En cierto pasillo que actuaba como anexo entre el palacio real y el palacio cristal, dos cambiaformas se encontraron, cada uno con una expresión alarmada en sus rostros. —¿Lo encontraste? —Tenía la esperanza de que lo hubieras encontrado tú —respondió Sadie nerviosamente. Maldiciendo por lo bajo, el beta pasó una mano por su cabello castaño oscuro y sus dedos tiraron para ligeramente de este. —Repíteme otra vez, ¿por qué es que lo dejaste solo luego de lo que ocurrió en el pueblo? —cuestionó con cierto tono gruñón hacia su hermana. La omega juntó sus cejas y observó un tanto indignada al contrario. —Que no fue mi culpa. Los dos quedamos en que iríamos al jardín para que el rostro del príncipe Dorian fuera visto y así no inventaran rumores tontos —se excusó. —Entonces, ¿cómo es que n

