Rhys podría no saber qué hora era, pero a juzgar del absoluto silencio que reinaba en la habitación, estaba seguro de que todavía no era momento para despertar. Y, aun así, su cerebro comenzó a trabajar hasta sacarlo de los agradables brazos de morfeo. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que le había despertado? Juntando sus ojos confundido, Rhys alzó una mano para restregar sus ojos y obligó a sus parpados a levantarse. Observando su habitación oscura, la confusión le invadió, especialmente por ese molesto sonidito insistente que volvió a interrumpir. Dejando la almohada que había mantenido presa entre sus brazos, el joven humano se empujó en su mano derecha hasta que quedó sentado en la cama y observó con más atención a su alrededor. Ahí, ese sonido volvió a aparecer, y esta vez Rhys logró apreciar

