El reencuentro

2656 Words
—¿Cómo harás ahora, Cami? Es demasiado dinero y tu padre se dará cuenta pronto. Me siento fatal, tía. Caterina me regaña como si yo fuera la única culpable de la situación y no para de dar vueltas a mi alrededor. Aunque también debo admitir que se disculpa porque sabe que lo hice todo por ellos. Y por mi, no voy a mentir. Tengo una tendencia a romper las reglas que no puedo ocultar. Resoplo ofuscada y me siento en medio de algo en lo que no debería estar. Me jode porque lo hice por ayudarlos pero ahora el marrón, lo tengo yo. —No lo sé —farfullo sin ánimos estirándome en mi tumbona —; pero tengo que devolver ese dinero a su sitio antes de que me descubran. Sabrá que fui yo, inmediatamente y además...hay cámaras, aquel día engatusé a Norman para que las apagara pero si imvestiga papá, él no tendrá más remedio que contarle. —Son cien mil dólares, no creo que puedas conseguirlo así como... —¡Joder, tía! No me digas eso que me pones más nerviosa. Caterina es una de las criadas de mi casa. Su hermano y ella se metieron en un problema de apuestas en Rusia y ahora viven aquí en Inglaterra huyendo de aquellos apostadores pero resulta que les encontraron hace unos meses y los impuestos de la deuda habían subido. Le saqué el dinero en efectivo a papá de su bóveda personal en el banco y ahora va a hacer recuento trimestral y notara que no he podido devolverlo. Se me va a caer el pelo. —Vale, tienes razón. Perdona... —Déjame sola, ya pensaré algo —salto a la piscina y ella se aleja con la ropa de cama de mi hermano en las manos. Mi familia tiene mucho dinero, papá es banquero y de los gordos pero tanta riqueza me da asco. Todo lo que nos rodea es lujo vomitivo y eso hace que sienta la constante necesidad de reducir todo a revelarme y hacer cosas que me hagan sentir persona y no una muñeca robótica. Quiero mucho más que abrir la chequera y ver miles de dolares en ella. Nado de un lado a otro y cuando llevo tres largos me aburro, y me sumerjo. Es un error. Cada vez que se me cierran los ojos veo los violetas de aquel hombre que tantos estragos hizo en mí. Ese que no consigo sacar de mi sistema. ¡Joder! Salgo a la superficie y manoteo en el agua, enfadada. No quiero pensar en él. Aquel día me permití aquello para ayudar a Cat, ella tenía ese evento y se había fracturado una muñeca, no podía ir y decidí hacerlo yo. Así anotaba otro acto de rebeldía en mi aburrida vida y me sentía como cualquier mujer necesitada de pasta...como le sucede a la gente común. Pero entonces le conocí a él, que aún habita en mi, y no parece tener intenciones de irse. Salgo del agua molesta, tomo mi toalla y envuelvo mi cuerpo mojado antes de atravesar la casa para subir a mi habitación. Ha vuelto el deseo entre mis piernas y siento que necesito masturbarme. Más de lo mismo cada vez que le recuerdo. Esa noche rompí con Max. Mi ex no podía aceptar que quiero más cosas que solo ir a fiestas caras con gente estirada y trabajar detrás de la mesa de mi empresa de lunes a lunes, treinta cinco horas al día. Nuestros conceptos de la vida están en las antípodas. Yo necesito sentirme viva, saber que existo...que la adrenalina me corre por las venas y no solo estar cumpliendo una eterna agenda de falsos compromisos. —¡¿Cariño...?! —me detengo al oír la voz de mi madre. —Sí...¿Qué pasa? —Recuerda que mañana tu padre dará una cena para un importante socio. Necesito que vengas y te comportes —ella siempre mediando entre todos y yo. —Para eso ya teneís a mi hermano, mamá. Él es tú hijo "políticamente correcto ".¿Acaso no es suficiente perfección? —comienzo a caminar, huyendo de su repuesta y la mía también. —Camille Hamilton, no te atrevas a irte. Me doy la vuelta y me recuesto contra la baranda que da al enorme salón de suelos en mármol oscuro brillante. Ella me mira con reproche desde su lado del hall y yo resoplo otra vez. —Que sí, mamá, que mañana estaré vestida y lista para la pantomima. —No me gusta tu tono, jovencita. Casi me río. Tengo veintiséis años, y todavía me tratan como si tuviera doce. En fin que hago una reverencia sobre actuada y me doy la vuelta para irme a mi habitación mientras ella me grita que ha elegido un vestido para mi y mañana estará dos horas antes sobre mi cama. Es agotador que te elijan hasta la ropa y trastorna que tu madre sepa de memoria tu talla inamovible y tu padre no conscienta que te vayas de casa hasta que te cases. Es una locura todo...y el pan mío de cada día. Esa misma noche luego de conseguir un orgasmo y un gin tónic, me voy a bailar con Cat y dos de sus amigos. Me encanta esta gente extremadamente divertida y hoy se dejaron convencer para ir a un pub nuevo de lujo. Por supuesto pago yo pero lograrlo no es fácil. —Dios, que sitio tan increíble, tía —Harold, el rubio gay se babea mirando todo a su alrededor y todos reímos —. Tengo que superarme la próxima vez que te invitemos a alguno de los sitios nuestros. —Tranquilo que estamos a mano. Ya me has hecho bastante bien con tus peculiaridades. Todos nos reímos y él y su novio ,Callum se van a bailar. No parecen pareja y son tremendamente guapos pero en realidad sí que lo son. Cat y yo nos acercamos al bar y dos gin tónics más después, nos vamos con ellos a la pista. Harold me toma de la cintura y bailamos una de regueton muy sensual, es excitante esta música y me pierdo en el olor a tabaco del lugar, las luces que ciegan y el ritmo desbordante de erotismo que imponemos. —Me encanta bailar contigo, guapa...me siento lesbiana, tía —el rubio se mofa y reímos a carcajadas —. Si me gustaran las mujeres, tú serías perfecta para mí. —Descarada que eres —le rico divertida —. Y deja de tocarme el culo. —Es un culo muy bueno. Callum siempre te lo mira. Le encanta. —¿En serio don ustedes gays? —bromeo y me besa con un pico. Le adoro. —Y no me cambio de acera ni por ese culo ni por ningún otro. La música cambia y paso a su novio que todavía ríe conmigo de las cosas que me dijo su chico. Cat está disfrutando tanto como yo pero entonces llega mi hermano. Lo veo a lo lejos y veo como ambos hablan algo en secreto. No quiero ni saber si pasa algo en casa. Decido quedarme bailando con los chicos hasta que me hago pis de una forma insoportable y tras dos copas más mi vejiga me obliga a ir al baño. Me separo de los chicos para irme al servicio y luego de una corta fila logro entrar. Hago lo que necesito hacer y entonces me lavo las manos para regresar a bailar. Salgo y me tropiezo con alguien... —¡Perdón! —alzo una mano y de pronto todo cambia. Me toman de ella y tiran de mi hasta un pasillo lateral vacío, oscuro. Me ponen la espalda contra la pared y asustada alzo la vista para reencontrarme con aquellos malditos ojos violetas que no consigo olvidar. —No te perdono que hayas estado bailando con esos tipos tan descaradamente —esa voz hipnótica de nuevo me pone a cien en seguida y él se recuesta sobre mi metiendo una rodilla entre mis piernas y sobando mi sexo con ella —. ¿Follas con ellos? —niego perdida en él otra vez —. ¿Con otro, entonces?¿Tienes pareja? —acerca su boca a la mía y me muero por besarle, nunca nos hemos besado —. Contéstame —me muerde el labio inferior y clava las manos en mi cintura metiéndolas por dentro de mi blusa corta y sin sostén. Está muy cerca de mis pechos. —No tengo por qué hacerlo. Me mandaste dinero como a una prostituta y te equivocas si crees que lo soy. De repente me siento herida otra vez. Sus dedos sin embargo se mueven sobre mi abdómen, los pulgares se estiran y rozan la curva baja de mis senos. Le oigo gruñir y maldecir bajito y se me cierran los ojos. Le deseo...joder. le deseo aquí y ahora. Se me hace imposible no hacerlo. —Sé que no eres una prostituta —me huele el cuello y besa detrás de mi oreja. No sé dónde poner mis manos mientras las suyas se mueven por mis costados —. Hueles tan bien... —masculla apretando mis costillas —...sé que cuando te folle me volveré loco por tí pero necesito llegar a un acuerdo antes. Y sí, te mandé ese dinero porque el dinero para mi no es nada pero hay gente que lo necesita demasiado y si te estropeé tu pase aquel día, lo lógico es que pagara un poco más. Por tocarte...por hacerte mía y poseer tu cuerpo no pienso pagar más que con mi experiencia y créeme que serás tú quien me pagará a mi —me vuelve a morder la boca —...a gritos. ¡Hostias!¡Madre mía! Este hombre es puro sexo. Todo lo que dice se resume a eso. Cada palabra se vuelve erótica, candente...fuego. Sé que podría correrme solo de oírle hablar así y lo peor es que me deja sin nada qué decir. Solo quiero subirme a su cintura y pedirle con mi humedad, que me folle. —Ahora dime si no hay nadie en tu vida o tengo que aplastar a alguien —ordena rozando mi nariz con la suya. —Soy libre como el viento —se me escapa una cursilería. Menudo tópico. Él sonríe satisfecho. No sé si por mi respuesta idiota o por la información que buscaba. El caso es que me alumbra con el destello de sus dientes y es casi adictivo mirarle hacer eso. —Ahora ya no —decreta y me cuesta abandonar su boca para mirar sus ojos —...ahora eres mía. Te llamaré mañana para concertar una cita y acordar los términos de nuestro acuerdo. Dame tu teléfono. Sé que estoy dejando que tenga todo el poder entre los dos pero no puedo parar de complacerlo. Es como si me hubieran intentado el suero de la verdad y solo pudiera obedecer. Es más que nada la forma en que da todo por hecho, como ordena y me determina. Tomo el móvil que me ofrece y marco mi propio número, sonríe cuando oye como timbra en mi bolso de noche y se acerca a mi oído para susurrar: —Este fin de semana te quiero para mi, desnudos los dos todo el tiempo y pasaré mucho tiempo besando esa boca tan apetecible que tienes —casi le pregunto que por qué no me besa ahora pero sonriendo responde —...cuando lo haga necesitaré tiempo para disfrutarla, no es el momento. Y no quiero volver a verte bailando así con nadie más. No queremos que pierda los estribos. Cuando se va vuelvo a tener la sensación de que nada ha sucedido. De que otra vez este desconocido es parte de mi voraz imaginación. Estamos como antes...sin saber ni como nos llamamos y jadeando el uno por el otro. Todo lo que ha dicho se me antoja absurdo pero cuando le tengo delante mi cerebro se detiene y no sé qué coño me pasa que no consigo hacer nada que no sea lo que él me pide. ¡Esto es una locura! Salgo por fin del encantamiento y de dónde me dejó mojada y me marcho con mis amigos. Cuando vuelvo a la pista los tortolitos bailan y se besan al ritmo de una caliente canción de moda y Cat no está por ningún lado. Entonces me pido un agua tónica con hielo y me dispongo a ir a mi mesa cuando me toman desde atrás por la cintura y reconzoco su aroma entre tantos otros olores. —Me alegra ver que tus amigos son solo eso —nos mueve al ritmo desbordante de la música. —Se suponía que me dejarías en paz. No consigo librarme de tí —le castigo moviendo mi culo contra su erección. —No seas mala que no vas a solucionar eso después. No me deja darme la vuelta. Solo bailamos así y me besa el cuello, me mete las manos bajo la blusa y acaricia mis pezones sin importarle quien nos pueda ver. Me está volviendo loca y quiero implorar que me haga suya. Que me tome aquí mismo, en este momento. —Tú solo estás provocandonos y al final me dejas a medias. —Te compensaré pronto. Por cierto soy, Dante Castle. —Camille Hamilton —suelta un raro gruñido y pienso que dirá algo pero no lo hace. Simplemente desaparece. Me doy la vuelta buscándolo pero se ha esfumado. Siempre deja la misma sensación al irse y estoy por pensar que he conocido a Batman. —Ese tipo tiene mucho dinero. Salto y me doy la vuelta cuando me habla Cat al oído. Me sorprende y todavía estoy confundida y excitada. —Y mucho morbo —respondo —, está como quiere. ¿Dónde estabas? —Afuera, hablando con mi hermano que me llamó —responde y nos aleja hacia la mesa —. Es un banquero nena, y su banco es solo para clientes vip y nadie que no sea reconcido por voz puede entrar. —Y, ¿me estás diciendo todo esto, porque...? —Puedes seducirlo y robarle el dinero y pagar a tu padre. Puedo ayudarte. —A ver Cat, ¿cómo omo pretendes robarle, engañarle y ayudarme si es tan importante y tan cuidadoso con su banco? —ruedo los ojos. —Contigo, pedirás un préstamo y te lo follaras, le encantan las mujeres. —Solo folla con rubias —comenta Harold que no deja de mirarlo y entonces descubro que él también nos mira. Ahora ya sé donde está. —Con ella lo hará —responde Cat y yo no oigo nada, solo puedo verle a él —. He visto como la tocaba, y como la mira. Ese tío se muere por hacerla suya y sé que tiene gustos muy especiales. —¿De qué lo conoces? —cuestiono ahora sí mirándola a ella. —Se tiró a una conocida con la que solía trabajar. Él visitaba esa casa por un tiempo. Vuelvo a donde estaba y ya no le veo. Se ha ido y siento que quiero llorar. Necesito tenerlo, sentirme suya y sacarme esta sensación de desesperación. Si consigo sacudirme de encima ese polvo con él, podré seguir con mi vida y Cat me ha dado la clave...Le pediré un préstamo y cuando sepa quien es mi padre me lo dará. No tendré que robarle nada. Tampoco creo que sea posible pero debido al lío que me he buscado le digo a mi amiga: —Es la última cosa que hago por ti. —No te pondré en una situación así nunca más, lo prometo. Solo quiero que salgas de esto de una vez y volveremos a lo de siempre. Eso espero. Eso espero porque algo me dice que una vez me entregue a semejante hombre y encima le pida dinero, nunca podré escapar de él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD