Bebiendo un sorbo de su café, Caspian dejó a un lado uno de los informes que estaba leyendo para no ensuciarlo y observó la variedad de comida servida en la mesa para su desayuno. Al contemplar un croissant, su mano instintivamente se alzó y lo cogió. Una esquina de los labios del príncipe se alzó al pensar en Rhys, y si estaría disfrutando también del mismo menú, porque si de algo estaba seguro, es que ese chico realmente se había enamorado de la comida que preparaba su manada, especialmente de las cosas dulces. Durante su cita del día anterior, de todos los obsequios que le ofreció comprar, de todos los regalos que le quiso dar, lo único a lo cual el humano no se pudo negar, fue cuando le ofrecía comida. Por supuesto que aquello le resultó extremadamente extraño al alfa dominante, con

