La mitad de la manzana

2047 Words
El tráfico era una locura esa mañana y como de costumbre Emily se levanto muy temprano para llegar a tiempo a trabajo, la antigua asistente personal del señor Blake le había dicho que a su nuevo jefe le gustaba que todo estuviera listo antes de su llegada, así que siendo muy eficiente Emily llegó temprano y lo preparo todo. Observando todo lo que había hecho Emily se sintió satisfecha: "¡Ya está listo! El café recién hecho y las magdalenas de nueces están en la mesita. El señor Blake no es tan complicado como lo era el juez Keller, a ese gruñón lo primero que había que recordarle era que se pusiera la corbata, siempre tenía la cabeza en las nubes y su escritorio todos los días parecía un tornado, cada mañana tenía que ordenarlo todo alfabéticamente, jaja..." "Creo que si no lo hubiera hecho así, el juez se habría perdido en su propia oficina. Aunque cada vez que lo hacía me decía: "Emily, ¿Crees que soy un niño para que pongas colores en las carpetas? ¡Déjate de tonterías y haz tu trabajo eficientemente, que para eso te pago" " Y después de unos minutos salía de su oficina con cara de malas pulgas para decirme un incipiente; 'gracias'. ¡Eso era demasiado en el juez Benjamin Keller! Era un buen jefe, un poco alimonado pero concienzudo conmigo, un tipo extraño pero simpático". " Aún echo de menos sus aullidos mañaneros, eran como los del perro de mi vecino, me ladraba por las mañanas como si no me conociera y por las tardes estaba tan cansado de ladrar que se limitaba a verme entrar y se volvía a dormir. El juez Keller era parecido al viejo perro de mi vecino, ruidoso pero dulce de corazón, y si mi nuevo jefe se parece un poco al juez Keller, no será difícil hacer mi trabajo" Emily cogió una manzana roja del frutero de la mesita y se sentó a esperar a su nuevo jefe comiéndose la jugosa manzana. Cuando iba por la mitad de la manzana, un hombre muy guapo y elegante apareció en la puerta de la oficina y la miró de arriba abajo. Pero en lugar de sentirse bien con la mirada de aquel hombre tan atractivo, Emily sintió como si hubuera subido en en una nube rosa y luego cayera de ella estrellandose contra el suelo. "¿Mi antigua secretaria no pudo encontrar nada mejor que tú?" - Le dijo con desprecio, luego continuó - "Ya que estás aquí, dejemos algo claro, ¡no toques mis manzanas! Suelo comerme una cada mañana después del café y la que te acabas de comer te la descontaré del salario..." La primera impresión de su nuevo jefe fue absolutamente negativa, aquel hombre era muy atractivo por fuera, pero su trato despectivo no decía cosas buenas sobre él, cada vez que Alexander abría la boca aquella mañana lo único que salía de él eran truenos y relámpagos. Esa mañana Alexander la hizo tan pesada para Emily, que ella llegó a pensar que su nuevo jefe quería que ella presentara su carta de renuncia esa misma tarde, pero no podía hacerlo, aunque lo deseo. Ella había cobrado los dos meses de sueldo por adelantado y ya se había gastado más de la mitad del dinero que había recibido como salario pagando sus deudas. Así que cuando el señor Alexander Blake estaba en una reunión con un inversor, Emily aprovechó el momento para irse al baño por unos minutos para calmarse un poco. Respiró muy hondo frente al espejo y se dijo: "¡Cálmate Emily, tú puedes con esto! Ese hombre es un amargado insufrible con cara de ángel pero no es un demonio" "Respira Emily, ¡respira! No dejes que él estropee tu buen humor, respira profundo y piensa en el pescado que le comprarás hoy a Mufaza, el señor avinagrado y con ojos de volcán en erupción le pagará a tu gato la comida que tanto le gusta y lo hará feliz..." "Cuando tu jefe ladre furioso, te acordarás de los adorables maullidos de tu gato Mufaza y olvidarás todas sus ofensas. Respira Emily, maquíllate y dibuja una bonita sonrisa en tus labios". Emily se refugió detrás de la trinchera de su sonrisa y aguantó muy amable y cortés los malos tratos del señor Blake. Ella debía quedarse allí los dos meses que ya le habían pagado y tendría que soportar su trato grosero y despectivo porque tenía que descontar su condena por aceptar su pago por adelantado. "La próxima vez no seré tan ingenua", se dijo molesta - Su antigua secretaria no se jubilaba, ¡huía de él! Y yo caí como una tonta. Bien, el señor Alexander Blake no es tan diferente del juez Benjamin Keller, así que cada vez que tenga que mirarle a la cara recordaré las canas y las arrugas del juez Keller y no tendré que mirar sus ojos y su barbilla y lo perfectamente afeitado y sus labios..." "¡Qué! ¿Cómo puedo pensar en él de esa manera? Me ha tratado horrible todo el día y ni siquiera pude comerme la manzana entera, ese villano insufrible la tiró sin piedad a la basura ante mis propios ojos, si tengo que pagar por ella al menos tenía derecho de comérmela completa..." "Lo único que me hace perdonarlo es saber que esa manzana no estaba tan buena. La próxima vez le traeré un kilo de manzanas y le enseñaré lo que es una manzana dulce y jugosa. No; será mejor que no las traiga aquí, porque las pobres manzanas se pueden volver amargas y secas por su culpa..." Pensando en eso Emily sonreía al imaginarse las pobres manzanas secarse ante la mirada de enojo de su nuevo jefe. Esa tarde Emily terminó exhausta, pero satisfecha de haber logrado terminar su primer día de trabajo sin desmoronarse emocionalmente. Volviendo a su casa fue recibida por los maullidos de su gato blanco de máscara negra y una mancha negra en su cola, feliz Emily puso en un plato el pescado que había comprado para su gato. Viendo disfrutar de su pescado a su gato Mufaza, Emily aliviaba sus emociones sentada en el suelo de la cocina tomando una taza de té para calmar sus nervios. Emily seguía muy enfadada con su nuevo jefe y para vengarse de que el señor Blake no le permitiera comerse la manzana entera y le cobrara por ella, se compró ocho manzanas rojas frescas y jugosas y junto con su gato Mufaza se comió tres manzanas sin pestañear. Esa fue su cena, pues estaba tan cansada que cuando su gato hubo terminado su pescado y la leche, lo cogió en brazos, se metió en la cama y se quedó profundamente dormida. A la mañana siguiente, Emily se sentía mejor, con nuevos ánimos besó en la cabeza a su gato Mufaza y cogió del frutero de la cocina dos manzanas y un limón y cuando llegó al trabajo, colocó la manzana roja brillante y el limón ácido en el frutero del señor Blake y mirando su obra de arte Emily sonrió y dijo: "¡El limón le representa muy bien y me recuerda con quién trabajo" Cuando Alexander Blake llegó esa mañana, ni siquiera la determinó, pasó a su lado como el viento, no la saludó, ni siquiera pidió su café, el señor Blake mantuvo sus ojos pegados en su teléfono, cerrando la puerta de su oficina sin mirarla siquiera. Emily en vez de sentirse ofendida por su actitud arrogante y despectiva, sonrió y se sentó a disfrutar de su manzana, se la comía contenta pensando que su avinagrado jefe estaría con la nariz metida en cada uno de los archivos y carpetas que ella había dejado en su mesa, y que él no la llamaría en una o dos horas. Pero cuando iba por la mitad de su manzana su jefe la llamó: "Sí señor Blake". "¡Venga enseguida, tengo que dictarle unas cosas y necesito que envíe unas cartas!". Emily miró decepcionada su manzana a medio terminar y para evitar que al salir de su oficina su jefe la tirara a la basura, la guardó en el cajón inferior de su escritorio, y como si la manzana tuviera vida le dijo: "¡Espérame aquí y que nadie te vea!". Emily se levantó de la silla y entró con una sonrisa a la oficina de su jefe. Éste la miró con desdén y le ordenó que se sentara, pero a pesar de sus molestos comentarios, Emily no perdió su sonrisa, atenta y muy profesional hizo todo lo que su jefe le pidió, incluido enfriar su café y volverlo a calentar, dos veces, y cuando estaba a punto de bebérselo el señor Blake exclamó: "¡Esto no es café, es asqueroso! Haz uno nuevo y espero que esta vez se pueda beber". Emily se levantó de su asiento y se fue con la taza de café en la mano derecha, y en la otra, todo lo que le había pedido su jefe que hiciera y que supuestamente debía estar listo y enviado en una hora. Emily preparó el café y cuando estuvo listo lo llevó a la oficina de su jefe, que al verla entrar molesto le dijo: "¡No te he pedido café!". Emily no lo miró, se limitó a contestarle: "Le vendrá bien un cafe señor Blake, necesita un descanso". Dejando el café en su escritorio Emily salió rápidamente de la oficina de su jefe sin detenerse, cerrando la puerta de la oficina se dirigio a su escritorio y abrió el cajón donde escondió su manzana y comenzó a comer. De repente la puerta de la oficina del señor Blake se abrió, y ella corrió a esconder de nuevo su manzana en el cajón inferior de su escritorio, y rápidamente se tragó el trozo de manzana que tenía en la boca, al hacerlo con tanta prisa, Emily sintió que por su garganta pasaba pesadamente ese trozo de manzana como resistiéndose a bajar de su garganta a su estómago, y para disimularlo sonrió. Alexander no pudo evitar mirar su sonrisa y decirle: "Gracias por el café" Dejando dos expedientes sobre la mesa de su secretaria y volviendo a entrar en su oficina cerró la puerta. Cuando Emily lo vio cerrar la puerta, corrió por un vaso de agua, sentía que se ahogaba. Cuando tomó el primer sorbo de agua tuvo que respirar despacio porque aquel trozo de manzana en su garganta la hacía sentir como Blancanieves a punto de morir. Mientras Emily tomaba agua y respiraba para sentirse mejor, Alexander Blake miraba la taza de café que le había traído Emily y recordaba la dulzura de su voz al decirle que necesitaba un descanso. Extrañamente se dibujo una sonrisa en sus labios, y en voz muy baja como si no quisiera ser escuchado ni por sus propios pensamientos dijo: "Es una chica extraña y muy hermosa " Volviendo a su trabajo Alexander se sintió aliviado, como si le hubieran quitado un peso de encima. Pero al hallarse pensando en su nueva secretaria como una mujer muy hermosa, el enojo volvió a su memoria y deteniéndose observó la puerta de su oficina y dijo: "Ni esa mujer ni ninguna otra tendrá acceso a mi corazón nunca más " Alexander Blake volvió a convertirse en el hombre hostil y frío que alejaba a toda mujer que pretendiera romper su muro de seguridad. Cubierto de su capa de orgullo Alexander se dedicó a trabajar y de nuevo a tratar con dureza a su nueva secretaria. Mientras que Emily iba de aquí para allá en la oficina soportando el mal humor de su jefe. Como había sido bien entrenada con el señor Manzon y el juez Keller, Emily tenía la templanza para mantener una sonrisa y el buen animo a pesar de los agrios comentarios del señor Blake. Cuando Emily volvía a su casa su gato Mufaza era su consuelo y confidente, mientras lo veía comer su pescado Emily solía desahogarse contándole a su gato todas las cosas que le había hecho su jefe. "¿Sabes que es lo peor Mufaza? Que el señor Blake es un tipo tan atractivo como insufrible "
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