Cuando Emily finalmente decidió regresar a la mansión, las sombras de los árboles lo habían devorado todo, sumiendo el mundo en una penumbra casi total.
A ella no le molestaba caminar en la oscuridad, a fin de cuentas, durante la noche era el único momento en el que se sentía un poco menos vulnerable.
—¿Podrías abrir la puerta por mí, Trevor?—canturreo ella al otro lado de la entrada principal, con las manos totalmente ocupadas en las bolsas de ropa y accesorios que había comprado.
Casi al instante, la puerta principal se abrió para ella. Emily se deslizo al interior de la mansión, contoneando con elegancia su trasero.
Trevor era el mayordomo-seguridad mas joven que Samuel había contratado. Tenia poco mas de veinte años, por lo cual, estaba totalmente fascinado con el cuerpo de las mujeres.
A Emily le gustaba tentarlo, contoneaba su silueta de manera tonta para que el la admirara con un brillo de devoción. Resultaba tonto y algo patético, pero aquello lograba levantarle el autoestima en días malos.
Y sin lugar a dudas aquel era un día de mierda.
>—Gracias, amor—respondió ella, mientras se volvía hacia la puerta para dedicarle una gentil sonrisa inocente al chico.
Pero allí, de pie, con mala cara, se encontraba Samuel.
—Nunca te escuche llamarme de ese modo—dijo el, con tono monótono.
—Es una tontería que suelo decirle a Trevor… te confundí con el—hablo ella, volviendo la mirada al frente mientras seguía avanzando, intentando volver indiferente aquella situación.
Con el correr del tiempo, ella había aprendido a llevar las posibles discusiones con Samuel a una zona que le resultaba cómoda.
Era evidente que el hombre estaba enfadado, por lo cual, lo mejor era minimizar la situación. Incluso una confrontación en ese preciso instante podía resultar verdaderamente peligroso para ella.
—Si, me di cuenta que te confundiste… es un milagro que haya sido con Trevor y no con alguien más ¿No lo crees? —insistió Samuel, caminando por detrás de ella con pasos largos.
Emily lo ignoro por completo, mientras subía las escaleras de mármol hacia su cuarto. Samuel siguió cada uno de sus movimientos con una atención depredadora clavada en ella.
Fingiendo no notar su atenta mirada posada en su cuerpo, Emily ingreso a su habitación, dejando la puerta abierta detrás suyo. Aquello era lo mejor, si cerraba la puerta Samuel podría tirarla abajo solo para seguir sus pasos.
—Creo que se me antoja cenar algo ligero ¿Tu qué opinas? —propuso ella, intentando desviar el enfoque letal de Samuel, mientras dejaba las bolsas sobre la cama.
Una de ellas, la de color rojo, había sido dejada de manera estratégica cerca del hombre. Emily conocía demasiado bien sus movimientos, sus reacciones, prácticamente se había metido dentro de su mente.
Y tal como lo previsto, Samuel tomo la bolsa y…
—¿Qué es esto? —su tono de voz cambio de manera abrupta, volviéndose tan débil que ella debió volverse hacia el para notar la reacción.
En las manos de Samuel colgaban dos pequeños trozos de encaje color n***o.
—Eso es mi nueva ropa interior—hablo ella con tono sensual, mientras se aproximaba hacia él, sosteniendo su mirada— ¿Te gusta?
Emily pudo notar con orgullo como el tragaba con rudeza, mientras intentaba mantener el enfado a flor de piel.
Samuel era enojo y enfado puro, solo eso… o al menos era lo que intentaba demostrar.
La realidad era que, cuando esas emociones se ausentaban de su cuerpo. Cuando todo ese fuego devastador dejaba su torrente sanguíneo, él se volvía tan agresivo como un cachorrito.
Resultaba difícil llevar a Samuel a ese estado, pero no imposible… y el mejor camino era el sexo.
—Creo que no logro imaginármelo—dijo Samuel, con una mirada animal clavada en ella.
Emily tomo la tela entre sus manos, antes de acortar la distancia. Con dulzura ella le susurro contra su rostro:
—Déjame ilustrarte—mientras se apartaba con delicados movimientos y comenzaba a quitarse la ropa.
Ella se desnudo totalmente, ante la mirada depredadora que asechaba en los ojos de Samuel.
Con calma, consciente de aquel enfoque primitivo posado en ella, Emily se coloco la ropa interior de encaje, mirándolo en todo momento.
Samuel lo estaba disfrutado. Sin importar que tan serio o con mala cara estuviera, ella sabia que le había gustado.
Podía asegurarlo por la erección que elevaba sus pantalones igual que una carpa alpina.
>—Y ahora ¿Qué te parece? —hablo ella, acercándose a él nuevamente—¿Te gusta?
Emily coloco una mano sobre su pecho, buscando inmovilizarlo para tomar el control de la situación.
Pero Samuel sujeto su muñeca con un poco mas de rudeza de lo usual.
—Y ahora, cariño, creo que puedo hacerme una idea muy clara—comenzó a decir el, mientras rozaba sus labios contra los de ella de manera sugestiva—. Tengo una idea muy clara de lo que planeas hacer con Damon.
Al oír aquellas palabras, Emily sintió como un escalofrío recorría su cuerpo.
Fue entonces cuando comprendió aquella rabia primitiva y casi congelada que parecía haberse apoderado de la mirada del hombre.
No podía negarlo, aquello seria estúpido y muy peligroso.
Solo tenía una maldita opción…
—No, dudo mucho que tengas una maldita idea de lo que planeo hacer—ronroneo ella, mientras esbozaba una sonrisa en su dirección—. Me lo voy a coger tanto que quedara afónico.
Emily volvió a tomar el poder de la situación, mientras empujaba a Samuel contra la puerta, presionándolo con su menudo cuerpo.
Samuel se lo permitió, no porque ella fuera imponente, sino porque le gustaba verla así.
El rey italiano podía intentar negar muchas cosas, pero la atracción que sentía hacia Emily cuando se volvía salvaje, arriesgada, irreverente e impulsiva… eso no se atrevería a negarlo jamás.
La amaba. Y ella lo sabía.
El problema radicaba en que el no la amaba de la forma correcta.
Su amor era semejante al veneno.
>—Lo voy a volver loco, tanto que no podrá sacarme de su cabeza—dijo ella, mientras posaba una mano sobre la entrepierna de Samuel—. Atormentare su mente y habitare en sus sueños… el susurro de mi nombre se volverá su nuevo lenguaje.
Emily beso su cuello, dejando delicados mordiscos a su paso. Mordiscos que sabía que lo excitaban.
>—Lo llevare al limite de todos sus sentidos… hasta que me entregue las llaves de su reino.
Samuel escupió una risa condescendiente que sonó ahogada.
—Alguien piensa muy bien de si misma—hablo el rey de la mafia italiana con una sonrisa lupina surcando sus labios.
Emily lo observo durante algunos segundos, odiando al universo por crear un monstruo tan hermoso como ese.
Aquel rostro perfecto le dificultaba el odiarlo… pero no lo convertía en una tarea imposible.
—Tengo con que, cariño. Piénsalo—continuo ella con tono sensual, mientras desabotonaba su camisa, buscando exponer su pecho—, el me secuestro durante unas horas y ahora parece no ser capaz de apartarse de mí.
Samuel le permitió exponer su pecho desnudo, pero justo cuando ella se preparaba para arrodillarse, él la detuvo.
—Quiero que vengas conmigo—dijo el con tono monótono, mientras mantenía aquella sonrisa en sus labios.
Eso era una señal muy clara de peligro. Las cosas estaban verdaderamente jodidas para ella.
—Debo vestirme primero… necesitare un minuto—respondió ella, buscando unos segundos de soledad. Para escapar o arrebatarse la vida de un modo menos cruel del que emplearía Samuel.
Pero él ya tenía otros planes.
Con calma, sosteniendo aquella fría y cruel sonrisa en sus labios, Samuel se quito la camisa y la coloco sobre los hombros de ella.
—Listo, ahora sígueme—ordeno el, su tono mas bajo. Mas aterrador—. No me obligues a tener que repetirlo.
Emily se forzó a esbozar una sonrisa mientras asentía en su dirección.
Sin esperar un solo segundo, el comenzó a trazar un rumbo claro hacia el jardín trasero de la mansión. La bella chica siguió sus pasos muy de cerca, temerosa de atrasarse lo suficiente como para tentar el mal genio de Samuel.
La mansión estaba calefaccionada y bien iluminada, sin embargo, en ese preciso instante le parecía una bóveda oscura y fría donde pasaría los últimos segundos de su existencia.
No le molestaba morir, lo que si le molestaba era hacerlo en manos de un hombre como Samuel.
—¿Acaso tienes pensada una cena romántica a la luz de las estrellas? —bromeo ella, intentando aligerar un poco la situación, siendo totalmente consciente que Samuel jamás sería capaz de organizar eso para ella.
Como era de esperarse, el no respondió, mientras ingresaba al jardín vistiendo solo sus pantalones ceñidos.
Emily pensó que quizás el había planeado asesinarla de un modo brutal allí en el reparo de la noche incipiente. Pero jamás se imaginó aquello.
>—Samuel… ¿Qué es esto? —susurro ella, sintiendo como su corazón se aceleraba y sus pies se anclaban como raíces a la tierra.
Porque allí, a su alrededor, se encontraban desplegados alrededor de treinta de sus hombres. Todos armados, mientras le apuntaban a… un niño.
—Esto, es el corazón de la mafia, cariño—ronroneo Samuel, mientras se volvía hacia ella para colocarse a su lado—. A esto lo llamo un “ajuste de cuentas”
—Samuel… es solo un niño—hablo ella, observando con horror al niño de no mas de seis años en el extremo del jardín, con treinta armas apuntando a su pequeño cuerpo.
—Un niño, cuyo padre cometió la estupidez de querer traicionarme—explico Samuel, volviendo su mirada verde hacia ella, mientras exponía una sonrisa de dientes perfectos.
Pero Emily no podía observarlo a él, ni intentar mantener sus emociones bajo control. No cuando el había montado todo ese circo para ella. Para demostrarle lo que le podía ocurrir si lo traicionaba.
Un niño.
Si Samuel mataba a un niño ¿Qué le impedía hacer lo mismo con ella? O incluso algo peor.
—Samuel, no es necesario que hagas esto… creo que el padre entenderá tu punto si solo…
—¿Si solo qué?—interrumpió el, alzando su voz por encima de la del pequeño niño—. Esto no es solo un ajuste de cuentas, también sirve como recordatorio para que sepan quien esta a cargo… y las consecuencias de traicionarme.
—Vagolio la mia mamma—dijo el pequeño, llorando solo en medio del jardín. Con sus pies descalzos sobre la hierba verde fría.
—La tua mamma ti sta giá aspettando nella´aldilá—respondió Samuel al pequeño en italiano.
Su acento era increíblemente sexy y sensual. Siempre le había parecido así a Emily, hasta esa maldita noche.
—Samuel, por favor, te lo suplico—imploro ella, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas.
El rey de la mafia se volvió hacia ella, antes de observarla durante algunos segundos. Sus facciones se suavizaron, mientras se inclinaba hacia ella con ternura, para depositar un beso en sus labios.
—Creo que también voy a querer una cena ligera, cariño—respondió el, ignorando por completo la suplica de Emily—. Sparare per uccidere.
Ella comprendió el significado de aquellas últimas palabras demasiado tarde. Justo cuando el sonido de los disparos llenó el silencio del jardín.
>>Disparen a matar—No olvides que eres mia. Solo mia.
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Hola corazones de fuego ¿Cómo están? ¿Qué les pareció este nuevo capítulo?
Algunas paretes estan en italiano porque las consideraba demasiado crudas y fuertes para ser escritas en españosl... se que corta un poco con el hilo de la lectura la irrupcion de un nuevo idioma, pero en este caso lo considere extremadamente necesario para aligerar un poco la carga emocional del capítulo.
Muchisimas gracias a todos los lectores que me pasaron a seguir en i********: (valen_escritora), a los que me dejaron hermosos comentarios en el capítulo anterior, los que me envian mensajitos por privado, los que votaron en el capítulo y quienes comenzaron a seguir mi perfil.
A veces, como escritores, nos sentimos un poco solos una vez que entregamos un capítulo de una historia. Es una especie de sensacion de perder una partecita nuestra que en verdad nunca fue verdaderamente nuestra. Pero con su apoyo, ese pequeño espacio vacio donde suele instalarse la soledad se llena de emociones hermosas que nos motivan a ir mas alla.
Por eso, se los agradezco.
Les envio un enorme abrazo de oso lleno de amor. Pronto llegaran nuevos capítulos, pero me gustaria saber si prefieren dialogos en otros idiomas sin aclarar, o prefeririran la aclaracion.
Un ejemplo de cada uno aparece en el capítulo.
Me adaptare a la opinion de la mayoria, claro.
Nos vemos en el proximo capítulo.
Con cariño.
Valentina M. Laborde ♥