William Ella era perfecta, todo en ella lo era, tanto que no podía quitarle los ojos de encima mientras me mostraba todo lo había comprado. Hasta que empezó con un juego, sus manos se movian sobre mi cuerpo y las ganas de mirarla invadieron mi cuerpo, tanto que cuando lo hice no pude hablar, era un ángel, más que eso era mucho más. Esa lencería negra le quedaba a la perfección, resaltaba su piel y ese aroma que desprendía sin dudas me iba a volver loco. La recoste sobre la cama y comencé a subir por un camino peligroso, mis labios fueron directamente a sus piernas, donde pasé mi lengua y dejé una serie de besos, hice lo mismo en ambas mientras subia hasta su centro. -William - su voz se escucho ronca y sonreí mientras me acercaba para mirarla -¿Pasa algo castañits? - pregunte y ella

