Prólogo

705 Words
Está en un avión, lo sabe porque despertó gracias a una turbulencia, mira alrededor con miedo, en frente de ella no hay más que otro asiento, a su izquierda la ventana cerrada y a su derecha... Mamá. La Señora Cote está a su lado y le sostiene la mano. ─     Está bien cariño, estas a salvo.- ¿No la internaron? ¿No estaba la última vez que abrió los ojos en un hospital? ─      ¿A dónde vamos?- ─      Vas.- Frunció el ceño. ─      Lejos, Jules. Lejos de todo. Por tu bien.- Su bien. ¿Cuándo se habían preocupado por su bien? A Jules no le costó entender lo que sucedía, a pesar de que aún se sentía sedada no era tonta. Estaba deshaciéndose de ella, era lo más fácil. Yo hubiera hecho lo mismo, mamá. No te preocupes, no me veas con lástima. Quiere preguntar a dónde se dirigen pero no tiene fuerzas, no sabe cómo es que esta vestida si la última vez solo llevaba una bata de hospital, no sabe cómo la sacaron pero tampoco le importa, en el fondo ella también quiere irse lejos de todo. Así que vuelve a dormir y sueña con que puede, puede salir del hoyo en el que se metió, puede ver el sol más allá de las nubes grises. ─     j***r que las veo.- ─     ¿Eh?- Su madre le da una mirada confusa, ya están afuera del aeropuerto de Santa Fe y el calor del verano las recibe con los brazos abiertos. ─     Nada, el sol es un poco molesto.- Con una mano se cubre el rostro y alza la mirada, no hay ni una nube gris en ese cielo. Y parece alentador, pero no lo es. ─     Es verano.- ─     En casa siempre hace frío.- Calla. Su madre no le responde porque no sabe cómo, básicamente está corriendo a su hija de su casa y mandándola al otro lado del país. ─     ¿A quién esperamos?- pregunta la pelinegro finalmente después de unos segundos de silencio. Ve como su madre lleva dos maletas y reconoce que ninguna le pertenece, son de ella. Seguramente se tomó la molestia de guardarle sus pertenencias. ─     A Betty.- ─     ¿Betty?- ─     Mi…- Jules la mira, parece nerviosa.- Tu tía.- ─     ¿Tía? ¿Alguna hermana perdida de papá?- ─     No, Betty es mi hermana.- Guau. ─     Pero tu…- ─     ¡Lain!- Jules aparta la mirada de su madre, frente a ella está un auto y sale una… ¿chica? No debe ser mucho mayor que ella, se ve joven y radiante. Lleva unos shorts vaqueros y una camisa holgada que transparenta su ropa interior, es bonita. Tiene el cabello n***o y largo cayéndole en hondas suaves sobre el pecho, en cuanto está frente a ella lo nota. Es idéntica a su madre. Y es idéntica a ella. ─     Betty.- la Señora Cote saluda. ─     Lain Cote, es un gusto que estés de vuelta hermanita.- ─     Sabes que no puedo quedarme.- ─     Ah, es una pena.- Sarcasmo. Jules es muy buena con eso, sabe que su nueva tía no está feliz con la presencia de Lain Cote, también sabe, por la mandíbula apretada de su madre, que ella tampoco está feliz de ver a su hermana menor. ─     ¿Cómo es que…?- ─     Te lo explicaremos luego.- su madre se gira en su dirección, la toma de los hombros y la ve a los ojos.- Vas a quedarte con la tía Betty por un tiempo, ella cuidara de ti.- ¿Qué va a cuidar de mí? ¡Sí parece de mi edad! Ni las miradas de súplica ni el abrazo apretujado fueron suficiente, vio a su madre desaparecer por el mismo lugar por el que habían salido unos minutos atrás. Se vuelve hacia la mujer frente a ella, no es posible, no es posible que una adolescente vaya a cuidar de ella. ─     Venga Jules.- Para cuando es consciente de que lo que está viviendo no es un sueño la tía Betty ya está subiendo las maletas en la parte trasera de su Porche del 84 al que cuida como a su vida. ─     ¿Cuántos años tienes?- pregunta después de subir al asiento de copiloto, esa, de todas las preguntas que rondaban su cabeza en aquel momento fue la primera que se le ocurrió preguntar. Betty se carcajeó.
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