Capítulo XXII

1379 Words
Sentí su mano sobre mi brazo, apartándome. ─     ¿De dónde viene esa pregunta?- ─     No me respondas con otra pregunta, V. Solo responde.- ─     Esto es absurdo.- él negó con la cabeza y dio un paso hacia atrás. ─     ¿El qué es absurdo, V? ¿Qué no seas capaz de responder una simple pregunta? Sí, eso me parece bastante absurdo.- ─     No, Jules. No pasó nada entre Belle y yo esa noche. La deje en su casa y vine aquí, a esperarte.- Bien, no voy a fingir que el tono de voz que ocupó para decir eso último no me asustó. Estaba molesto, y si él pensaba iniciar una fogata yo iba a derramar combustible sobre ella. ─     ¿Y el jueves? Los vi irse juntos.- ─     ¿Me espiabas acaso?- ─     ¿Importa?- ─     Sí, importa.- rodé los ojos. ─     Iba pasando, los vi por casualidad. Para ser honesta en el momento decidí darte el beneficio de la duda, pensé que me escribirías diciéndome algo pero lo único que hiciste fue desaparecer por días.- entrecerró los ojos levemente, parecía estar indagando adentro de mi alma. ─     La acompañé a casa ese día, luego estuve ocupado con otras cosas. En serio, Jules. Esto es absurdo.- ─     ¿Por qué no me escribiste? Un simple mensaje…- ─     No lo sé, ¿Por qué no lo hiciste tú?- Siguiente pregunta, V. ─     María me dijo que tú y Belle han estado en contacto estos días, también mencionó una mierda extraña acerca de ustedes regresando cada dos por tres, ¿Es absurdo que esa clase de cosas me molesté?- ─     ¿Y tú le creíste a María? ¿Su mejor amiga? Su mejor amiga que obviamente esta de su lado y quiere que ella consiga lo que quiere…- Bueno, si lo ponía de esa manera… ─     María no tiene por qué mentirme.- ─     A mí se me ocurren un par de razones.- ─     Como sea.- ─     No es verdad, quiero decir, sí es verdad que hemos estado en contacto, pero no por las razones que crees y yo…- ─     Si vuelves a decir que esto es absurdo tendré que golpearte.- ─     Entonces tendrás que hacerlo.- se encogió de hombros.- Estas molesta porque quieres.- ─     Oh, claro. Créeme, yo quería verte abrazado a ella y que luego se fueran juntos. Fue la mejor experiencia de mi vida, en serio.- ─     ¿Por qué no solo me preguntaste?- ─     ¿Por qué no solo me lo dijiste?- ─     Uno de los dos tiene que ceder, Jules. Así es como estas cosas funcionan. ¿Y sabes? La última vez que revisé tú y yo no teníamos nada.- Solo diré una cosa: auch. ─     Esto es absurdo porque tú también pudiste haberme buscado y es absurdo porque en un inicio, tú quisiste jugar a esto Jules.- ─     ¿Yo?- y bueno, me indigné. ─     Sí, tú quisiste que las cosas fueran de esta forma. ¿Me explicas porque tengo que aguantarme una escena de celos irracionales cuando no tenemos nada realmente?- Ojalá se me hubiera ocurrido algo bueno para decir aunque fuera una mentira. ─     ¿Vas a aceptar de una vez por todas lo evidente o mejor me voy? Porque no tengo ganas de seguir de esta forma, Jules. Puedo seguirte el juego, puedo pretender que no me gustas lo suficiente, como lo pretendes tú conmigo, pero no puedo tolerar que finjas que esto solo es diversión y a la primera que no te doy una explicación te pongas de esta forma.- Aún tenía la boca abierta, listo para seguir lanzando palabras que iban a herirme tanto como me lo merecía pero él guardó silencio, su pecho subía y bajaba, la imagen de él molesto no fue fácil de digerir, era del tipo “me asusta pero me gusta”. ─     Búscame cuando tengas una respuesta.- Jules, detenlo, no seas estúpida. No lo arruines. Creo que abrí la boca y balbuceé algo pero fue muy tarde, V ya se había ido. Supongo que lo peor de todo es que él tenía razón, yo no tenía derecho a reclamar absolutamente nada porque no había nada más que encuentros medianamente sexuales entre nosotros y palabras bonitas de vez en cuando y eso era mi culpa. Yo no lo quería dejar entrar lo suficiente en mi vida porque eso me asustaba, V no conocía mi historial, claro que le gustaba lo que veía pero él no sabía a lo que se estaba metiendo y… ─     Tú piensas que V es todos los tonos de rosa que existen.- la voz de Betty vino desde lo más alto de las gradas, la observé desde abajo.- Y piensas que tú eres todos los tonos de n***o que existen.- ─     ¿No es así?- pregunté ante su rara comparación de la situación con los colores. ─     No, Jules. La gente tiene matices, no es de un solo fondo. Ni V es un santo ni tu eres un demonio, piensa en eso.- Fui obediente. De verdad pensé en “eso”, y no me llevó a lugares buenos. ¿Yo no era un demonio? ¿Entonces porque papá y mamá me enviaron lejos? ¿Por qué papá no había sido capaz de verme a los ojos esa noche en el hospital? Recuerdo que subí a la habitación y me deje caer sobre la cama, cerré los ojos y todo se volvió oscuro, no solo para mis ojos. Llantos. No pensé que eso sería lo primero que escucharía en el infierno, quizás lamentos pero ¿llantos? ─     ¿¡Claire!? ¿Qué sucede?- Ah, es que no estaba muerta. Eran los llantos de Claire. Es más, sentía sus manos delicadas sobre mí, en mis brazos, agitándome. ─     Claire, detente.- ─     Papá, ¿Qué…?- ─     Llama una ambulancia Claire, apúrate.- Cada segundo que pasaba todo dolía menos, ya no sentía las heridas, ya no sentía el bombeo, hace ratos no era capaz de abrir los ojos pero cuando papá me alzó en sus brazos me quejé y logre ver su rostro preocupado. Aguanté todo el tiempo hasta que la ambulancia llegó, supongo que en el fondo no quería irme al infierno porque a pesar de todo me encontré a mí misma batallando. Fueron sus llantos. Antes de que Claire llegara no estaba siendo fuerte en lo más mínimo, de todas formas hubo un punto en el que  sencillamente todo desapareció, sus llantos, el sonido de la ambulancia, mamá sosteniéndome el rostro, todo. Abrí los ojos y me incorporé en la cama, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho o que iba a vomitarlo por la garganta, lágrimas que quemaban me bajaron por las mejillas. No la recordaba. No recordaba su rostro ese día, la última imagen de Claire en mi cabeza era de dos días antes, el día antes de irme a la cabaña, estaba molesta conmigo porque no quería prestarle un labial. “No tienes edad” le dije, solo para molestarla porque en realidad tenía trece años y a su edad yo ya me pintaba la boca y hacía una que otra cosa que esperaba que ella no hiciera. “Eres una bruja” fue su forma de acusarme. Me reí y ella salió de mi habitación con el ceño fruncido. Cuando estaba por irme, mis amigos esperando en la camioneta afuera de la casa, mamá y papá despidiéndose, me acerqué a ella y le entregué el labial a escondidas. Ella sonrió cuando nos separamos del abrazo que había servido para nuestra pequeña fechoría. “Ser una bruja no es un insulto” fue lo último que le dije. Alboroté su pelo, tenía un cepillo odioso que en conjunto con sus ojos redondos y oscuros la hacían ver como una muñequita. Subí a la camioneta en el asiento de copiloto, Jackson a mi lado me dio una sonrisa y arrancó, escuché a los demás despedirse de mis padres a través de las ventanas abiertas. Así fue como comenzó “el fin de semana de terror” como me gustaba llamarlo después de lo que lo leí en un periódico digital en el móvil de Betty a sus escondidas uno de los primeros días ahí en Santa Fe. Era un buen nombre, lo describía bien.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD