y continue mi camino hacia la casa. Envíe un mensaje a Eris pidiéndole que contestara, aunque sea los mensajes de nuestra madre, ya que no quería volver a salir a esas horas de la noche solo para saber que aun respiraba.
Pasaban de las dos de la madrugada, ansiaba ver la esquina de la calle Wilson. Ansiaba verlo a él, tenerlo tan cerca y perderme en el océano de sus ojos, en ese azul del cielo.
Pedía al cielo y a las estrellas un deseo del cual estaba segura no se iba a cumplir, sin embargo.
Las luces del auto a esas horas me sorprendieron, verlo caminar con su pequeña en brazos en dirección al auto podía ser una casualidad. Un deseo se cumplió y pedí otro de poder besarlo, de ser el amor de su vida.
Coloco a la pequeña en un portabebés, aun dormía.
¿Estaría enferma?, aunque no se miraba mal.
—¿Ella se encuentra bien? —Pregunte al estar ya cerca del auto. Las únicas luces encendidas eran las de la calle y las de su auto.
—¡POR DIOS! — Se sobre salto al escucharme, tal vez no esperaba que una mujer deambulara por las calles a estas horas, menos que esa mujer se le apareciera por detrás.
—Lo siento no quería asustarlo. —Me sentí avergonzada, debí esconderme y observar de lejos como solía hacerlo. El hecho de que me preguntara por el producto en la tienda me dio la confianza de acercarme, de creer que tenía el poder de hacer preguntas. —Es que creí que ella no se encontraba bien, lo siento lo siento. — Pero al estar frente a él me arrepentí al instante, quería huir en ese momento, solo quería saber si su hija se encontraba bien para poder desaparecer de la tierra.
—¿Qué haces aquí? —Sus ojos miraban en todas las direcciones, aun su rostro mostraba la emoción de espanto, abrí mi boca en varias ocasiones queriendo explicar, sin saber que decir solo observé a la niña. — Ella está bien, pero ¿Qué haces a estas horas por la calle? ¿No tienes miedo de salir a estas horas?
La manera en cómo me miraba, el tono de voz y el filo de sus palabras me hacían pensar que estaba molesto. No tenía ese tono amable ni la sonrisa encantadora, su mirada no tenía el brillo el cual observe cuando nos encontramos en la tienda.
—Mi hermana se fue de la casa. —No sabía porque de repente sentí la necesidad de aclarar mi salida a esas horas. —mi madre estaba muy preocupada porque tiene ya varios días de no llegar a dormir. — Mi vista estaba en la calle, en las casas, en el auto y en la pequeña que dormía. Su vista estaba en mí, solo en mí y podía sentir su mirada penetrando mis pensamientos. — necesitaba saber que se encontraba bien, salí a buscarla porque mi madre no se encuentra tranquila.
—Sube te llevare a tu casa. —Me abrió la puerta del copiloto, ni siquiera espero respuesta de mi parte ya que me tomo del brazo y me ayudo a subir. —¿Dónde vives?
Después de darle las instrucciones de cómo llegar a mi casa, me baje del auto no si antes darle las gracias, camine hasta la puerta recordando que no tenía las llaves. Mi madre se encontraba en la sala cuando decidí salir a buscar a mi hermana y solo tome un suéter sin pensar que ella se iría a su habitación a dormir.
comprobé que la puerta estaba con llave y entonces comencé a tocar, aun mi chico Wilson seguía estacionado en la calle, él no entendía que aquella acción que aquel pequeño detalle aumentaba más mis esperanzas.
Le dije adiós con la mano y rodea la casa para poder entrar por la parte trasera, una cerca me impedía entrar, eso es lo que creía. Coloque un pequeño balde para que me ayudara a impulsarme, estaba por saltar cuando la luz del auto ilumino el lugar.
—¿Segura que es tu casa? —Salió del auto sin alejarse. Me quedé con el impulso y asentí cerrando los ojos ya que la luz no me permitía verlo.
—Creo que mi madre se fue a dormir, he olvidado las llaves. —Apago las luces al darse cuenta de que me molestaba, abrí mis ojos y bajé la mano con la cual amortiguaba el resplandor, entonces lo vi observando a su alrededor. —Veré que este abierta la puerta trasera. —Continue al ver que se quedaba observando la casa.
—Esperare hasta que estés adentro. —Bajo la ventana y cerró la puerta, asentí y volví a tomar el impulso para saltar la cerca. —¡Carajos! ¿Estas bien?
Me encontraba acostada en el suelo, con dolor en algunas partes del cuerpo y un ardor en mi brazo. El me preguntaba desde el otro lado de la cerca, mi grito al caer y el sonido de mi cuerpo golpear el suelo llamo toda su atención y su preocupación.
—Si estoy bien. —Mi voz no salió como lo esperaba, el dolor en mi cuerpo salió con cada palabra.
—¿Segura? —Me levante sintiendo como cada hueso se acomodaba en su lugar, abrí la pequeña puerta y deje que me viera.