Observando a través de la ventana del carruaje, Rhys no pudo evitar sentirse aún más nervioso al contemplar todos los hombres que les seguían montando sus caballos, con Sadie, Todd y Josh incluido entre ellos. Antes de que se diera cuenta, una de sus piernas comenzó a rebotar en el suelo y restregó sus manos una y otra vez contra su pantalón.
—Ya nos alejamos del pueblo —observó.
Admirando lo mismo que el humano, Caspian corrió las cortinas de la ventana e impidió que el chico siguiera observando.
—Pronto llegaremos al bosque, y tendremos que bajarnos del carruaje para caminar un poco, hasta el límite de ambos territorios —informó.
Con grandes ojos plateados, Rhys observó al príncipe heredero.
—¿Yo también tendré que bajar?
—Me temo que sí —asintió Caspian—. Aunque he traído a mis ho
